24. Revelación

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Me quedé observando la silueta inmóvil de Letty. ¿Podía ser que mis ojos no hubieran visto aquello? ¿Era cierto que Letty ya no estaba? El desconcierto, instalado en mi alma hacía más de veinticuatro horas, ahora se había transformado en frustración y cansancio agotador. Mis ojos no podían llorar más. Mi pecho no podía contraerse con más fuerza. Mi alma no podía estar más muerta.

-¿Por qué le ha dicho eso? ¿Por qué no le ha contado la verdad? -me preguntó Samson.

¿Qué verdad quería aquel cerdo? No había más verdad. "La verdad os hará libres", decían las Sagradas Escrituras. Pero era mentira. La verdad no servía. La verdad no había liberado a Letty y ahora estaba quieta y muerta, y la culpa era de aquellos policías, que no habían sabido entender que al detenerme a mí, habían provocado al secuestrador, que no creían que la verdad era lo único que les había ofrecido desde el principio. ¿Es que no podían haberme detenido después de todo aquello si realmente creían que yo formaba parte de... qué?

-¿Cuál es la verdad? -contesté secándome las lágrimas-. Usted no quiere la verdad, usted no acepta la verdad. Usted es culpable de asesinato. Quiero un abogado y lo quiero ya. Quiero que llamen ahora mismo al señor Gregory Evans, el padre del Letty y le digan que Charlotte White necesita un abogado. Quiero que le digan que estoy detenida, dónde estoy y que le informen de qué se me acusa. Se acabaron los interrogatorios. Ya les he contado la verdad y no me han creído. Ahora la única verdad será la del peso de la ley sobre ustedes.
-No tenemos por qué llamar a un abogado, señorita White. Se le ha detenido y se le está interrogando por terrorismo. La ley nos autoriza a hacerlo sin estar presente un abogado. Todavía puedo seguir interrogándola. ¿Por qué le ha contado eso a ese hombre? -Samson insistió.

-¿La ley les autoriza a matar a una inocente? ¿Qué ley es esa que les permite torturarme para que diga lo que ustedes quieren oír y no la verdad? A ese hombre solamente le he contado la verdad. Esperaba que pudiese confiar en alguien que sólo cuenta la verdad. Pero no, ella está muerta y ustedes siguen sin creerme.

Se hizo el silencio. El policía que todavía permanecía de pie, cogió el portátil bajo el brazo y salió de la sala. El agente Samson se levantó también y puso su mano delante de mí para que le diera el teléfono que yo todavía aferraba contra mi corazón. Lo miré con desprecio, era el único sentimiento que tenía hacia él y todos los de su estirpe. Deseé su muerte. Deseé la muerte de mucha gente aquel día. Miré hacia las cámaras. Me quedé observando el gran espejo que dominaba la habitación y en el que apenas había prestado ninguna atención. Mi silueta se reflejaba allí. No era yo. Mis ojos hinchados delataban el llanto. Una mueca torcida en mi cara, habría mostrado a cualquiera que en ese momento estaba totalmente desequilibrada, loca. Mis ropas blancas e inmaculadas. El pelo revuelto. Todo mi ser me daba asco en ese momento,; el mundo entero me daba asco en ese momento. Pensé que la muerte no sería suficiente castigo para aquellos que habían consentido aquello y para el brazo ejecutor de aquella barbarie.

En un gesto de rabia, lancé contra el gran espejo con todas mis fuerzas el teléfono, haciéndolo saltar en mil pedazos. El espejo quedó intacto. El detective Samson dio un salto hacia atrás; probablemente pensaba que lo iba a lanzar contra él y en realidad me habría gustado tener algún otro objeto para lanzarle en esos momentos.

Sin mediar palabra, se giró hacia la puerta y salió de la sala.

Quedé sola y en silencio. Ya no lloraba. Era tanto el dolor que sentía en mi alma que no quedaban lágrimas que derramar. Me levanté y quedé mirando los pedazos de mi teléfono destrozado. Odiaba aquel teléfono. Volví al rincón donde estaba todavía la estera y me tumbé acurrucada en la esquina que formaban las paredes blancas e impolutas, como mi atuendo de detenida. No era capaz de pensar con claridad y desistí de hacerlo. Eso solamente incrementaba mi dolor, mi frustración y mi rabia.

Renasci - La forja de una espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora