Johan POV
Me desperté por la molestia de la luz que golpeaba mis ojos.
—¿Dónde...?— comencé a mirar a mi alrededor. Era una habitación de hospital.
Miré a mi derecha, había una ventana con cortinas verdes claro. Levanté mi vista al soporte de fierro con suero. Seguí con la mirada la sonda que llegaba hasta mi brazo.
¿Qué diablos me pasó?
Lo último que recuerdo es a verme medio declarado a Pilar y que ella me interrumpiera.
—Despertó,— me dijo una voz femenina entrando a la habitación del hospital,— ¿Cómo se siente?
Su uniforme blanco con líneas rojas llamo mi atención junto a su libreta en sus manos. Era una enfermera de alrededor de unos treinta años.
—Bien. Supongo...— contesté un poco confundido,— ¿Qué fue lo que pasó?
Ella dejó de anotar en su libreta y me miró con una ceja arqueada,—Antes que nada, necesito hacerle algunas preguntas primero, señor Thompson.
Asentí demasiado confundido.
—Durante los últimos días ¿Ha respetado las comidas necesarias? Es decir, desayuno, almuerzo y cena,— me preguntó y asentí,— ¿Me podría describir por favor que ha comido en los últimos tres días? — me preguntó anotando en su agenda.
Comencé a nombrarle las comidas que consumí, y al escucharme a mi mismo. Me di cuenta que eran pocas cosas.
Ella asintió,— En estos últimos tres días, ¿Haz hecho ejercicio?— asentí,— ¿En un gimnasio o en casa?
—Gimnasio,— respondí y seguía anotando en su agenda.
—¿Cuánto tiempo hizo ejercicio durante estos tres días?
Comencé a responderle todo lo que me preguntaba. En New York, cerca de la empresa hay un gimnasio muy exclusivo y fabuloso. Y me volví loco haciendo ejercicio.
La enfermera dejó de anotar y dijo,— Le sacaré una muestra de sangre y volveré junto a un médico dentro de unos minutos con los resultados del examen. Mientras puede ver a su familia ¿Quiere que los llame?
Asentí como por cuarta vez y la enfermera se acercó a mí por la muestra de sangre.
Luego de eso, salió de la habitación dejándome solo.
Aún no sabía que demonios me había pasado, pero estaba seguro que no era algo que tenía que dejar pasar.
—Maldito imbécil ¿Qué rayos te pasó?— me preguntó mi hermana entrado a la habitación. Detrás de ella venía mi madre.
Se acercó rápidamente y me besó la frente. Su rostro demostraba preocupación,— Mi niño, ¿Qué pasó?
—Ahora estoy bien mamá, no te preocupes,— traté de tranquilizarla, aunque aún me sentía un poco débil,— ¿Cómo llegué aquí?
—Estabas en casa de Pilar. Después de que te desmayaras ella llamó una ambulancia y luego me llamó a mi,— explicó Mariana,— Ella te acompañó hasta acá.
—¿Dónde está ella?— pregunté con el ceño fruncido.
—Afuera, se quedó dormida en el sofá de la sala de espera,— me dijo mi madre,— ¿Quieres que la haga entrar?
Sonreí,— Claro.
Mi madre le dijo a Mariana que la trajera. Mientras ella me preguntaba que me dijo la enfermera que entró hace algunos minutos. Le expliqué lo que me preguntó y lo que le respondí. Y como era de esperarse, me regañó.
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Él es Mi Idiota
Teen FictionNormal. Mi adjetivo favorito. Nunca me han gustado los cambios. Mi vida es normal, mis padres, amigos, calificaciones, escuela, todo es absolutamente normal. Pero solo bastó una persona, solo una, para que mi adjetivo favorito quedara en el pasado...