17. ¡Socorro!

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Con mano temblorosa cogí el teléfono de nuevo. Debía llamar al de Letty Evans y esperaba reencontrarme con la voz del cerdo que la tenía secuestrada, una voz que jamás podría borrar de mi mente. Pulsé el botón de llamar, todo y pese a que el teléfono todavía advertía no tener cobertura. No obtuve tono.

Al momento mi teléfono sonó. Mi corazón comenzó a latir con furia.

—Ya he hecho lo que me ha pedido, ahora deje libre a Letty, por favor —dije sin pensármelo.

—Salga de ahí, coja un taxi y diríjase a su casa. Cuando esté delante de su ordenador, llame de nuevo y le diré cómo me hará llegar la información —la comunicación se cortó sin darme opción a réplica.

—¿Y ahora tengo que volver a mi casa? ¡Hijo de puta! —le dije al aparato sin preocuparme de que seguramente el secuestrador me estaba oyendo. No podía ir sin más. No había conseguido mi propio seguro de vida ni el de Letty. Pensé rápido.

—¡Claro! —una luz se encendió en mi esperanza, ya sabía lo que hacer para que alguien de confianza tuviera conocimiento de lo que estaba pasando.

Antes no había podido enviar el material que tenía del secuestro porque estaba clonando mi PC y habría dejado un rastro muy claro, pero ahora podía hacerlo y poner sobre la pista a alguien que pudiera ayudarme. Rápidamente recuperé el USB marcado como "Letty Evans" y escribí un correo electrónico. Por precaución, no lo hice desde la cuenta de correo de la empresa, sino del correo que utilizaba en la universidad y con el que apenas mantenía correspondencia hacía años. Del mismo modo, dirigí el correo a la cuenta personal de Smiley.

"Hola guapo!

Hace tiempo que quería mandarte la foto aquella de la fiesta de fin de curso que hice con la Nikon y en la que salía aquella chica que tanto te gustó aquella noche. Así la pondrás cerca de tu cortocircuitado corazón XD

Quedamos para tomar una copa un día de estos?

Un besote"

Hice después una búsqueda en Internet: "fotos fin de curso universidad", tomé una cualquiera donde apareciese una chica guapa con pinta de universitaria y que tuviese suficiente calidad. Tras descargarla al PC, usé un programa de esteganografía que utilizaba frecuentemente, y encripté dentro de la fotografía el material del USB donde aparecían los mensajes de WhatsApp y las fotografías del secuestro de Letty junto con un archivo de texto:

"Mi teléfono está hackeado. Letty ha sido secuestrada. Me están extorsionando para no matarla. He clonado mi ordenador y del director. Ahora tengo que ir a casa y me llamarán para instrucciones de entrega. Ayuda!!!!!!"

Cuando Smiley recibiera el correo, sabría que estaba enviándole alguna información oculta. El mensaje no tenía sentido. Él no estuvo en la fiesta de fin de curso, así que no pudo conocer a ninguna chica. Además, en aquel entonces siempre bromeábamos entre nosotros porque yo era fan de las cámaras Canon y él de Nikon.

No era la primera vez que usábamos entre nosotros este método de enviarnos mensajes. Lo habíamos hecho durante la universidad para mandarnos todo tipo de asuntos banales.

Si alguien interceptaba el correo, vería una simple fotografía y un mensaje entre amigos. Para acceder al contenido había que desencriptar la fotografía y eso solamente podía hacerse si se conocía la contraseña. En nuestros juegos universitarios habíamos acordado un método de encriptación para adivinar cualquier contraseña sin mencionarla. Usábamos como contraseña la primera y la última letra, símbolo o signo de puntuación de cada frase, finalizando el encriptado con un dato que muy poca gente conocía: su alias de hacker precedido de la palabra "leet", que en el mundo underground significaba "élite", sobrenombre que solamente ostentaban los mejores hackers. Ambas palabras de cierre iban codificadas en el alfabeto que frecuentan los hackers, una combinación de letras, números y símbolos que asemejaban de algún modo la escritura tradicional.

Renasci - La forja de una espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora