74. Apocalipsis

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El caos se había terminado de apoderar de la ciudad, convirtiéndola en un campo de batalla contra un pequeño enemigo, casi invisible.

Sobre las azoteas de los edificios de la ciudad por los que se preveía que los drones pasaran, policías y militares, abrían fuego contra un cielo iluminado por grandes focos. Apenas habían derribado a seis aparatos.

El grueso de las fuerzas estaban ubicadas en los alrededores del número 36 de Wellington Street East, frente al parque Berczy. Al menos quinientos soldados, policías y agentes de inteligencia, se concentraban en apenas cien metros cuadrados. Los francotiradores ocupaban los puestos más elevados, mientras que los militares habían instalado dos baterías antiaéreas y se apostaban con ametralladoras y fusiles en zonas lo más despejadas posibles.

La Agencia había decidido ubicar su cuartel general en Toronto. Para dar cobertura a sus instalaciones secretas, adquirieron aquel antiguo edificio, dándole aspecto de sede de una empresa real que sirviera como pantalla y a la que llamaron WP Technology Inc. Bajo las instalaciones del cuartel general de Wattpad.com, que así llamaron a la marca comercial de la exitosa empresa tapadera, un entramado de galerías y salas subterráneas, escondían el corazón de la agencia de inteligencia con más recursos y poder del mundo. La información estaba a salvo, pues se encontraba replicada en otros servidores, pero la infraestructura estaba en serio peligro. Renasci amenazaba con sus drones hacer desaparecer, en un solo golpe certero, toda la tecnología de incalculable valor que le aportaba su fortaleza a La Agencia.

Al tener noticia del inminente ataque, Thomas Scott, Presidente electo de La Agencia, había ordenado la evacuación de las instalaciones subterráneas. Si los accesos inteligentes caían bajo las ondas de pulso de los drones, las instalaciones se convertirían en una ratonera donde nadie podría salir ni entrar. En su precipitada huida, trataron de llevar consigo el material que pudiese ser fácilmente transportado, llevándolo lejos de allí en camiones militares, para evitar su destrucción.

Renasci había averiguado la ubicación de las instalaciones secretas de La Agencia y aquel era su primer y último golpe contra ellos.

El mando operativo de las acciones contra Renasci había sido trasladado a los militares. Las novedades ya no pasaban por La Agencia, salvo algunas puntuales y que afectaban solamente a sus agentes. La Agencia había perdido el control.

Sarah recibió una llamada telefónica de su punta de lanza, en el teatro de operaciones, a más de cincuenta kilómetros al norte de donde se encontraban. Su equipo Alfa acababa de penetrar en las instalaciones de Renasci. Varios hombres suyos habían caído y K estaba desaparecida.

—Encontradla y sacarla de ahí —aquella fue su última instrucción antes de colgar el teléfono—. Alfa ha conseguido entrar. No hay rastro de K. Han destruido el servidor y además no han sido capaces de detener la oleada de enjambres. Tenemos al experto en informática del equipo técnico operativo tratando de revertir las instrucciones de los drones, pero hasta el momento no hemos logrado nada.

—¿Sabemos dónde se dirigen al menos? —preguntó Grant decepcionado.

—Sí, las coordenadas ya han sido transmitidas al Mando Operativo Militar. Está ocurriendo en todas partes lo mismo que aquí, Julius. Todas las agencias de inteligencia que están de nuestra parte preparan las defensas contra un ataque global.

—Muy hábiles... nos han vencido —Julius estaba agotado y hundido—. Ya has visto lo que supone el ataque de esas máquinas del infierno. No hay defensa posible y menos sin tiempo de reacción. Nadie podrá ya parar ese ataque y una vez desarmados nosotros, nada se opondrá en el camino de Renasci. Si han llegado hasta aquí es porque tienen preparado todo lo necesario para ejecutar sus planes hasta el final.

—Tardaremos demasiado en recuperarnos —Sarah miraba las luces de los focos que iluminaban el cielo cada vez más cerca del Cuartel General de La Agencia.

—Creo que esta vez no lo haremos.

Aquellos agentes habían dedicado su vida a la inteligencia. Eran espías profesionales y no sabían hacer otra cosa. Ahora vivían el peor momento de sus existencias. Todo aquello por lo que luchaban se tambaleaba al borde de un abismo insondable. Renasci había jugado sus cartas antes de lo previsto y la desolación que producía el fracaso los sumía en la tristeza.

—Me temo que esto no ha hecho más que empezar —Sarah miraba al viejo Julius. La edad y el estrés habían dejado una marca imborrable que surcaba de arrugas su rostro.

—Me temo que yo ya no lo veré. Acabo de decirle a Thomas Scott que dimito, Sarah. He fracasado y por el camino de mi fracaso, he arrastrado a inocentes. Estos días han sido los más duros de mi vida. Creo que es hora de descansar —Grant la miró y, en un gesto de cariño, llevó su brazo por encima de los hombros de su vieja amiga.

-¿Qué harás tú sólo, Julius?

-Supongo que lo que hace la gente normal, aunque en realidad, desconozco lo que hace la gente normal. Siempre he estado sólo. ¿Qué harías tú en mi lugar?

-Me pediría que te acompañase —Aquella fue la confesión del especial cariño que Sarah profesaba a aquel hombre.

Con los ojos clavados en el cielo y sin que su voz pudiera oírse por le ruido las armas cercanas que comenzaban a vaciar su munición, Sarah rodeó la cintura de Grant con su brazo mientras contemplaba, con el gesto serio, el amanecer de los días de Renasci.

Cuando el grupo de drones apareció tras los tejados del último bloque de viviendas que quedaba antes de llegar al edificio objetivo, los francotiradores y militares apostados en las azoteas, fueron los primeros en comenzar a disparar. Tal vez llegó a ser abatido un dron por cada veinte disparos, una cifra insignificante pese a que los francotiradores conocían bien su trabajo. El rápido avance de la oleada, dificultaba su labor. El vuelo a baja cota, alrededor de los cien metros, impidió el uso de las baterías antiaéreas. Después, los militares accionaron sus ametralladoras y las balas trazadoras iluminaron Toronto como las Perseidas en una noche estrellada.

Al llegar a las inmediaciones del Cuartel General de La Agencia, los drones dejaron de avanzar todos a la vez, como si se tratase de una formación de soldados entrenados para pararse a la voz de alto. Quedaban al menos setenta de ellos.

Julius Grant y Sarah Flynn los observaron por última vez. Eran el fruto de la increíble estupidez de la especie humana. Quietos en lo alto del cielo, parecían estar degustando su momento de gloria, disfrutando de las vistas y riéndose de los presentes.

A dos o tres segundos de iniciar su vuelo estático se apagaron las luces de la calle y las casas, y el barrio quedó en penumbra; los focos y los sistemas de visión nocturna dejaron de funcionar. El sonido de las armas lo invadió todo concentrando el fuego sobre el último lugar en el que habían sido iluminadas las armas de destrucción masiva. Aquel rugido y tintinear constante de vainas golpeteando sobre el asfalto, rasgó el cielo de la noche apocalíptica.

El ataque duró dos minutos exactos. Cumplido ese tiempo, apenas una decena de drones supervivientes, viraron hacia el noroeste para seguir las instrucciones de su siguiente objetivo, el Cuartel General del Servicio de Policía de Toronto.

Al cabo de otros dos minutos, el último de los drones caía al suelo tras ser alcanzado por munición blindada.

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Queridos lectores. Quiero que sepáis que el huevo de pascua que ha acabado con el headquarters de wattpad, fue mi forma de agradecer a toda esa gente que trabaja incansablemente para que podamos leer, escribir y tener un lugar donde conocernos y disfrutar juntos.

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GRACIAS

Renasci - La forja de una espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora