—¡Quiero el informe completo ya! —se escuchaba vociferar a Julius. Era un hombre negro, corpulento, de unos cincuenta años, a quien el tiempo parecía haberle robado otros diez al menos. Mientras, una veintena de personas alternaban carreras en un vaivén frenético por la gran sala llena de pantallas, aparatos y ordenadores.
Varios técnicos de operaciones tecleaban en los ordenadores los datos que recibían de los dos equipos desplegados sobre el terreno, un total de treinta efectivos que alternaban las vigilancias sobre el objetivo con las esperas en los puntos calientes y la necesaria contravigilancia. Si algo salía mal, sería un desastre de dimensiones épicas y Julius no estaba dispuesto a perder de nuevo al objetivo.
Una mujer elegante, de edad similar a la de Julius y, al contrario que éste, nada maltratada por la vida, se encaminaba con seguridad al Jefe de Operaciones de la Agencia.
—Señor —comenzó la mujer a decir cuando estaba todavía a un par de metros de su jefe—, acabamos de recibir la señal. Tenemos conexión directa. —Julius la miró con satisfacción. Sus palabras implicaban que la operación de emergencia marchaba por el mejor de los caminos.
El centro de la sala lo dominaba una gigantesca pantalla traslúcida. Sobre ella se proyectaban las últimas informaciones operativas sobre el objetivo. En la esquina superior derecha, el mapa de un fragmento de la ciudad, mantenía un punto rojo que parpadeaba en una localización fija. Además, se veían numerosos puntos azules, casi todos quietos, salvo dos de ellos que parecían moverse por las calles del mapa. Cerca del punto rojo, había otros cuatro puntos verdes fijos y estáticos.
En el centro de la pantalla, las imágenes vía satélite enfocaban una pequeña zona de edificios antiguos del centro de la ciudad. En la esquina inferior izquierda, había una fotografía y un montón de datos de la persona representada.
—¡Proyéctenlo! ¡Quiero conexión permanente y a todos los técnicos en esto! —gritó Julius. Le gustaba el control que suponía que todas las piezas se moviesen al unísono, sin el menor error. De hecho, en cuestiones de inteligencia, los errores se pagaban muy caros, eso lo sabía muy bien. El recuerdo de la última pifia todavía permanecía latente en su cabeza, aunque eso no influía en su toma de decisiones. Mente fría, conocimiento y toma de decisiones para la explotación de la necesidad, esas eran las premisas de su trabajo y Julius era el mejor en lo suyo.
Al instante, todos los operadores que estaban en sus ordenadores, se quedaron mirando a la gran pantalla. La imagen del satélite desapareció y en su lugar se proyectó otra de color gris claro, dominada en la parte superior central por un logotipo bajo el cual se inscribían las letras AESystems. Debajo de las letras, un cursor parpadeaba en el primero de los dos cuadros de inserción de texto, precedidos por las palabras "user" y "password". Una sonrisa apareció en la comisura de los labios de Julius.
—Sarah, retira al equipo Alpha. Estamos dentro —dijo con voz calmada a la mujer que se encontraba a su lado mirando la gran pantalla. La preocupación que momentos antes mostraba, parecía haberse disipado. Y su expresión se relajó.
—¡Abortamos Alpha, repito, abortamos Alpha! —dijo Sarah con voz potente y clara. Después se dirigió a la gran mesa al pie de la pantalla y mantuvo pulsado el botón verde de una consola—. Verde, nos retiramos.
—Recibido, cierro —se escuchó decir a una voz de radio por los altavoces de la sala. En el mapa táctico de la esquina de la gran pantalla, tres de los cuatro puntos verdes se alejaban del rojo, que permanecía en su posición, al igual que los azules.
—Esta vez lo hemos logrado, Julius —contestó la segunda al mando, mientras le daba con la mano unos golpecitos en el hombro al hombre que había diseñado la operación. Sarah respiró con alivio, era la directora de equipos y todavía tenía demasiado latentes las imágenes de lo sucedido durante la última operación.
Hubo revuelo en la sala, sonrisas y algunos apretones de mano.
—Todavía no hemos logrado nada. Todo pende de un hilo. Sigo queriendo ese informe. Averigüemos lo que sabe y hasta dónde puede llegar—contestó Julius con la vista clavada en la foto que permanecía en la esquina de la pantalla.
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Renasci - La forja de una espía
ActionLa sombra de un poder inimaginable se cierne sobre el planeta. El mundo tal y como lo conocemos, está próximo a su final. La Agencia ha recibido el encargo de evitarlo y le queda una última oportunidad para detener lo que está por venir. Para lo...