Cap 46: La chica sexy

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Hola, soy Pilar Evans. Tengo diecisiete años y vivo en Los Ángeles. Mis padres son Alejandra y Enrique Evans. Tengo una pequeña hermanita llamada Caroline, es un chuky edición siglo XXI. Tengo mis dos mejores amigos de toda la vida, Erick y Sarah, que por cosas de la vida terminaron juntos y ahora son pareja.

Siempre me ha interesado el bienestar de los demás, pero no lo demuestro muy seguido. Sarah dice que soy una cebolla, que deben pelarme capa por capa, en cambio Erick piensa que soy un limón, agria como yo sola pero con un poco de azúcar se mejora la vida.

Me va bien en la escuela, no soy una de las mejores pero tampoco soy de las peores. Pero debo reconocer que Erick me ayuda en la mayoría de los exámenes.

Mi grupo de amistades ha ido aumentando a medida que pasa el tiempo. Emily y Madison son mis dos nuevas amigas, rubias como el trigo e inseparables como uña y mugre, que de un momento a otro de ser mis enemigas, se ganaron todo mi amor y respeto.

Leo, Marcus, Lucas y Bruno. Mis nuevos amigos y cada uno con su particular estilo de ver la vida y de vivirla, sin embargo, se llevan muy bien.

Y por último pero no menos importante, la familia Thompson.

Mariana es un amor de niña. Con sus quince años ha vivido experiencias trágicas pero aún así, mantiene su linda sonrisa siempre. La amistad entre ella y yo surgió muy de la nada.

Y llegamos a Johan Thompson. El idiota que llegó como alumno nuevo a mi clase de biología para revolverme todo lo que se llama vida. Entró a mi grupo de amistades, a mis clases, a mis planes, a mi familia y a mi corazón. Me dispuse a odiarlo por siempre pero del odio al amor, solo hay un paso.

Soy Pilar Evans y tengo al idiota de mi novio quejándose que le pica el ojo.

—Ráscatelo,— le dije como solución acomodándome para seguir durmiendo.

—Ya lo hice y no me deja de picar,— reclamó como por cuarta vez de lo que lleva la mañana con su voz ronca.

—Pues golpéate el dedo para que te duela y no te pique más el ojo,— dije sarcástica.

Con mucha pereza y falta de energía. Estiré mi mano hasta la mesita de noche para alcanzar mi celular y poder ver la hora.

9:30 am.

—Genial,— me quejé.

Giré mi cuelo para ver a Johan y... se durmió otra vez.

—Genial,— repetí de mala gana. Me incorporé para levantarme de la cama mientras soltaba un quejido.

Odio las mañanas.

Anoche el asunto se descontroló un poco. Una vez los adultos se fueron, mis amigos y yo nos quedamos. Nos comimos y tomamos todo lo que sobró.

En resumen, quedamos algo borrachos pero con el estomago lleno.

Busqué mis zapatos y unos pantalones para poder levantarme y que los demás no vean mis bragas. Que por cierto son negras, no de Mickey Mouse.

Encontré los pantalones negros para dormir de Johan ahí tirados en el suelo. No lo pensé ni dos veces y me los puse.

Como si mis piernas fueran unos palitos de fósforos y los pantalones de Johan fueran del tamaño de esta casa, me dirigí a la sala para prepararme algo de desayunar.

Una rubia despeinada me topé en el camino, se trataba de Madison.

—Que bella eres al despertar,— dije,— Tan bella que me das escalofríos y tendré pesadillas el resto de mi vida.

Él es Mi IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora