KAGEYAMA 7

1.2K 105 40
                                    

Me encontraba "mal". Bueno, en realidad no. Torako me había molado mucho. Era una chica fuerte, lista, independiente, inteligente (que no es lo mismo que lista), se le veía feliz. Era de esas chicas que no necesitaban ayuda de nadie y menos de los chicos. En resumen, hacía lo que quería y eso era de admirar.
Así que la cuestión fue así:

Torako: ¿Como ha ido el entreno? Espero que bien, ¿la clase que te ha parecido? Yo he salido contenta.
Kageyama: El entreno genial, se han quedado muuuuy impresionados, pero nada más raro sino como siempre. Y la clase... al poco rato ha sido genial. Muchas gracias.
Torako: perfecto entonces, ¿cuándo te va bien para volver a quedar? No te vas a deshacer de mí tan fácilmente, lo siento.
Kageyama: hoy no me encuentro muy bien, ¿lo dejamos para otro día?
Torako: de hecho ya estoy yendo para tu casa, pero me vuelvo.
Kageyama: vente, ya me salto clase.

Y bueno, así había sido la conversación por SMS. Estaba emocionado y no sé por qué. En realidad, seguro que no estaba yendo para mi casa, se lo había inventado aunque no me importaba. Ese sentimiento no lo había sentido nunca, me hacía reír y feliz, como cuando sacaba o hacía una buena colocación a cualquiera de mis compañeros. Era raro que de un momento a otro me sintiera así. Tan rápido nadie puede sentir algo así por otra persona. Es imposible, ¿verdad?

Llamaron al timbre y fui a abrirla. Detrás de la puerta había una chica rubia con los ojos muy grandes y abiertos. Te absorbía con la mirada, conseguía entrar en mí, ser uno. Creo que eso solo lo había conseguido alguien que cuando me miraba me hacía sentir bien, me llenaba. La veía, pero no la miraba. En vez de ella... su cara se desfuminaba delante de mí. Su pelo empezó a volverse naranja, sus ojos no eran azules...

Y me desperté porque ella hizo un chasquido con los dedos.
— ¿A quién mirabas? Porque tu mirada iba más allí de mí, me atravesaba.
— Para nada, te estaba admirando. Tus ojos marrones, quiero decir... azules son muy bonitos.
— Vaya, si que te debes encontrar mal porque confundir el color de mis ojos con uno marrón. Espero que los ojos marrones en los que pensabas no fueran de otra chica. - Ella se rascó la cabeza y por primera vez vi un poco de inseguridad en ella, pero que desapareció rápidamente. En cambio yo... me estaba poniendo rojo, tenía mucha vergüenza. - ¿Estudiamos o hacemos otra cosa?
— De momento estudiamos que tengo entreno después, ¿Te parece bien? Otro día nos podemos ver, fuera del plan de estudios. - Asintió y entró en casa. Nos fuimos a mi cuarto y abrimos el primer libro de inglés.

Tenía el móvil al lado, junto a la lamparilla del escritorio. No paraba de brillar la pantalla y a sonar.
— Vaya, no para de sonar, ¿tan demandado estás?
— Nada, no es nadie importante. Uno del equipo, es muy pesado. A veces me pregunto cómo ha acabado en el mismo equipo que yo.
— ¿No te cae bien? - Me pensé la respuesta, ¿Me caía bien o no? ¿Podia considerarlo como un amigo?
— No lo sé, nunca me lo he planteado... es solo que yo no debería estar en ese equipo. En uno mejor, y he acabado aquí, con ellos y con él.
— Yo creo que es alguien importante para ti, aunque no te lo creas. Se te iluminan los ojos cuando hablas de él.
— ¿Cómo? ¿De verdad? - Se rió y negó con la cabeza, por un momento pensé que era real. Si cada vez que pensaba en él se me iluminaba la mirada... debía irradiar con tanta luz todo el día. - Reviso los mensajes y nos ponemos, ¿vale? - Asintió y por un momento noté como me salía una mueca al leerlos. Maldito chico zanahoria.

And His Smile Is So Fucking Cute |Hinata y Kageyama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora