PRÓLOGO

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"Poder entrar en ese pavellón por primera vez, después de haber estado entrenado durante mucho tiempo y muy duramente, como si no hubiera nada más, hacía que todavía fuera todo más emocionante. La sensación que sentía era imposible de describir en ese momento y, a día de hoy tampoco puedo.

Mi equipo, mi equipo no era nada. Todos eran mis mejores amigos de la escuela media que les había obligado a apuntarse por el simple hecho de poder participar en ese torneo, el cual sabía que no llegaríamos lejos, pero una pequeña llama dentro de mi hacía que tuviese un poco de fe. Que al largo del tiempo fue disminuyendo.

Tan solo ver el primer cruce, contra el Kitagawa Daiichi, supe que a lo mejor podríamos pasar al siguiente partido. Eso era lo que deseaba hasta que empezamos a jugar. Todas las bolas caían, una tras otra y otra tras otra en nuestro campo tanto por puntos suyos o, más tristemente, por nuestros errores.

Por dentro, la decepción me quemaba, aun así, no paraba de animar a mis compañeros. Se encontraban allí, intentando dar el máximo de sí mismos por mí. Me estaban apoyando y no era menos, tenía que animarlos hasta el final.

Segundo set, 24 puntos para el Kitagawa Daiichi y 5 puntos para nosotros. Y sin darme cuenta, con toda la desesperación que sentía dentro de mí. Mentira, no era desesperación sino pura rabia, después de todo lo que habíamos trabajado y entrenado estaba viendo la paliza que nos estaba pegando ese equipo.

Entonces, por nuestra sorpresa, el Rey (el mote que tenía el colocador de ese equipo) puso una bola para la derecha, para que alguien atacara, era tan rápido que la bola cayó. Botó por el suelo, solo se oyó eso en todo el pavellón, una bola botando. Y luego un grito celebrando que habíamos hecho un punto.

Mientras esperaba un saque, estaba de frente a él. Su cara, estaba vacía, no había ningún sentimiento. El ambiente que se respiraba en su parte del campo apestaba. Él estaba solo, todos nos habíamos dado cuenta. Aún así, no parecía enfadado, al menos no consigo mismo. Estaba enfadado con el respectivo rematador. El saque pasó por la red a duras penas. Ellos la recibieron con mucha facilidad, colocación y ataque.

Con una suerte que no sabía de donde había salido, conseguimos levantar la pelota. Una colocación amarga, la bola iba rodando demasiado e iba muy lejos. Y de dentro de mí, salió una energia que todavía no sé de donde apareció. Corrí con todas mis fuerzas, y ataqué. El pavellón volvió a quedarse en silencio. La gente me observaba. La bola botaba al final del campo, todo el mundo me miró. Ni yo mismo sabía que había sucedido. Se oyó el pitido del árbrito. Fin del partido. Una pelota con una gran velocidad, que los del equipo contrario no se habían ni dado cuenta de ella, se había ido fuera. Y perdimos.

Delante de mí, tenía, al colocador, al Rey. Me miró con indiferencia. Y yo, tan enfadado que estaba, con tanta rábia que sentía, solo le grité:

-A la próxima pienso ganarte ¡La próxima vez que nos veamos, voy a ser yo quien te gane!

Volvió a mirarme con indiferencia. Se encogió de hombros y me dijo:

-Primero tienes que saber jugar a voley.- Tardó un poco en contestar.- Y crecer.

Y desde ese día, sabía que iba a entrenar hasta el fin del mundo si hacía falta para poder ganarlo. Lo ganaría y lo dejaría por los suelos."

And His Smile Is So Fucking Cute |Hinata y Kageyama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora