Tenía muy claro lo que quería hacer: salir huyendo del planeta, pero quería hacerlo con John. Ya que no podía hacer eso porque no tenía un cohete a mano, decidí lo que ya parecía que también habían decidido por mí. Hablaría con John, le contaría todo lo sucedido y le pediría que me acompañase en mi misión de salvar a la humanidad.
—Unos planes nada aburridos para una segunda cita —pensé.
Todavía permanecí en aquella casa horas hablando con Julius Grant y Sarah Flynn. Contestaron a todas y cada una de mis preguntas una y otra vez. Ambos se mostraron muy abiertos para explicarme los entresijos de La Agencia y cómo debía actuar. Me explicaron con todo tipo de detalle con qué se supone que podría encontrarme y a qué debía prestarle atención.
Una vez tomada la decisión, me animaron en todo lo posible para que mi cita con John fuese lo menos traumática y se mostraron dispuestos a explicarle personalmente cualquier aspecto que yo considerase necesario para su tranquilidad. Estaba segura que no le gustaría nada todo aquello, pero era la mejor opción: contárselo todo y pedirle que fuera mi novio en todo aquello. Dentro de mí, era lo único de todo aquello que realmente deseaba. Jamás me había declarado a un hombre, era tímida y tradicional para esas cosas, pero mi situación había cambiado tanto en los últimos días que ya no había espacio para la timidez.
Llevar a John a un viaje en el que podía jugarme la vida sin su conocimiento habría sido descabellado, decírselo era una locura también. Se pasó por mi mente que no reaccionase bien. Incluso que saliese huyendo era una opción, pero opciones era precisamente lo que menos tenía y había llegado a la conclusión que aquella era la menos mala. Bastante implicada me encontraba yo pero... esa era mi nueva situación en el mundo, la había asumido y sería consecuente con todo.
A pesar de todas las explicaciones y detalles sobre la operación de espionaje en la que iba a participar, una y otra vez me venían las mismas preguntas y las volvía a formular.
—¿Cómo sabré lo que tengo que hacer en cada momento?
—No te la juegues nunca. No arriesgues. Utiliza el instinto. Nosotros estaremos siempre muy cerca aunque no nos verás —me tranquilizaba Sarah—. Tu teléfono son nuestros ojos y nuestros oídos, pero tenemos más medios para verte y oírte. Si necesitamos algo de ti, te lo haremos saber, si necesitas algo, no dudes en pedirlo o comprarlo.
—¿Cómo contacto si estoy en apuros y no puedo usar el teléfono? —estaba muy nerviosa y me imaginaba en una situación límite, con una pistola apuntando a mi cabeza, sola, sin nadie que pudiera ayudarme.
—Si el teléfono lo llevas encima, simplemente pide ayuda. Estaremos escuchando. Si no lo llevas trata de ponerte en contacto de alguna manera. Un correo electrónico, un mensaje en un papel... Creo que tienes recursos suficientes como para desenvolverte.
—Dime la verdad Julius, ¿qué probabilidades tengo? —había comenzado a hablar con aquel hombre de tú. La necesidad de contar con amigos era tanta, que no podía ser de otra manera. No apreciaba a Julius Grant, pero lo necesitaba cerca y ayudándome en todo aquello que me veía obligada a hacer.
—Te digo la verdad Charlotte, la probabilidad de lograr un éxito en la misión es baja, muy baja. Tenemos poco tiempo y tú no tienes ninguna experiencia. Trataremos de guiar tus pasos, pero no va a ser una misión fácil.
—No me has entendido Julius. ¿Qué probabilidad tengo de salir con vida de esto?
—Yo diría muy alta. Quiero que seas consciente que el peligro te va a rodear, pero se tú misma y utiliza esa maravillosa cabeza —me dijo mientras daba unos golpecitos en mi sien—. Te puede sacar de más de una. Pero es con Szczesny Budny con quien tienes que relacionarte. Con él y con el entorno que él, de propia iniciativa, quiera mostrarte. Él no te hará daño.
—¿Y si John me dice que no?
Sarah clavó su mirada en Grant con algo más que admiración. Después la deslizó hasta mí para intervenir en la conversación con una enorme sonrisa.
—No te dirá que no. Y si te dice que no, es que ese hombre no te merece. En ese caso, seguiremos con el plan que estaba previsto antes: un agente nuestro te acompañará o... siempre puedes ir sola.
—No quiero ir sola. —Por primera vez estaba convencida de ello—. ¿Sabes? Tienes razón. Él está tan metido en esto como yo, y si no, que no le hubiera quitado la pistola al inútil de vuestro espía —dije y a continuación comencé a reír como una niña nerviosa mientras visualizaba a mi superhombre desarmando a todos los malos y salvando al mundo como si fuese 007.
Me confirmaron con alivio que no llevaría armas ya que los espías no las necesitan. Para las operaciones donde había tiros, ya estaban los equipos de intervención especial. Un arma era una amenaza y por lo tanto, lo contrario a lo que necesitaba un espía. Su misión era siempre pasar desapercibido y que nadie lo detectase. Las películas de 007 que yo había visto no tenían nada que ver con la realidad. También me explicaron que un espía ha de ser "gris", confundirse con el entorno, buscar un motivo lo más real posible para estar en cualquier lugar, no fingir, no tratar de ser quien no se es. Ser precavido sin levantar sospechas y sentirse en un entorno cómodo era fundamental.
Me contaron cómo funciona el ciclo de la inteligencia: la obtención de información la realizaban los agentes por sí mismos o a través de fuentes vivas, personas que facilitaban la información de forma consciente o inconsciente. También se obtenía de los medios de comunicación, Internet, Undernet o cualquier otra fuente que se considerase válida. Después había personal especializado en volcar todo lo obtenido en bases de datos, analizar y elaborar la información proveniente de todas las fuentes posibles, para por fin convertirla en inteligencia útil que permitiera que el ciclo comenzara de nuevo.
Todo aquello era parecido a un laboratorio donde, un ingeniero, usando sus conocimientos y los de las investigaciones públicas, obtenía su propia información para sus estudios, la ponía a disposición de quienes tenían que realizar los ensayos y, a partir de los resultados, se corregían las fórmulas y se replanteaban los prototipos. La diferencia era que el error podía suponer la muerte.
Por último me explicaron que trabajaría bajo identidad verdadera puesto que Szczesny me conocía, pero que para La Agencia, me conocerían mediante un alias.
—Para nosotros y para todo el mundo, serás la agente K. Cualquier comunicación que realicemos contigo, te mencionará con esa letra. Recuérdalo Charlotte, es muy importante. Si recibes una comunicación operativa del tipo que sea que no contenga la letra K, no será de nosotros. Podría ser un cebo que alguien te está poniendo —me reiteró Julius.
Cuando consideraron que mi curso acelerado de espionaje había finalizado, se despidieron de mí.
—No volveremos a tener contacto salvo que sea estrictamente necesario. No te llamaremos, pero estaremos controlándote. Si necesitamos contactar, recuerda tu alias. Estamos en tus manos.
—De acuerdo —dije tratando de ser firme.
Durante el tiempo que estuvieron instruyéndome en mil y un aspectos del espionaje, comprobamos que John seguía en la puerta de mi casa. Aquel hombre era realmente obstinado y la decisión de contarle toda la verdad, cobró más sentido que nunca.
Al salir de aquella casa y dejar atrás a Julius Grant y a Sarah Flynn, me sentí la mujer más sola del mundo. Necesitaba correr, mi corazón estaba acelerado y la adrenalina corría por mis venas. Necesitaba llorar, lo más profundo de mis intestinos me lo pedían. Necesitaba respirar aire, mis pulmones lo demandaban con ansiedad.
La responsabilidad me pesaba como una losa y dudaba de todo. Pero la decisión estaba tomada y mi próxima misión era crucial para el éxito de la operación y mi propia tranquilidad. Debía mirar a John a los ojos y explicarle quién era la agente K.
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¡Hola amig@s!
Lo prometido es deuda. Aquí os dejo un nuevo capítulo de esta novela. Ahora son todo incógnitas. Charlotte tiene que enfrentarse a algo que la supera por completo y yo me voy a tomar un zumo.
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Renasci - La forja de una espía
ActionLa sombra de un poder inimaginable se cierne sobre el planeta. El mundo tal y como lo conocemos, está próximo a su final. La Agencia ha recibido el encargo de evitarlo y le queda una última oportunidad para detener lo que está por venir. Para lo...