22. DJ

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¿Me quieres decir porqué te han mandado a un campamento? – preguntó mi padre lentamente.

– No fue culpa mía. Fue la de una perra – me quejé.

Sara. No te metas en problemas. Nunca ha pasado, ¿por qué ahora?

– No se – dije sentándome en la cama.

Ya hablaremos cuando llegue – dijo – Cambiando de tema, ¿cómo estás?

Bien papá. Algo nerviosa, pero bien – dentro de nada tendría que prepararme para ir al baile.

– Ay. Que mi hijita va a empezar a la universidad – dijo con voz sentimental – Que rápido crecéis.

Oh papá – dije riendo.

Es la verdad – afirmó – Oye... ¿Te ha llamado el agente Charles? – preguntó.

– Si – dije haciendo una mueca.

Intentaré estar cuando tengas que declarar. Sabes que lo último que quiero es no estar contigo en los momentos difíciles.

Lo se, papá. Te quiero.

Y yo, Sara – contestó – No olvides de mandarme fotos.

Claro que si. Lo escribiré en la mano para acordarme – dije a lo que rió.

Pásalo bien.

Vale papi – dije a lo que ambos reímos.

Después corté la llamada. Si que lo echo de menos pero una se acostumbra.

Dejé el movil cargando y me puse manos a la obra. Tenía 2 horas para estar lista. Primero, decidí darme una ducha.

Dejé que el agua cayera sobre mi.

Un campamento... Si el director nos ha mandado ahí por meternos en problemas será un campamento para problemáticos.

Genial. Ni soy una problemática ni me gustan los campamentos. El remate.

Lo único bueno es que voy a poder estar con César mucho más tiempo.

Pero luego está la perra de Cristina y el bobo de Marcos. Se avecina verano completito.

Salí de la ducha, me puse una bata y me senté en el tocador.

Y justo vi algo que me llamó la atención. El unicornio. El peluche que encontré en la comisaria. Se me había olvidado por completo. Mañana lo llevaría a objetos perdidos...

Lo raro fue lo de la niña. Enserio, me dio mucho miedo...

Cogí el secador y con ayuda de un peine me lo fui alisando. Una vez peinada, empecé a maquillarme. En primer lugar, me puse base, después sombra marrón claro junto con la línea y rímel. Por último, me puse un labial rosa.

Una vez lista, fui al armario a sacar mi vestido. Me lo puse con mucha delicadeza evitando mancharlo de maquillaje.

Me miré al espejo. Me coloqué el pelo y el vestido.

Me gustaba.

Alguien picó a la puerta.

– ¡Adelante!

La puerta se abrió dejando ver a un César muy elegante. Este llevaba un esmoquin junto con una pajarita. Estaba estupendamente sexy.

Se acercó a mi y me rodeo por la espalda. Yo mientras, lo veía a través del espejo.

InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora