15. ¡¡LA MATO!!

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**CÉSAR**

Ante mis ojos tenía una de las peores cosas que puede haber en este mundo.

Un saco. Pero no un saco cualquiera. Dentro había algo, y no algo agradable.

Me temía lo peor.

Miré a todos los lados pero no vi a nadie. Me agaché y poco a poco abrí el saco.

Antes de poder ver qué había dentro miré hacia arriba. Rayan estaba abrazando a Amanda quien había enterrado su cara en el cuello de mi hermano y este me miraba fijamente.

Volví a mirar el saco y lo abrí del todo. Cuando vi lo que había dentro casi me da algo. Mejor dicho quien y sobretodo en que estado estaba.

Se me cayó el alma a los pies. Estaba en shock. ¿Como podía ser posible? ¿Y por qué ella?

Oí otro grito que me sacó de mis pensamientos. Ni me molesté en mirar de donde vino el chillido ya que sabía que Amanda había visto lo mismo que yo.

Rápidamente cogí a Sara en brazos y la llevé hasta el salón. La tumbé cuidadosamente en el sofá y le quité el saco.

Me agaché para quedar a su altura. Iba en pijama y tenía bastantes moratones en ambos brazos y piernas y parecía que tenía el labio reventado.

Estaba fatal, me costaba mirarla y eso que me encantaba admirar cada faceta de su rostro.

Juro que encontraría a quien le habría echo esto y le haría lo mismo y más.

–Déjame a mi– dijo Amanda a mis espaldas. Llevaba un botiquín que a saber de donde lo sacó.

La miré durante unos segundos. Volví a mirar a Sara y después al suelo.

Me levanté y salí del salón. Entré en la cocina, me senté en un taburete y apoyé mis codos en la isla mientras que mis manos sujetaban mi cabeza.

Noté como alguien se sentó en frente de mi. Estaba de seguro de que era Rayan.

–No te preocupes... Estará bien– dijo tras unos segundos de silencio.

Levanté un poco la cabeza y lo miré.

–Eso ya lo se y me alegro por ello– hice una pausa– pero el problema es quien se lo hizo. No es que no me preocupe por su estado, que claro que lo hago. Me preocupa quien le quiere hacer daño porque una persona como es ella no merece que la traten de esa manera. Ni a ella ni a nadie.

Rayan no habló, solo me miró fijamente. Parecía que me quería leer la mente.

–La quieres– dijo sin ningún rodeo.

–Tu lo has dicho. Ha pasado tan poco tiempo desde que la conocí y se ha vuelto alguien que no me puede faltar– solté.

Por eso la besé. Quería que supiese que me gusta, que quiero que esté conmigo y que sepa que tiene que ser mía.

Puede que penséis que ha pasado muy poco tiempo y es demasiado pronto para saber si quieres a alguien pero en este caso es así.

InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora