Daño colateral

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No entendía su repentino cambio de humor, acerqué con cuidado una mano a su rostro y acaricié su mejilla, sentí que se relajaba al tocarlo.

Retiré la mano, me deslicé cerca de la ventana poniendo un poco de espacio entre nosotros, y de inmediato le pregunté el por qué de su reacción a mis palabras.

Abrió los ojos, botó aire por la boca, sin mirarme me respondió.

Evan:- No puede, no ahora, no como están las cosas. Ella es muy unida a Liam, lo sobreprotege.

Chloe:- ¿Qué tiene que ver?

Evan:- Mi hermana hablaría con Elly, yo quedo como el nefasto que se robó a la chica y Eleonor no es como mi abuelo... cuando nos dejaste solos por ir a consolar a tu coreógrafo, me dió una clara advertencia y un sermón sobre mi comportamiento cuando te tengo cerca. Me desheredaría en un pestañeo.

Comencé a estresarme, me aferré al osito para encontrar calma. Tomé aire y seguí hablando.

Chloe:- Nos vió en el pasadizo, no hizo ningún comentario y ensima nos invitó juntos... no entiendo qué quiere Biv.

Evan:- Ponernos a prueba.

Hubo un silencio incómodo que fue interrumpido por él deslizándose al lado mío, pasando un brazo detrás de mi cabeza, dejando caer su mano rodeándome. Me dió un beso en la sien y comenzó a hablarme al oído en susurros, haciendo que su corta barba me genere cosquillas al rozar ocasionalmente mi piel.

Evan:- Perdóname amor por reaccionar así... sé que salir de este laberinto está siendo cada vez más difícil, pero no quiero separarme de tí ¿Eso lo tienes claro, no?

Comencé a relajarme, agarré entre mis dos manos la suya que colgaba sobre mi hombro.

Volteando los ojos en blanco acepté su disculpa.

Le comenté sobre si no deberíamos parar a comprar un regalo, pero me aclaró que ya había comprado uno esta mañana mientras yo dormía y dispuso para que lo entregaran en la fiesta de parte de ambos.

El resto del camino acordamos mantener distancia en el cumpleaños de su sobrino.

El taxi nos dejó en un local extraño, era como una pequeña casa con un gran jardín con cerca blanca. Habían colocado juegos inflables, un toldo, globos, mesas y dulces por donde pasaras la mirada.

No había muchos adultos, la mayoría de personas en el lugar eran niños.

Caminamos uno al lado del otro pero sin tocarnos. Había una parte de la cerca abierta, entonces entramos por ahí.

El ruido era una mezcla de gritos, risas y música.

El hijo de Bivian nos localizó rápido, por la efusividad con la que saludó y comenzó a trepar por la pierna de Evan, puedo asumir que le encantó el regalo.

Evan me sorprendió tirándose al césped, jugando a las peleas y gruñendo junto a su sobrino.

Darme cuenta que le gustan los niños y que sabe cómo divertirlos, me genera mucha ternura.

El momento fue interrumpido por Biv, nos invitó a pasar con el resto de la gente grande dentro de la pequeña casa del local de la fiesta; lejos de los niños, el sol y la música.

Había una mesa larga, no muy ancha donde todos estaban sentados comiendo.

Decidimos sentarnos al final de la mesa, uno al frente del otro para poner distancia.

Bivian pareció aprobar nuestra ubicación y se fue al extremo contrario lejos de nosotros. Como no conocíamos a ninguna de las personas sentadas a nuestro alrededor, al principio nos limitamos a servirnos la comida en silencio.

Amor a Segundo Riel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora