61. PELIGRO

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El alma se me cayó a los pies y el mundo perdió su brillo de repente. Incluso el aire se volvió más denso y difícil de respirar.

Me habían arrebatado a mi madre hacía años, podía decir que ya lo había superado y que ya había aprendido a vivir con su ausencia a pesar de que la causa de su supuesta muerte fuera una cruel mentira. Pero lo que más duele es que me devolvieran la sonrisa, su sonrisa, y unas pocas horas después me la arrebataran. Sin embargo, esta vez no era una farsa... Esta vez había visto morir a mi madre ante mis ojos sin poder hacer nada para evitarlo.

Grité y lloré durante no sé cuanto tiempo. Me tumbé encima de ella y la abracé. No me importaba estar tan cerca de un cuerpo inerte. En aquel momento no lo pensé pero sabía que a pesar de que su alma se hubiera apagado para siempre su presencia estaría eternamente conmigo.

Segundos o puede que minutos después, noté como alguien corrió hacia a mi. Se ocultó también tras la furgoneta y siguió disparando cada poco.

Era Dylan. Miré hacia él y al ver mis lágrimas su gesto se suavizó y estuvo unos segundos con los labios fruncidos.

– ¡Lo siento muchísimo, Sara! – gritó por encima del ruido y tras unos segundos en silencio añadió – ¡Y me duele decirlo pero tenemos que irnos!

Me limpié las lágrimas que quedaban por mi rostro. No sirvió de nada porque pronto otras las sustituyeron. Me sorbí la nariz y grité:

– ¡No podemos dejarla aquí!

– ¡Tienen granadas, Sara! – respondió él. No quería irme sin mi madre pero en el fondo, por mucho que me doliera, no me quedaba otra opción – ¡No podemos hacer nada por ella!

Me lo pensé y al mismo tiempo balas impactaron contra la furgoneta tras la que nos resguardábamos. No aguantaríamos mucho más así que tomé la decisión que correspondía. Puede que fuera la más dura y difícil que me obligaran a tomar en toda mi vida pero era la correcta.

Miré una última vez a mi madre y con mis lágrimas cayendo sobre su cuerpo como la lluvia en un día gris, el miedo de la situación y el dolor en mi interior, la dejé allí.

Dylan me pidió disculpas con los ojos. Seguido, se volvió para mirar por la ventanilla y yo hice lo mismo.

Un matón yacía el suelo. Parecía muerto aunque no estaba segura. Los otros tres ocultaban sus corpulentos cuerpos tras las furgonetas. Javi seguía en el mismo sitio. En ese momento disparó y le dio a otro hombre, justo, el que protegía a Elena.

Estaba en un buen ángulo ya que era capaz de ver lo que ocurría tras la furgoneta en la que estaba ese horrible ser al que no podía llamar persona.

Elena seguía sangrando. Se acercó al matón que había caído a su lado, le quitó la camiseta dificultosamente y se la enrolló en el hombro, justo en la herida de bala, en un intento de detener la hemorragia. Entonces, vi detrás de ella un cinturón con unas cuantas granadas.

Tenía miedo. Mucho miedo. Solo tenía un destornillador con el que protegerme y a Dylan y a Javi se le estaban acabando las balas.

– ¡Corre por las columnas hasta la rampa! – me gritó Dylan por encima del ruido de los disparos – ¡Nosotros te cubrimos!

– ¡¿Y luego?!

– ¡Sal de aquí! – dijo como si fuera lo más obvio.

– ¿Y vosotros? ¡No puedo perder a nadie más! – un dolor ardiente inundó mi pecho.

Mi madre había muerto ante mis ojos y no podría soportar que alguien más falleciera por mi culpa.

– ¡Iremos detrás de ti! ¡No te preocupes!

Casi no le oía pero pude percibir el temblor en su voz. Tanto él como yo sabíamos que aquello podría no ser así si se torcían las cosas.

– ¡Prométemelo! – dije a pesar de ser conscientes del riesgo que corríamos.

– ¡Te lo prometo! – sonrió. Una sonrisa débil pero que necesitaba. Como si de magia se tratara, algo de adrenalina surgió de mi cuerpo.

Asentí y rodeé el cuerpo de mi madre hasta llegar al extremo de la furgoneta. Tragué duro e intenté respirar tranquila y pausadamente a pesar de que mi corazón latía a una gran velocidad. Intenté no volver a mirarla. Me dolía muchísimo dejarla allí. Además, no tenía ni idea de que harían con ella en el caso de que nosotros consiguiéramos escapar. Quería que viniera conmigo pero era algo imposible si quería salir viva de allí. Ya no podía ayudarla y eso me quemaba por dentro.

Divisé varias columnas cerca de mi, todas colocadas en una perfecta fila recta. Si seguía por detrás de ellas lograría rodear las furgonetas tras las que estaban Elena y los dos hombres que quedaban y llegar a la rampa. Solo tenía que correr de una en una y tener mucho cuidado. Volví a mirar a Dylan y le hice una señal para que supiera que estaba preparada. Elevó el arma por encima del capó del vehículo y antes de disparar gritó:

– ¡Ahora!

Con una gran fuerza de voluntad corrí hasta la primera columna que estaba a unos 5 metros de mi. No recibí ningún disparo y eso me motivó más para seguir avanzando.

Dejé los pensamientos sobre mi madre a un lado. No había vuelta atrás y por mucho que me lamentara por su pérdida no iba a ayudarme en nada.

Intenté recuperar el aire que había aguantado en mis pulmones mientras corría. Seguían oyéndose disparos pero estos ya eran más escasos. Se notaba que la munición estaba llegando a su fin.

Esperé unos segundos antes de asomarme por un lateral de la columna para divisar lo que pasaba.

Los hombres no parecían haberse percatado de mi movimiento. Sin embargo, Elena sí.

Después de entrar en contacto con sus ojos llenos de ira, sacó un arma de la parte trasera de su pantalón. Se me cortó la respiración. Ahora si que corría peligro.

Ví cómo intentaba incorporarse y aproveché para correr hacia la siguiente columna la cual me quedaba un poco más lejos.

Pude advertir por el rabillo del ojo como un matón cambiaba de posición. Corría desde la parte trasera de la furgoneta en la que se encontraba hasta detrás de la otra, donde estaba Elena. Tuvo mala suerte y le alcanzó un disparo de Dylan justo en el pecho. Cayó al suelo sin vida.

Llegué rápido a la siguiente columna y me puse detrás de ella. Volví a esperar antes de mirar y cuando lo hice, varios disparos impactaron contra la pared. Me volví a esconder y cerré fuerte los ojos como si de aquella manera pudiera disminuir el ruido de las balas chocando contra el cemento.

Tardó varios segundos en detenerse pero eso no hizo que yo me moviera. Los disparos seguían sonando. No sé cuanto tiempo fue, pero aquel era el único ruido que inundaba el aire.

💙

Apunto de los 100K... Estoy muy muy muy emocionada👀 ¿Llegaremos esta semana?🤪

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