Cap 4: Todos contra Thompson

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—No encuentro a Johan en ningún lado,— comentó Erick sentándose a mi lado en el sofá en el que estaba antes rindiéndose en la única misión que le di,— ¿Intentaste llamarlo?

—Lo he llamado un montón de veces,— contestó Sarah exhausta llamando nuevamente a Johan,— ¿Aló? — y nos dimos cuenta que ya había contestado,— Tuvimos un problema, necesitamos que nos lleves a casa. Pilar se cayó a la piscina. 

—¿Quieres mi chaqueta? — preguntó Erick y asentí,— Tienes los labios morados. Te enfermarás y morirás.

Le di mala cara y Sarah me golpeó muy fuerte la frente de la nada provocándome un salto y dolor,— ¡Tienes fiebre!

—Y un tatuaje con forma de tu mano también,— reclamé sobándome la zona golpeada mientras Erick reía a carcajada limpia. 

—¡Hey! ¡Mira! ¡Un chico de primer año esta vomitando! — gritó Erick y ambas lo miramos confundidas,— Ok, me callo. 

—¿Qué te dijo Johan? — le pregunté a Sarah ignorando a mi raro primo.

—Dijo que nos veía afuera en cinco minutos,— contestó levantándose y guardando el celular,— Será mejor que salgamos, no tardará mucho y pronto llegarás a casa. Tranquila.

Le hicimos caso y salimos de la gran casa. Nos quedamos en frente del auto de Johan esperándolo, estaba temblando del frío y cada vez me sentía más mal.

Sarah y Erick me preguntaron que qué hacía con esa ropa, les expliqué lo sucedido y se aliviaron que Bruno no haya intentado violarme. 

Mi primo me abrazó para tratar de calentarme un poco, aunque fuera una noche de verano, al estar mojada el frío se sentía el triple de fuerte y es eso lo que me preocupa. 

—Ya han pasado quince minutos, ¿Dónde demonios está? — pregunté enojada y con mucho frío.

—Ya debe estar por llegar, tranquila,— me dijo Erick frotando mi espalda con su mano.

Me apoyé en su hombro y cerré mi ojos por unos segundos.

—¡Al fin llegas! — gritó Sarah y abrí lo ojos,— Pilar está que se muere y tu te demoras tres días en llegar.

—No exageres,— comentó Johan y me miró con una mueca,— Ya súbanla al auto, la llevaré a su casa. Rápido. 

Idiota.

(...)

Sarah me dijo que pasara la noche en su casa, no quería que mi madre me viera en estas condiciones. Primera razón, pensará que estoy ebria y segunda razón, se dará cuenta que no lo estoy y me regañará por enfermarme. Le avisé por mensaje de texto que Caroline estaba conmigo en casa de Sarah y pasaríamos la noche aquí. Me regañó, lógicamente,  pero aún así nos dio permiso, dijo que deberíamos estar en casa devuelta mañana por la mañana.

Me desperté al día siguiente con las lamidas de Perla, la perrita de Sarah. Tenía dolor de cabeza, aún tenía mucho frío y sentía mi nariz toda tapada.

Me meto al baño y hago mis aseos, ¿Si tengo cepillo de dientes? Pero por supuesto que no, con el dedito es el viejo truco. Sarah me presta un poco de ropa y espero a esta retrasada mental que la hago llamar mejor amiga se meta al baño y se vista.

No dejaba de estornudar y eso me pone nerviosa. Odio enfermarme, odio estar en cama todo el día y odio mucho más tomarme las malditas píldoras y jarabes que saben a plástico derretido. 

Sarah por fin se vistió y me ayudó con Caroline. Asee a mi hermana y la vestí con la misma ropa que ayer. La peine tratando de no estornudarle la cabeza y una vez estaba lista, la madre de Sarah le dio una barrita de cereal saber manzana para el camino a casa. 

Él es Mi IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora