Después de mirarme por última vez al espejo y asegurarme que estaba guapa, abrí la puerta de casa para reunirme con Grant.
Al salir del apartamento me quedé un rato mirando hacia la calle. A izquierda y derecha no fui capaz de detectar ningún tipo de vigilancia, aunque sabía que seguramente la habría. Había visto en las películas que los vigilantes solían disfrazarse de barrenderos, parejas de enamorados o gente que pasea carritos de bebé. En realidad cualquiera de las personas que circulaban ese martes por la calle, podía haber sido un agente de la organización.
—Se habrán vestido de farola —pensé mientras me dirigía a por mi coche y me olvidaba del tema.
Al llegar a Dacre St. pulsé el botón de apertura del mando a distancia que Grant me había dado el día anterior. Las puertas se abrieron suavemente y metí el coche hasta el garaje, aparcando al lado de la puerta por la que el sábado noche había entrado acompañada de aquellos supuestos policías. Por un momento me estremecí cuando pasé por delante de las puertas blancas que debía cruzar para acceder al vestíbulo donde se encontraba el ascensor que me llevaría a lo que ya había determinado que llamaría piso franco mientras nadie me dijera lo contrario.
Llegué frente a la puerta en la que el agente Samson me había interrogado por primera vez. Me detuve y contemplé aquella maldita puerta que había hecho que mi concepción del mundo cambiase. No me lo pensé cuando giré el pomo de la puerta y descubrí que estaba cerrada.
Recordé que cuando había entrado en aquella oficina, todo parecía pulcramente ordenado y no daba apariencia de actividad. Me pregunté si todavía quedaría rastro de las oficinas que antes había albergado.
—Vamos, Charlotte —dije en voz baja mientras introducía la tarjeta que me había dado Grant en la ranura del ascensor. Por el tiempo que estuvo en ascensor en movimiento calculé que se habría elevado unas cinco o seis plantas.
Al abrirse las puertas, encontré a Julius Grant, de traje oscuro, sentado en la misma butaca en la que habíamos tenido aquella "charla". A su lado había una mujer rubia y elegante, de unos 50 años, que pese a su edad seguía siendo muy atractiva. Vestía blusa blanca y traje de falda negro, zapatos de tacón. Al verla, me quedé parada en la puerta. Ambos se levantaron inmediatamente del sofá de dos plazas que ocupaban frente a unas tazas de café que había en la mesita baja. La mujer sonrió ampliamente y vino hacia mi.
—Pase, por favor. Está en su casa —dijo Grant.
—Hola Charlotte, soy Sarah Flynn —se presentó la mujer sonriente mientras me ofrecía la mano. Su acento era americano. Me ofreció la mano y se la di. Su apretón era cálido y sólido a la vez. Era una mujer enérgica, sin duda.
—Señorita White, Sarah es parte de nuestro equipo —dijo Grant mientras me ofrecía también la mano—, de hecho es mi mano derecha. —Al no recibir respuesta por mi parte, continuó hablando—. Es la directora de Equipos y Operaciones Encubiertas.
—¿Y eso qué es? —logré decir. No esperaba más personas que a Grant.
—Siéntate, por favor Charlotte —me ofreció Sarah Flynn—. ¿Quieres un café o prefieres comer algo?
—Eh... no, gracias, café. He desayunado tarde.
—¿Solo, verdad? —me preguntó Sarah Flynn mientras desaparecía tras puerta que se encontraba a la izquierda del saloncito.
—Sí —dije tímidamente.
—Me alegro de verla recuperada. Nos quedan cosas por hablar. Creo que todavía tendrá preguntas que hacer. Quiero disculparme por no haberle avisado de que iba a venir con Sarah, pero consideré que era necesario para contestar a algunas de las preguntas que tendrá. Si va a trabajar con nosotros, es necesario que...
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Renasci - La forja de una espía
ActionLa sombra de un poder inimaginable se cierne sobre el planeta. El mundo tal y como lo conocemos, está próximo a su final. La Agencia ha recibido el encargo de evitarlo y le queda una última oportunidad para detener lo que está por venir. Para lo...