KAGEYAMA 8

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Estaba aprendiendo, eso lo estaba notando. Me lo pasaba muy bien con ella, demasiado desde mi punto de vista. A pesar de eso... había algo que no podía sacarme de mi cabeza.
—¿En que piensas?- Me estaba mirando apoyada en el escritorio. Yo tenía un libro abierto delante, volví a darle un repaso. El inglés no era lo mío, ojalá todo fuera tan fácil como en el volley... mi cabeza volvió a pensar en el volley y toda la gente que había involucrada en ello. -Ei, ¿Estás ahí? - Y volví a la tierra.
— Sí, perdona. Estaba pensando en todo este vocabulario de inglés que bueno...- No se me daba bien mentir. Estuvimos en silencio el tiempo perfecto para escuchar el timbre que sonó.- ¿Has escuchado eso? Es el timbre. Voy a abrir...
— No te preocupes, tú mírate el vocabulario de inglés que no tienes ni idea y ya voy yo a abrir.
Comparé el libro y los apuntes que tenía. En un rincón de ésta había con una letra muy fea ésto: concéntrate un poco más, quedan 2 horas para salir e ir a entrenar. Tenía una letra muy fea, pero sonreí. Sonreí por su culpa. Suspiré. Miré por toda mi habitación de paredes blancas y allí estaba. Cerraba los ojos y aparecía. Volví a suspirar.
La puerta del armario estaba medio abierta, desde allí podía ver una camiseta, bueno LA camiseta de color blanco y azul claro. Me la miré muchas veces. Antes de que viniera Torako la guardé en la mochila para después del entreno. Volví a la silla rotatoria y cerré los ojos. ¿Estaba preparado para todo esto?
— Ya estoy aquí, ¿todo bien, nada mal? O hay algo que no te ha quedado claro. - Se acercó a donde yo estaba y se sentó a mi lado. Me miraba, giré la silla para no mirarla.- Dime, ¿qué te pasa?
— Nada, chorradas. Has tardado, ¿quién era?.
— Nadie importante, un chico que se había confundido de calle.- Mejor corre la cortina, que esta luz es muy molesta.
La verdad que la luz me era indiferente. No me molestaba, pero si que es verdad que esa luz de estar a punto de llover podría molestar. Por un momento pensé que quien había picado era alguien importante. Miré por la ventana disimuladamente para que la persona que hubiese picado, si seguía allí, no pudiera verme. Aún así, en un rincón de la calle vi algo naranja, cerré los ojos y corrí la cortina. Fuera quien fuera, no podía distraerme.
El tiempo pasaba y estaba escuchando, entendía lo que decía, pero no me interesaba. No podía sacarme de la cabeza a esa persona que había picado y que supuestamente no era nadie. Como éso no era suficiente para desconcentrarme, también estaba el hecho de haber visto una posible mata naranja deambulando cerca de mi casa que no se había dignado a preguntar por mí. Apreté los puños.

— Ya está bien por hoy, mi madre no va a tardar en venir y yo tengo que ir a entrenar, prepararme la mochila, la ropa...
Me cerró el libro y se acercó. No se me daban bien las chicas o cualquier otro ser humano o no humano. Hinata siempre decía que se me daban mal las personas. Él era el único con el que sonreía durante el día, no porque me hicieran reír. Aunque nadie se lo crea, soy una persona que se ríe mucho, es solo que no lo demuestro porque es una perdida de energía sonreír. Esa energía la podría invertir en otra cosa, como en los entrenos "privados" de Oikawa.  Me había vuelto a desviar del tema. Cada vez que pensaba en ella, en Torako, mis pensamientos se iban en el volley o en otra cosa. Solo había una persona que cuando se metía en mi cabeza, no se podía sacar.
— Puedes cambiarte aquí, no sería la primera vez.- Me puse rojo, no sabía como actuar. Solo interaccionaba con personas en el campo de volley, fuera no.
— Tienes cosas abajo, las vas recogiendo y así aprovechamos el tiempo.- Asintió, pero no parecía feliz, no parecía conforme con mi decisión.
Cuando acabé de cambiarme bajé a la entrada. Torako ya se estaba poniendo los zapatos. Me senté en el peldaño junto a ella y me puse los míos. Cuando me levanté, le tendí las manos para ayudarla a levantarla aunque no era necesario. De repente se abrió la puerta y vi entrar a mi madre. Reaccioné tarde y solté las manos de Torako.

Por un momento no sabía que hacer, pero escuché un ruido muy flojo, alguien corriendo. Esos pasos me eran familiares. Aparté a mi madre y corrí para ver quien era aquella persona que había sentido que salí corriendo sin verla.
En el fondo ya, porque corría muy deprisa... solo conocía a alguien que pudiera correr así. En el final de la calle se veía un punto naranja.
Sentí a mi madre decir que se había encontrado a un chico pelirrojo detrás de nuestra casa y que parecía estar llorando. Volví a entrar para coger mi bolsa e ir a entrenar. Chillé un: luego nos vemos. Dejé a mi madre allí, junto Torako delante de la puerta.

And His Smile Is So Fucking Cute |Hinata y Kageyama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora