KAGEYAMA 4

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Se paró dos veces en la pista y me observaba. Esperaba que preguntara, pero no lo hizo. Se fue a cambiar y volvió a pararse. Esta vez, ya estaban los balones recogidos. Me pregunto en qué debía estar pensando o si pensaba decirme algo. Como no lo hizo empezé yo:

-¿Qué miras? ¿Qué quieres?- Y solo miraba. Me giré para ir a prepararlo todo.
-¿Por qué no te vas? Es viernes, deberías estudiar.
-Me quedo a entrenar y no te preocupes por eéo y no te preocupes por mí.- Y corté el aire. Otra vez silencio. Cogí las botellas que tenía dentro la mochila y volvió a hablar.
-Pues me preocupo por ti porquee... porque soy tu único amigo y quiero entrenar contigo.
-No, no quiero amigos ¿por qué los necesito?- Abre la boca y con el dedo índice le hago callar.- Vete a casa, tienes que estudiar.
-¿Vas a entrenar solo?- Iba poniendo las botellas.
-Yo no he dicho eso.- Lo miré de reojo y su mirada se iluminó.
-Me acabas de decir que me vaya y ahora insinúas que quieres que me quede. Eso es muy raro.
-No quiero entrenar contigo, ¿Por qué querría? Voy a practicar las colocaciones.
-Necesitas a alguien que te ayude, que te tire los balones y los ataque...
Me levanté y lo miré, las botellas están en su sitio al largo de la red.

-Hinata, vete a casa. No te preocupes por todo eso.

Un poco decepcionado se fue del pabellón, lo seguí hacia la puerta, realmente hacía frío fuera, bajó los peldaños y andó hasta la esquina y me mira, me saluda con la mano para decirme adiós y no le saludo. Cuando me aseguro que ya no está, cierro la puerta del pabellón.

-Ya puedes salir.- Grito, y de una de las puertas sale un chico dos años mayor que yo.- ¿Hace mucho qué esperas?- Niega con la cabeza.- Gracias por venir Oikawa.

-Una promesa es una promesa.- Se acercó a mi y se pone delante con los brazos en forma de jarra.- Además, tengo tu foto de fondo de pantalla.- Lo miro extrañado.- Sí, hombre, cuando me rogabas que te ayudara.

Pongo los ojos en blanco y le paso el carro con todos los balones. Corre hacia mí con la pantalla de su móvil encendida.
-¡MIRAAAA! Salgo guapo, ¿verdad? No hace falta que contestes, ya sé qué dirás.
-Está borrosa, no sé puede saber si soy yo u otro.
-Yo sí lo sé y lo digo por ahí.
-No porque tu lo digas la gente se lo va a creer. Lo siento.- Me llega un mensaje y veo que me ha mandado la foto.

- Me llega un mensaje y veo que me ha mandado la foto

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-Si te tienes que poner en plan borde no te ayudo. ¡Ale! Ya no te ayudo.
-¿No eres un hombre de palabra?- Sé como hacerle rabiar, Oikawa es de esos chicos muy caballerosos con todo el mundo, en el fondo, conmigo también. Sino no habría accedido a ayudarme.

-Lo hago por la promesa, pero que sepas que eres un borde y te odio.- Me lo miro, no es algo que me sorprenda. Se espera un rato.- ¿Te lo han dicho tantas veces que no te afecta?- Me encojo de hombros.- Bueno cuanto antes empecemos, antes me iré.

Historieta: Oikawa me odia porque en la escuela media jugábamos juntos y llegué a ser casi mejor que él. Que a uno de último año le saque el sitio uno de dos años menos le sentó mal. Supongo que de aquí me viene el apodo de el Rey que tanto odio porque él es el Gran Rey y yo vivo debajo de su sombra. Pero eso no me importa, solo quiero deshacerme de ese apodo. Fue una mala época de mi vida. Fin de la historieta.

Oikawa me iba lazando balones y yo los iba colocando a cada uno de los puntos marcados por las botellas, la idea era darles y repetir y repetir,...
-Sabes, el naranjito tiene razón, necesitas amigos.-Lo miré de reojo mientras corría hacia la bola.
-1, me has dicho que hacía poco que habías llegado. Por tanto técnicamente no te ha dado tiempo de escuchar nuestra conversación. 2, no es verdad. Tú tampoco los tienes.
-1, bueno he llegado bastante antes, he querido mirar como entrenáis, por mucho que te ayude sabes que yo soy del AOBA JOSAI.-Lo marcó bien, para él era todo un respiro no tenerme en el equipo y viceversa, ambos lo sabíamos.-2, yo sí tengo amigos... no me mires así, tengo muchos conocidos y muchas fans, eso si que no me falta.-Se tomó un tiempo.- Oye, para un momento.- Le hago caso.- me duelen los brazos, llevamos 100 bolas mínimo, mírate, das asco y estás cansado.- Me lo miro y rechistando se acerca a mí.- A ver, las has hecho todas bien, pero recuerda que la cadera siempre tiene que estar mirando a 4.- Mientras lo dice me agarra la cintura fuerte.
-¿Tanto me odias?- Noto el aire que sale de él cuando respira en mi cuello y se me erizan los pelos de la nuca. Lo siento muy cerca de mí, su boca en mi oreja y susurra.
-Sí.-Miro enfrente, como si no estuviera, pero está muy cerca. Me pongo tenso.- Hay Rey, te queda tanto para llegar a ser el Gran Rey, pero llegarás un día.- Me cogió, me agarró más fuerte.- Y yo te ayudaré.- Me soltó de golpe y con un movimiento rápido, cogiéndome ambos hombros con sus manos y apretando fuerte, podía sentir sus dedos bajo mi sudadera y camiseta, directos a la piel.- Pero no hagas el mismo error, necesitas a alguien a tu lado que te ayude.- Se acercó demasiado para mi gusto.- Y ya sabes a quién tienes de tu lado.
-¿A ti? Porque si dependo de ti, lo llevamos mal, ya sabes que nos separa un lado de la red.
-Mira que llegas a ser estúpido. Si eres un poco listo, ya sabes de quién hablo.

          Con esas palabras dimos el entreno por acabado, fui a cambiarme y entró conmigo al vestuario.

-Vaya, has mejorado desde la última vez que te vi. Aunque no te pasabas mucho por el vestuario, te sentías intimidado o ¿qué?- Seguí con lo mío sin hacerle caso omiso de lo que decía.- Ahora debe ser el contrario, porque no me van los tíos que sino...
-¿Puedes callarte?- Lo miré por debajo de mi flequillo y supe que había pillado la indirecta.- Ha pasado mucho tiempo desde entonces, y necesito tener resistencia para los partidos...
-Sí, sí, lo que tú digas. ¿Ya estás?- Asiento.- Vámonos, que este sitio da miedo.

          Los dos fuimos andando hasta la esquina donde nos separamos.

-No deberías ir solo por estas calles y menos a estas horas.- Me giro para mirarlo.
-No te preocupes por mí, nadie me conoce. No como a ti, Gran Rey.- Le sonrío con perspicacia y me voy. Y él seguía allí mirando como me iba, solía hacerlo durante un buen rato hasta ver que ya estaba lo suficientemente cerca de casa para que no me pasara nada.

          Sabía que iba pisando sus talones y aunque tenía miedo de que le quitase el sitio, a la vez le daba morbo. En su interior estaba orgulloso.

And His Smile Is So Fucking Cute |Hinata y Kageyama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora