73. Asalto

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—La cerradura está lista para abrirse —informó el técnico al jefe del equipo táctico, el agente Sánchez—. Solamente tenéis que juntar estos dos cables y la cerradura desbloqueará el sistema.

El trabajo del especialista había sido productivo, en apenas veinte minutos había conseguido desmontar el teclado electrónico, puentear los mecanismos antirrobo y dejar preparado el sistema para una apertura manual que permitiese el asalto en las mejores condiciones posibles de seguridad.

—De acuerdo, retírate e informa que comenzamos el asalto dentro de exactamente dos minutos —contestó Sánchez e inmediatamente después se puso a dar las instrucciones necesarias a su equipo—. ¡Atentos todos! Alfa 1 y Alfa 2, vosotros con los escudos, proteged la primera línea de fuego. Alfa 3, tú conectarás los cables y meterás un par de granadas aturdidoras en cuanto comience a abrirse la puerta, luego a los escudos. Alfa 4, 5 y 6, daréis fuego de cobertura inmediato. Avanzaremos deprisa. Golpear y avanzar. Alfa 7 y 8: flanco izquierdo, 9 y 10: flanco derecho. Alfa 11, a retaguardia conmigo. Nos encargaremos de poner lazos a los que sigan vivos y a nuestros heridos.

—Jefe Alfa, ¿en retaguardia? —protestó Alfa 11.

—He sido bastante claro, ¿verdad? —zanjó Sánchez—. Atentos al objetivo. Nuestro primer objetivo es K, repito, nuestro objetivo prioritario es K. Búsqueda y extracción inmediata. Objetivo secundario búsqueda de servidores informáticos y destrucción. ¿Entendido?

—Alfa 1 OK.

—Alfa 2 OK.

Y así, uno a uno, once hombres fueron confirmando las instrucciones.

—Alfa 3, ¡adelante! —ordenó Sánchez.

La tensión era máxima y las armas apuntaban al frente. Todavía no sabían hacia dónde abriría la puerta ni a qué velocidad lo haría. Debían estar preparados. El agente encargado de unir los cables se acercó al teclado numérico y conectó los terminales que había dejado preparados el técnico especialista.

Vestidos de negro y cubriendo sus cabezas con un pasamontañas, los operativos tácticos componían el grupo de choque ante cualquier adversidad. Su misión era penetrar en las líneas enemigas, ejecutar su misión y salir corriendo sin hacer ruido. La necesidad de uso de armas en sus acciones, era siempre el determinante para que el equipo Alfa fuese asignado a una misión. En aquel momento, desconocían lo que había al otro lado del muro, pero la adrenalina y el entrenamiento constante, les hacía estar preparados para cualquier cosa.

La puerta hizo un sonido característico de aire a presión y comenzó al cabo de unos segundos a abrirse. Giraba sobre su lado derecho y hacia el interior. Todos los miembros del equipo rectificaron sus posiciones inmediatamente.

—¡Atentos para abrir fuego!, ¡ya están aquí! —gritaba un tipo.

En el instante que cupo una mano por la ranura de la puerta, Alfa 3 lanzó dos granadas aturdidoras al interior y pasó a retaguardia, se hizo con uno de los escudos protectores antibalas y avanzó hasta su posición derecha. Al otro lado, unas ametralladoras comenzaron a escupir fuego sobre la rendija que se estaba formando.

Los tres hombres del frente, formaban una barrera sin huecos con sus escudos. El resto de los agentes, protegidos con sus cascos, chalecos antibalas, coderas y rodilleras tácticas, se situaban detrás. Las armas sin seguro y dispuestas a abrir fuego al frente.

Las dos detonaciones seguidas iluminaron con un fogonazo toda la sala interior. Las ametralladoras dejaron de vomitar disparos, pero la puerta no estaba todavía lo suficientemente abierta como para permitir el paso de los agentes.

Renasci - La forja de una espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora