30. ¿CUANTO QUEDA?

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— ¡ESPERA! — gritó la morena frenándose en seco. Eso hizo que chocara con ella.

— Por favor, antes de que te pares, avisa — dije rascándome la frente.

Ella pasó de mi y se acercó al gran tablón donde miramos la cabaña que nos tocaba. Miró detrás y sacó un papel color amarillo. Lo desdobló, me puse a su lado y ambas lo leímos.

Número 1

Bien hecho. Has encontrado el primer papel. Deberás responder al siguiente acertijo y volver a dejar este papel en el mismo lugar en el que estaba.

Y el acertijo es:

¿Cuántos tipos de animales subió Moises a la barca?

— ¡Pero si no he dado religión! — se quejó Cristina cuando acabó de leer.

— Cállate — dije cogiendo el papel.

— ¡Y encima no tenemos ni papel ni boli con el que escribir! — se volvió a quejar.

Rodé los ojos — ¡Menos quejarse y más pensar!

Lo volví a leer repetidas veces y entonces caí.

— No fue Moisés el de la barca, sino Noé — dije mirándola a la vez que doblaba el papel y lo volví a dejar en su sitio — Está bien. ¿Y cómo lo apuntamos? — pregunté poniendo mis manos en mi cintura.

Son solo 5 acertijos. Podría acordarme perfectamente pero también se me podría olvidar. Y si no me acuerdo yo, Cristina menos. No la llamo tonta pero es que ni se acordaba de que hoy tocaba venir aquí.

La morena miró a nuestro alrededor. Entonces, se acercó a una chica la cual parecía una monitora. Intercambiaron unas palabras y la chica le dio un boli. Después vino hacia mi.

— Tu pones la inteligencia y yo la parte social — dijo dándome el bolígrafo.

Rodé los ojos y apunté la respuesta en mi mano.

— Bien, venga — hablé una vez acabado — Vayamos al lago. Puede que allí esté la siguiente nota.

Comenzamos a correr de nuevo y estaba en lo cierto. Encontramos otra nota en un pequeño saliente de madera.

Número 2

Sigue las mismas introducciones que explicaba la nota anterior.

¿Quién es algo y nada a la vez?

— ¡Esta me la sé! — gritó Cristina en un tono de voz muy agudo. La miré con las cejas elevadas para que prosiguiera. Su semblante cambió a serio — Oh vamos... Un pez. Es algo, y nada a la vez — dijo con lógica.

Asentí lentamente. Lo apunté y seguimos buscando. Fuimos a la cafetería; solo era un sitio con unas mesas y un techo de plástico.

Ya personas en parejas corrían de un lado a otro. Había menos gente de la que me imaginaba...

Llegamos y miramos por las mesas. Encontré un papel metido en una rendija de un banco.

— ¡Cristina! — la llamé y enseguida vino.

Miró por encima de mi hombro. Desdoblé el papel y comenzamos a leer.

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