61. ¡Guerra!

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El tono de voz de aquel hombre no me gustó. Mi tensión era máxima. Sabía lo que tenía que decir y cómo debía actuar, pero una cosa era la teoría y otra muy distinta tener que enfrentarse preguntas sobre las que no tuviese preparada una respuesta. "Verdades a medias", aquella era la consigna.

No podía permitir que tomasen la iniciativa, no al menos lo suficiente como para estar sometida y acorralada. Me sentía realmente intimidada y debía controlar la situación; eso me haría controlar también mi estado de ansiedad y pondría mi mente en la posición correcta para salir airosa de todo aquello.

—Disculpen, pero yo no voy a hacer nada si no me dan ustedes algunas explicaciones primero —me atreví a decir—. Estoy en esta situación porque aquí alguien me ha mentido y me ha utilizado para fines que desconozco. —La apuesta estaba hecha.

—Te dije que era una mujer con carácter —Sanders se dirigió a Ernest Kauffmann encogiéndose de hombros y con una sonrisa en los labios.

Kauffmann me observó detenidamente con el gesto serio. Tenía los ojos de un azul muy claro. Su delgado rostro, así como el escaso y canoso pelo, eran acuse del paso del tiempo, pero apenas tenía rasgos de expresión y supe que no era alguien acostumbrado a reír, ni mucho menos a llorar.

—Creo que tiene razón, señorita. Me parece correcto que empecemos por ese punto —me dijo con frialdad—, ¿te parece bien Oliver?

—Estoy totalmente de acuerdo —dijo Sanders—. ¿Qué quieres saber Charlotte?

—Para empezar podrían explicarme lo que Szczesny Budny no quiso. El motivo por el que me raptaron aquellos hombres y amenazaron a mi familia y mis seres queridos. ¿En qué estoy trabajando, qué es Renasci y qué pretenden en realidad? —dije exigente cruzándome de brazos.

Comenzó entonces una larga explicación de Sanders sobre cómo AESystems había decidido contratarme como directora del proyecto ANE. Conocían mi experiencia y tenían las mejores referencias. Hizo mención a que el propio Szczesny fue quien me había recomendado, tal y como él mismo había confesado y yo ya sabía. Pero que aquello, por decisión del propio Szczesny, nunca se me había explicado y tampoco lo habían considerado necesario hasta aquel momento.

Después Kauffmann pasó a explicarme qué era Renasci. Empleaba los mismos argumentos que Budny, con matices muy distintos a los de Julius Grant y Sarah Flynn. Me explicó las controversias que se habían producido en el seno de Summa Omnium, que pretendía seguir moviendo los invisibles hilos del poder para perpetuarse en él. Me contó cómo aquellas disputas supusieron la ruptura del grupo en dos corrientes ideológicas distintas: la de Summa Omnium y la de Renasci. Argumentó largo y tendido sobre los objetivos humanistas de Renasci y su intención de hacer del mundo un lugar más equilibrado y libre, donde las diferencias sociales se suavizasen hasta desaparecer, y donde dejase de existir el tercer mundo para crear un nuevo Pangea social, cultural y ético.

Sus argumentos estaban tan bien expuestos y eran tan creíbles que no me costó empatizar con aquella idea de Renasci. Hice a un lado lo que yo ya sabía y traté de tomar como ciertas las palabras que Sanders y Kauffmann me estaban dirigiendo. Aquello me serviría en mis argumentos y la credibilidad de mis palabras.

—Explíqueme una cosa. ¿Cómo se supone que debo encajar que personas con el poder que me está describiendo, vayan a renunciar a sus privilegios sociales y económicos a favor de los necesitados? No creerá que soy tonta, ¿verdad?

—Sé bien que no es usted tonta y la pregunta no lo es tampoco —continuó en su explicación—. Verá, llegamos a la conclusión que si el mundo continuaba por su camino actual, en menos de cincuenta años habría un colapso de la sociedad. El sistema no aguanta más, se hunde por momentos. Los recursos naturales extraídos de la Madre Tierra son limitados y comienzan a agotarse, pero nadie hace por darle prioridad a otras formas de economía sostenible. Estamos cerca de secar los pozos de petróleo, cuando existen fuentes infinitas de energía limpia. El suelo se está secando, la temperatura del planeta sube y, mientras que en la sociedad occidental la pirámide de la población se ha invertido, en el tercer mundo los índices alarmantes de crecimiento de la natalidad y la superpoblación. La hambruna está más cerca de lo que pensamos. ¿Qué ocurrirá cuando no se pueda alimentar a la población? Será el caos, y otros lo aprovecharán para seguir especulando con las patentes de inventos útiles para la humanidad y para generar mayor desequilibrio con el petróleo. El poder siempre se afianzará y los pobres serán cada vez más pobres.

Renasci - La forja de una espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora