46. Tensión

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—Hola Szczesny. ¿Qué haces aquí? —le dije nerviosa.

Sus ojos grises, que en otra época me habían envuelto el alma, me parecieron aterradores cuando, sin contestar, clavó su mirada en John, entrecerrándolos en un gesto casi imperceptible. Después sonrió forzadamente.

—¡Hola cariño! —dijo mi tía desde la cama.

—¡Charlotte! —en ese momento llegaba mi tío por el pasillo.

—Tu tío Aleksander se encontró con Szczesny hace tres días. ¿Sabías que somos prácticamente vecinos? Le dijo que hoy me operaban y... —me contó mi tía.

—No sabía que ibas a venir Charlotte, me alegro mucho de verte. Pensé que si podía pasarme a saludar y darle ánimos a Ania... —se explicó Szczesny.

De repente, todo a mi alrededor se había convertido en un caos y yo no me sentía preparada para aquello. Por un momento quise gritar, hacerlos callar a todos, sacar a Szczesny a patadas por la puerta y buscar refugio en los brazos de John.

Me sentí indefensa y perdida. No sabia qué hacer ni qué decir. Mis planes sobre cómo contactar con Szczesny y qué decirle cuando le viese, se habían venido abajo. Todo aquello me superaba y quedé aterrada y paralizada, sin saber qué decir.

Mi tía en cama, Szczesny en la habitación, mi tío Aleksander estaba a mi lado esperando que le dijera algo. Pasaron tan solo unos segundos, pero a mí me pareció una eternidad hasta que escuché la voz de John.

—Pasa cariño, saluda a tu tía y a tu amigo —me dijo mientras me empujaba ligeramente con la mano—. ¡Hola!, supongo que usted es Aleksander —John se había presentado y estaba apretando la mano de mi tío—. Yo soy John. Es un placer conocerle, siento que las circunstancias no sean las mejores. ¿Cómo está su esposa?

Aquellas palabras me sacaron de mis pensamientos. Debía reaccionar. Tenía ante mí a mi exnovio junto con mi familia. La única familia que tenía. Franqueé la puerta y dos pasos más allá estuve al lado de mi tía, mientras observaba cómo Szczesny se levantaba de la silla.

—Claro Szczesny, te lo agradezco mucho. —Intenté que mis palabras no sonaran forzadas, pero me dio la sensación que pareció todo lo contrario—. Hola tía —le dije melancólica al llegar a su lado. Después me abracé a ella y sentí una mezcla de paz y angustia.

—¡Así que tú eres el novio de nuestra pequeña! —escuché decir a mi tío en la puerta—. Yo también estoy encantado de conocerte John. Llámame Aleksander. Pasa, permíteme que te presente a Szczesny, un viejo amigo de Charlotte y a Ania, mi mujer. Y disculpa mi inglés, está muy oxidado.

John cruzó el umbral de la habitación. Szczesny había clavado su mirada en él y estaba serio. Temí por un momento que la tensión saltara por los aires mientras observaba a aquellos dos hombres. No sabía qué podía pasar pero me sentí dentro de una olla a presión a punto de estallar.

—Encantado, Charlotte me ha hablado mucho de ti —dijo John mirando a los ojos a Szczesny y ofreciéndole la mano. Éste se la tomó.

—¿De verdad? Hace mucho que no veo a Charlotte, pero sigo siendo amigo de la familia. —Szczesny estaba a la defensiva claramente, pero John no aparentaba preocupación en absoluto.

John le sacaba apenas un par de centímetros o tres a Szczesny, pero al menos veinticinco o treinta kilos de diferencia. No demostraba arrogancia ni superioridad; muy al contrario, su cara era absolutamente afable, con una gran sonrisa que a cualquiera le habría parecido de lo más natural.

Tras un momento más sujetándose las manos, se dirigió a mi lado, me cogió por la cintura y se inclinó sobre mi tía.

—Creo que esto es para usted. Charlotte me dijo que le gustan las rosas rojas.

Renasci - La forja de una espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora