50. TE QUIERO

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– Sé que quieres dormir pero es tarde. Tenemos que irnos.

Abrí los ojos poco a poco. Marcos estaba sentado en un lateral de la cama mirándome.

– ¿Qué hora es? – pregunté con la voz ronca de dormir.

– Las 9 – hizo una pausa – Venga, Cristina nos está esperando.

Se levantó, se puso la camisa y cogió el maletín. Yo fui al baño a lavarme la cara y seguido me puse los tacones. Salimos de la habitación.

Caminamos hasta las escaleras y comenzamos a bajarlas. Pero antes de salir del edificio nos cruzamos con Matt.

– Disfruta del dinero – dijo manteniendo contacto visual con Marcos. Luego me miró a mi – Sara. Espero verte pronto... – ¿como coño sabe mi nombre? – ...preciosa.

Este tipo me ponía los pelos de punta. Tenía algo que no me gustaba.

Es un traficante seguro. O mejor, un secuestrador.

No exageres...

No exagero. Puede que la próxima seas tu.

Marcos asintió. Después caminamos hasta el exterior. Fuera nos esperaba Cristina con el móvil en la mano.

– ¿Noche loca? – dijo Marcos nada más llegar a su lado.

– Casi – contestó – El rubio se fue antes de lo previsto.

Elevé las cejas. Y ella me miró con cara de "¿qué pasa?"

Nos subimos al coche y el chico nos llevó hasta casa. Nada más entrar, mi padre, quien estaba en el salón junto a su prometida vino derecho a nosotros.

– ¿Dónde estabais? – dijo enfadado – No cogías el móvil.

– Te dije que íbamos a llegar tarde – respondí con el tono de voz calmado.

– Si, pero no a las 10 de la mañana – soltó un suspiro – La próxima vez aclárame la hora. No quiero asustarme por nada. No es agradable.

Me abrazó.

Katy le dijo algo a Cristina que la descolocó. Lo supe por su cara.

– ¿Y ese maletín, Marcos? – le preguntó.

El chico abrió los ojos más de lo normal al no esperarse esa pregunta.

– ¿Esto? Pues... – dijo nervioso y como no quería que la cagase después de todo contesté yo.

– Es mío – se lo quité de las manos – Son papeles de la universidad. Ya sabes, todo ese rollo que hay que rellenar... – puse los ojos en blanco.

– Está bien – miró a Katy y después a nosotros tres – Le diré a Inés que prepare algo para que desayunéis.

– Gracias papá, pero no me apetece nada.

– Genial, darme la ración de ella – Marcos me señaló y seguido entró en la cocina junto com mi padre y Katy.

Subimos hasta la tercera planta.

– ¿Dónde piensas guardarlo? – me preguntó mientras miraba el maletín lleno de dinero.

– En un lugar seguro – contesté con obviedad.

Entré en mi habitación y cogí la llave del otro cuarto.

– ¿Me piensas seguir a todos lados de ahora en adelante? – me volteé para verla.

– Hasta que no vea cómo lo guardas no me iré – se cruzó de brazos.

Rodé los ojos y me dirigí a la otra habitación donde posé el maletín. Obviamente no dejé entrar a Cristina lo que hizo que me mirara mal. Seguido se marchó.

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