HINATA 12

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Cuando dijeron su nombre, el pabellón de tres pistas empezó a hacerse pequeño. Cada vez las paredes parecían acercarse. Me ahogaba allí dentro. Necesitaba aire. Estaba inquieto y cuando miré arriba y le vi. Cuando lo vi. Cuando nuestras miradas se cruzaron, saqué mucho aire de golpe y de repente una paz interior me llenó todo. Él estaba allí, tal y como había pedido y rezado a cualquiera para que me lo trajeran ¿Qué había hecho mal para que me lo devolvieran justo en esa situación? Tanta calma me hizo entrar en pánico porque no podía creer que lo tenía allí y necesitaba tocarlo, pero estaba demasiado lejos. Lo tenía a metros de distancia que parecían quilómetros y fue cuando sentí que lo había perdido. Su cara cambió de expresión cuando me vio y supe que en ese momento era cuando ya no podía estar más allí.
Salí de la fila que hacíamos todos los del equipo y empecé a correr para salir de allí. El corto espacio que había hasta la puerta se me hizo eterno y todavía era más agobiante escuchar a mis compañeros gritar mi nombre.

Corrí por esos inmensos pasillos en busca de una salida. Empujé muchas puertas y tenía la sensación que me movía en círculos, hasta que vi una puerta por donde entraba mucha luz y salí. Llegué a la parte trasera del pabellón. Allí había un pequeño parque, estaba todo lleno de árboles y césped. La mitad se encontraba separada por un camino de baldosas amarillas que llevaban hacia otro edificio, uno de los muchos del instituto. En medio había una pequeña fuente, adornada con flores, que sacaba un poco de agua y tenía unos bancos alrededor.
En uno de ellos había una persona sentada, me acerqué un poco y no pude ver quien era porque su cabeza estaba cubierta por una sudadera muy parecida a la mía. Aún más cerca, escuché sollozos que provenían de aquella persona y justo cuando me puse delante, vi que la sudadera era del Karasuno. Aunque los sollozos no los reconocía. Miraba a mis pies hasta que una lágrima cayó encima de mi bamba. El poco aire que hacía, las atraía hacia mí. Como si el viento me diera señales que aquella persona me pertenecía y tenía que aceptarla a pesar de sus errores. Me quedé helado cuando escuché a la persona, esa voz tan rota.

— Distinguiría esas bambas, ese olor, esa forma de andar, incluso tu sombra en cualquier sitio.- se pasó la mano por la mejilla para secársela y levantó la cabeza.- Sabes, suelo venir aquí. Nunca suele pasar gente, así que si tengo que llorar no pasa nada. He pasado dos semanas intentando parecer la persona más feliz del mundo. He intentado empezar de zero aaah... pero me ha sido imposible porque tu siempre has estado aquí.- se señaló la cabeza.- Hinata, no te he podido sacar ni un minuto de mi cabeza.- Cogió la sudadera y la miró. El número 9 estaba escrito detrás. No podía hablar. Se hizo un silencio entre nosotros que para nada era incómodo. Solo un silencio entre dos almas cansadas, que no saben que más hacer para que aquello que tienen se arregle.- Es raro que hable yo y tú no digas nada, pero antes de todo... sé que viniste a mi casa cuando estaba enfermo, si hubiese sabido que eras tú, hubiese ido a verte. Fui corriendo a entreno, intenté ir a verte, pero no me dejaron. Intenté devolverte las cosas, pero Yachi se me adelantó. Fui a tu casa, te vi y fui demasiado cobarde para llamar a la puerta, seguro que Yachi estaba allí. Te mandé esos mensajes, pensaba hablar contigo, pero allí estaba Yachi otra vez acompañándote a clase, como probablemente hacía cada día a pesar de llegar tarde y por último, el día que me dieron la noticia del Aoba Johsai... volvías a estar con ella.- Dejó salir un suspiro.- Yachi... tú... fuiste uno de los motivos por los que me fui. Ella... aaaah. Y no contactaste conmigo ni un solo día, yo pensaba que... al menos... un mensaje. Para saber como estaba mi abuela. Yo...- Cerró los ojos y apretó fuerte la sudadera.- Le hice una promesa a mi padre, a mi hermano, a Oikawa y a mi mismo. Si ganaba el torneo me quedaba.- Suspiró, medio sonrió y por primera vez me miró a los ojos.- Adivina que, hemos ganado... he ganado el torneo y debo quedarme en el Aoba. ¿Pero sabes que me puede hacer quedarme?- Negué con la cabeza.- Tú.

Se me llenaron los ojos de lágrimas porque no sabía que hacer o que decir. Me acababa de decir que no me había olvidado en las dos semanas, aún así no me había respondido a ningún mensaje y decía que no los había visto, todo parecía ser mi culpa. Me culpaba por ser la razón que lo ataba al Karasuno. Me acordé del mensaje que me había mandado un mensaje pidiéndome perdón, que él estaba perdido y que yo lo podía ayudar y yo le había rechazado. Le había defraudado. Una lágrima se cayó de mi mejilla.

— Vamos Shoyo... No llores.- Me tocó la mejilla y me secó la lágrima. Nunca lo había visto así, nunca me había tocado de esa forma. Descansó su mano en mi mejilla y un par de lágrimas brotaron de ambos ojos. Me cogió la otra mejilla y me daba caricias con el pulgar. Cerré los ojos y mi respiración se calmó poco a poco, tenía la piel de gallina y a pesar de estar nervioso, el hecho de que me tocara de esa forma hacía que sintiera tranquilo, como nunca me había sentido antes. Noté una pequeña presión sobre mí. Entonces fue cuando noté esos calientes labios sobre mí. Dejó un suave beso en mi frente, la puso contra la mía. Yo seguía con los ojos cerrados, pero escuché perfectamente lo que me susurró.- Solo dímelo, dímelo y me quedo.

Y permanecimos así lo que pareció una eternidad, pero para mí era más que suficiente. Quedarme así con él, era lo mejor que me podía pasar en mucho tiempo.







Recordad que tenéis hasta el viernes para conseguir llegar a los 20k y tener otro capítulo antes.

And His Smile Is So Fucking Cute |Hinata y Kageyama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora