43. Ajustando Cuentas

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Aquella fue una noche de sentimientos encontrados para mí. Después de las lágrimas vinieron los besos, después de estos, más abrazos. Jamás sería la misma pero, al menos, tenía al hombre que amaba a mi lado.

-Charlotte, no voy a permitir que vayas tú sola. Aunque no me lo pidieras, no te quedaría otro remedio que soportarme -me dijo John dulcemente.

-¿Y tu trabajo?

-¿Mi trabajo? Es un auténtico aburrimiento. Nunca pasa nada divertido. Mañana mismo presentaré la dimisión a mi Jefe. Al fin y al cabo, si nos queda poco tiempo, quiero vivirlo haciendo algo interesante... y a tu lado.

-¿Recuerdas que el día que me conociste me dijiste que me invitarías a nacer de nuevo y vivir intensamente?

-¿Te lo dije? Pues mira por dónde, al final es cierto -dijo con una gran sonrisa.

-Tengo miedo John.

-Yo también Charlotte. Tengo miedo que no volvamos a ser nosotros mismos. Tengo miedo de no volver a ver la maravillosa sonrisa que me ha enamorado. Tengo miedo a perderte después de haberte buscado durante toda una vida.

El susurro de John era reparador. Me transmitía lo que había perdido en los días anteriores: calma y paz. Necesitaba a aquel hombre y quería estar con él, pasase lo que pasase.

-John... mi misión.

-¿Qué le pasa a tu misión Agente K? -sonrió J.

-No sé cómo decírtelo.

-Puedes probar con palabras si quieres -se burló de mí y después su voz se volvió ronca-. O si lo prefieres, puedes ayudarme a desnudarte y hacer el amor conmigo toda la noche. -Sus dedos comenzaron a desabrochar mi camisa.

-¡Por Dios John, te adoro! -Sus palabras y sus gestos me encendían en un segundo-. ¿Quieres ser mi novio en esta misión?

John se detuvo. Se separó de mí unos centímetros para mirarme fijamente a los ojos.

-¿Tu novio en esta misión? ¿Intenta usted usarme solamente para esta misión, agente? -su sonrisa era perfecta y sus labios me atraían con cada palabra que pronunciaba. Me tomó en brazos y me llevó a la habitación, dejándome caer sobre la cama como si fuese un juguete.

-Bueno, había pensado en usarte para esta misión y después reciclarte para que seas mi fiel servidor... -le dije juguetona antes de abalanzarme sobre su camisa para desabrocharla.

Nos arrasamos mutuamente los labios en un intercambio perfecto y único de besos apasionados. Amaba a aquel hombre y lo deseaba con ferviente devoción. Nos dimos un sinfín de caricias, cada una de ellas entregadas y eternas, suaves y ardientes. Busqué su cuerpo y él buscó el mío. Desnudos, sobre la cama, bebió de cada poro de mi piel, haciéndome arder en placer infinito, mientras yo me dejaba arrastrar por el deseo marcado por el ritmo de las palpitaciones aceleradas de mi corazón. Las palabras dieron paso al lenguaje de las miradas y las manos, las bocas, que no cesaron en su búsqueda del placer, y las sensaciones infinitas y maravillosas. Nos poseímos mutuamente de una forma perfecta y, hasta la última gota de nuestras esencias, unidas en sublime armonía, nos llevaron al clímax más puro, intenso y apasionado que dos personas puedan sentir.

Permanecimos así un rato más, él todavía dentro de mí y yo rodeando con brazos y piernas su cuerpo grande y fuerte. Lo deseaba de tal forma que quería fundirme por completo con su ser. Su peso sobre mi cuerpo era tan perfecto. Me miraba a los ojos y besaba mis párpados. Una y otra vez acariciaba mi rostro y volvía a besarme. Cada movimiento de su cuerpo sobre el mío me estremecía de nuevo, y de nuevo lo busqué... Extasiados por el exceso de placer caímos rendidos allí mismo, abrazados y con la respiración agitada por el esfuerzo.

Renasci - La forja de una espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora