62. DULCES SUEÑOS

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No sé cuanto tiempo estuve detrás de la columna pero decidí que era el momento de seguir avanzando. Antes de salir corriendo hacia la siguiente, por el rabillo del ojo vi como Dylan comenzó a seguirme. Empezó a correr hacia mi, poco a poco. No le esperé y me dirigí hacia el siguiente bloque. Llegué sin recibir nada. Solo me quedaban dos para llegar a la salida.

El chico fue más rápido que yo y ya estaba a una columna de mi. Deseé tener esa agilidad que tenía para hacer las cosas. Se asomó para disparar pero pasó algo que todos sabíamos que pasaría en algún momento. A Dylan se le acabaron las balas.

Apretó el gatillo un par de veces más y al darse cuenta de que la pistola ya no funcionaba se volvió a esconder a la vez que una bala impactaba a escasos centímetros de él. Se nos acababan las posibilidades. Teníamos que salir de aquel sitio cuanto antes. Volví a centrarme en mi posición y logré avanzar una columna más. La rampa era curva por lo que no llegaba a ver la salida del todo. La adrenalina estaba presente en mi cuerpo y hacía que tuviera más ganas de salir y luchar, pero no era lo prioritario.

Eché un vistazo rápido. Ahora solo quedaban un gorila y Elena. Ambos se situaban detrás de la misma furgoneta. Javi seguía en el mismo lugar y por como actuaba a él también se le había agotado la munición. Dirigí mi vista hacia el otro bando y vi como Elena dejaba la pistola en el suelo. Entonces, el ruido de los disparos cesó.

– ¡Os di la opción de volver por las buenas y no quisisteis!– gritó cogiendo una granada. El corazón comenzó a latirme a mil por hora. Ahora si que estamos perdidos – ¡Pues entonces, será por las malas! – arrancó con los dientes el seguro y la lanzó hacia delante, hacia donde estaba Javi.

– ¡Javi! ¡Sal de ahí! – grité con todas mis fuerzas.

Dos segundos después, se oyó una fuerte explosión. Cerré fuerte los ojos y me resguardé tras la columna. Me llevé rápido las manos a las orejas en un intento de que no me estallaran los tímpanos. Unos segundos más tarde, solo era capaz de oír un pitido demasiado agudo. Volvía mirar en donde había caído la granada y las dos únicas furgonetas que había estaban en llamas. A su alrededor, restos de cemento y del vehículo desplegados por el suelo.

Algo en mi pecho ardió. No veía a Javi por ningún lado. Con los ojos bien abiertos lo busqué pero solo pude ver a Elena cogiendo otra ganada. Dylan me gritó algo pero no pude escucharle. Le leí los labios y entendí que siguiera corriendo. Esta vez no me paré en la columna que me quedaba. Corrí como si la vida me fuera en ello –porque así era– hasta llegar a la rampa. Esperé a Dylan y justo cuando salió del laberinto de columnas otra granada explotó dejándome ciega durante unos minutos. Intenté recuperar la visión pero solo era capaz de ver puntos verdes y rojos en un fondo blanco. Dylan me cogió del brazo y tiró de mi hasta subir la rampa. No insistí en esperar a Javi. No tenía ni idea si estaba vivo o muerto pero en aquel momento me preocupaba una cosa por encima de todas: el cuerpo de mi madre. Una parte de mi tenía la esperanza de poder recuperarla, hacerle un funeral y verla desaparecer en la tumba... por segunda vez, pero de verdad.

Por mucho que quisiera no podía hacer nada así que seguí corriendo a ciegas. Recuperé la visión y el oído al mismo tiempo. Para mi sorpresa, nos encontrábamos en otro parking. Este era igual que el anterior salvo porque había menos vehículos. Los pocos que había estaban destrozados.

Oímos un disparo detrás nuestro y seguido, pasos. El único gorila de Elena que quedaba apareció en nuestro campo de visión. Nos apuntó con el cañón del arma y disparó. Pegué un chillido y antes de que la bala nos diera a alguno de los dos, Dylan volvió a obligarme a correr. Seguimos subiendo por la rampa en círculos con el hombre pisándonos los talones. Cuando le apetecía, disparaba.

– ¡Tengo una idea! – me gritó – ¡Tu haz lo que yo haga! – asentí.

Llegamos a la siguiente planta, aún no veía ninguna salida. ¿Cuantos pisos subterráneos tenía aquello? Entonces, Dylan se escondió tras la pared de la izquierda. Yo me puse tras de él y cuando el gorila llegó a nuestra altura, Dylan le propinó un puñetazo en la cara desconcertándolo. Perdió el equilibro y cayó al suelo. El chico le pegó patadas en la cara y la espalda. Me acerqué, agarré el destornillador y se lo clavé repetidas veces en el hombro derecho. El hombre hizo una mezcla entre un grito y un gruñido. Se agarró el hombro apuñalado y lo apretó intentando calmar el dolor. Me detuve a mirar la herramienta ensangrentada. No entendía por qué habíamos llegado a aquella situación.

Dylan cogió el arma y miró el cargador.

– Queda poca munición pero nos servirá de algo – la cargó y comenzó a andar.

Seguimos subiendo hasta que por fin llegamos a la salida; un portón de metal poco pesado y abollado por todos lados. Me acerqué y probé haber si podía abrirse manualmente. Comprobé que sí y con ayuda de Dylan lo levantamos. El ruido del portón inundó el aire y paró en seco cuando se abrió del todo.

No tenía ni idea de que hora era, pero la Luna seguía brillando en lo alto del oscuro cielo acompañado de estrellas y una brisa fría me rozaba la piel. Miré a mi alrededor y solo vi árboles y una carretera que llevaba a quien sabe donde.

¿Ya estaba? ¿Lo habíamos conseguido?

Sentí como la adrenalina subía por mi cuerpo y mi corazón recuperaba su ritmo habitual. Entonces sentí un pinchazo en el cuello. No dolía, pero era molesto. Noté como un líquido entraba por mi garganta y de pronto sentí mucho sueño.

– Dulces sueños, pequeños.

Unos segundos después, lo vi todo negro.

💙

Siento haber tardado en publicar pero he tenido un bloqueo mental🤯

Se acerca el final. ¿Estáis preparados?🤪♥️

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