—¿Qué haces comiendo mis galletas? Sabes que amo las galletas y lo haces apropósito,— preguntó Sarah molesta cruzada de brazos.
Solté una risita,— Tenía hambre y era lo único que encontré.
—Si me dieran una moneda por cada vez que dices eso, sería millonaria,— comentó ella y me quitó el paquete de las manos.
Sarah Miller, ¿Conoces a esa típica rubia desabrida que dan ganas de matara con solo verla? Bueno, así es ella. Tal vez no literalmente así pero hay que aprender a amarla.
Tenía su cabello rubio tomado en una cola de caballo muy alta y su maquillaje estaba perfecto, mientras que yo estaba tirada en su cama limpiándome las migas de galleta de mi boca.
Hemos sido amigas desde hace años y nos queremos muchísimo. Nuestra amistad es irrompible.
—Quieres por favor quitar tu asquerosa película y poner la serie,— reclamó y se lanzó a mi lado. Me quitó el control remoto de las manos y puso sin preguntar la serie con la que esta obsesionada.
—Y tú quieres por favor no quitarme todo lo que agarro. Siento que eres mi madre,— reclamé y me levanté de la cama.
Mientras me acercaba a la cómoda de su habitación para agarrar mi celular, Sarah pareció escanearme de pies a cabeza para luego fruncir el ceño,—¿Tienes puesta mi camiseta?
Abrí los ojos sorprendida. Lentamente bajé mi mirada a la prenda que tenía puesta y efectivamente, era una suya. Volví a mirar su rostro, que estaba con las cejas tan arqueadas que podría jurar que se están a punto de juntar.
—Nop,— negué y rápidamente salí corriendo de la habitación con dirección a la cocina.
—¡Cuando te dije que "mi casa era tu casa" no pensé que te lo ibas a tomar tan enserio, Pilar! — gritó ella y solté una carcajada.
Amo hacerla enojar. Es tan divertido.
Abrí su enorme refrigerador, -y cuando digo enorme es enorme- saqué el helado de chocolate que tiene junto a una cuchara de los cajones y me dispuse a comer, sin embargo el sonido de mi celular indicándome un mensaje me asustó y dejé caer la cuchara con el helado en ella.
—¡Demonios!— me quejé y saqué un trapito para limpiar.
—¡¿Otra vez se te cayó el helado?!— me gritó Sarah desde la sala.
—Sí,— dije triste porque era la segunda vez en menos de veinticuatro horas.
Mientras que Sarah se reía de mi desgracia y terminé de limpiar, saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón y vi de quien se trataba.
Erick: ¿Qué harás hoy?
Rodé los ojos. Erick es tan hostigante a veces que me hace querer sacarle los ojos y hacerme dos aretes con ellos.
Yo: Estoy con Sarah.
Erick: Que pesada eres. Hace mil años no hacemos algo juntos :( Sé buena persona y ve al centro comercial a comprar unas cosas con tu lindo y sexy primo.
Yo: Tres cosas. La primera, no eres lindo. La segunda, no eres sexy. La tercera, tengo flojera.
Erick: Te compraré comida.
Yo: Te espero en 15 min.
—Ve a arreglarte, Erick pasará por nosotras en quince minutos,— le dije a Sarah quien estaba muy a gusto comiéndose el helado sentada en el mueble de la cocina.
Se quejó haciendo ruidos extraños,— No quiero arreglarme, estoy bien así,— se miró su ropa escupiendo un poco de helado de su boca.
—Oh claro, a todos les gustará tu pijama que tiene estampados de dinosaurios con alas y un arco de cupido,— dije sarcástica.
—Me iré a cambiar,— dijo rindiéndose y dejando el helado a un lado.
Sonreí y esperé que saliera de la cocina para sacar una cuchara extra y comer el helado que queda.
Pero a penas salió, volvió y dijo,— Pero me llevaré esto.
—¡Te odio, Miller!
(...)
El timbre de la casa de Sarah sonó varias veces con el ritmo de una canción que desconozco.
Sarah abrió la puerta y el ridículo de mi primo comenzó a gritar,— ¡Llegó por quien lloraban señoritas, Erick Blake al rescate!
Mi mejor amiga lo miró confundida y dije,— ¿Nos vamos o seguirás gritando como un loco? Porque si es la segunda opción, aún puedo cerrar la puerta.
Erick entornó los ojos,— Hola para ti también Sarah, es un gusto verte, yo me encuentro bien, gracias por preguntar ¿Cómo esta tu familia? ¿Tus hijos? — decía rápidamente él al otro lado de la puerta siendo irónico,— ¡El abogado! ¿"El abogado" como está?
—¿Qué abogado? — preguntó Sarah confundida.
—El que tengo aquí colga—
—¡Ok! ¡Ok! Ya fue suficiente,— desde el sofá alcé la voz interrumpiéndolo.
Erick entró y se lanzó al sofá junto a mi, acomodando los cojines como su fuera su propia casa. Aunque no lo juzgo, yo hago lo mismo. Pero en todas partes.
—Blake, sal de mi sofá,— ordenó Sarah cruzada de brazos.
—¿Quién eres? ¿Mi madre?
—¿Podemos irnos? — pregunté agarrando mi bolso,— Tengo hambre.
Una vez Sarah y Erick dejaron de discutir sobre quién sabe que, comenzamos a caminar en dirección a la parada de buses para ir al centro comercial.
—Pilar, tus padres me escribieron. Preguntan que cuando vas a volver a casa,— comentó Sarah mirando su celular.
Suspiré. Mis padres, Enrique y Alejandra Evans. Son un dolor de cabeza. Mi padre es un trabajólico y mi madre es una mujer que se la pasa perfeccionando su imagen, nunca puede estar impresentable.
—Diles que algún día dentro de diez años,— comenté y seguí caminando.
Lo único que rescataba de mi familia era mi pequeña hermana, una pequeña diablilla. Caroline tiene 5 años y siento que su infancia se esta yendo más rápido de lo que pensé. Se la pasa en la casa de mi tía Sary porque mi padre trabaja y mi madre... no tengo idea de que hace, pero algo hace.
Aún así no crean que no amo a mis padres, los amo con todo lo que tengo y todo lo que soy. Pero como ya dije antes, son un dolor de cabeza.
—¿Hace cuanto no vuelves a tu casa? — me preguntó Erick entre risas.
—Hace dos días,— respondí encogiéndome de hombros,— Había que aprovechar los días que no hay clases.
—Lamentablemente, mañana hay clases, así que tendrás que irte a tu casa,— dijo Sarah sentándose en la parada de buses,— Pero antes tendrás que ayudarme a ordenar mi cuarto.
Bufé,— Estoy cansada.
—¿De qué? Si no has hecho nada.
—¡No sé! Solo estoy cansada,— chillé.
—Déjala, cuando tiene hambre se pone así,— explicó Erick y me dio la sonrisa más falsa de la historia de la humanidad,— Te quiero.
Di una mueca asqueada,— Yo te odio.
—¿Cómo me puedes odiar? Soy tu BFF,— dijo con tono de diva.
Hice desdén con la mano,— Sí, sí, como sea. Aún te odio.
***
¡Hola! Este es el primer capítulo de esta historia. Espero les haya gustado.
Fue corto pero era solamente para presentar a los personajes principales <3
¡Gracias por leer! <3
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Él es Mi Idiota
Dla nastolatkówNormal. Mi adjetivo favorito. Nunca me han gustado los cambios. Mi vida es normal, mis padres, amigos, calificaciones, escuela, todo es absolutamente normal. Pero solo bastó una persona, solo una, para que mi adjetivo favorito quedara en el pasado...