Solo dímelo, dímelo y me quedo. Solo dímelo, dímelo y me quedo. Solo dímelo, dímelo y me quedo. Solo dímelo, dímelo y me quedo.
— Cariño, ¿estás bien?.- Asentí. Allí tenía mi madre, ayudándome a recogerlo todo para ponerlo todo en cajas. Me eché en la cama y suspiré.
— Voy a echar de menos esta cama. Aunque no lo parezca, he vivido muchas emociones en esta habitación.- Mi madre removió mi pelo.
— Lo sé cariño, pero es momento de pasar página y avanzar.
— Ya lo sé mamá, pero... tengo miedo.- Me sonrió, le devolví esa sonrisa triste y melancólica y me preparé para volver a casa.Cuando llegué, dejé todas las cajas en mi cuarto. La puerta se abrió y por allí apareció un chico con los brazos abiertos sonriéndome.
— Bienvenido a casa Tobio.- Y abracé a Suwa. Estar entre sus brazos me gustaba, llenaba un vacío que tenía. Él me había visto llorar en la habitación, yo me había entregado a él a corazón abierto.- Los chicos y yo te hemos preparado una sorpresa. Pero primero te ayudo a guardar todo.- Sonreí y acepté. Me llegó un mensaje: <<Espero que este colchón sea más cómodo. Nos vemos luego.>> Sonreí porque a veces Oikawa podía ser muy odioso, pero en el fondo cuidaba de mí y eso me gustaba. Era como mi hermano mayor, estaba allí cuando Haru no podía.Salimos de la habitación y me llevaron al pequeño parque que había detrás del pabellón. Sonreía delante de todos, pero como podía sonreír en el sitio donde había dicho en voz alta todo lo que sentía, solo esperaba una palabra. Solo una, solo esperaba un <<quédate.>>
— Solo dímelo, dímelo y me quedo.- Cerré los ojos yo también, no quería que ese momento acabara porque tenía miedo, tenía miedo de lo que podría pasar ahora, pero con él entre mis manos y mis labios en su frente me sentía a salvo. No se cuanto tiempo estuvimos así, se hizo eterno y a la vez duró tan poco. El tiempo se paró cuando me acarició una mejilla. Me miraba directamente. Me encontré con sus ojos. Sonreía y no sabía como.
— Tú no eres así...- Me puso una mano en el pecho.- Debes seguir a tu corazón.
Y se separó de mí. Sacó mis manos de su cara suavemente y se fue. No podía rendirse así, no podía darme por perdido. Si él se rendía, el resto... estaba ya lejos, justo en la puerta del pabellón. Corrí detrás suyo y con los ojos llorosos dije:
— Solo dilo.- Una lágrima cayó de mi mejilla. Le había cogido de la muñeca y le apretaba. Lo necesitaba.- Por favor.
Volvió a sonreír.
— Lo siento Kageyama.- Soltó su muñeca de mi agarre y entró. Y yo me quedé allí viendo como todo se derrumbaba delante mío.
Por primera vez en mucho tiempo o por primera vez en mi vida, había tocado mi sueño con la punta de los dedos, había conseguido agarrarlo, hacerlo mío, pero no sentaba bien. Todavía había más vacío en mi. Un vacío que aunque lo intenté, permanecía allí. Pensando que podría superarlo, pero allí estaba en mi fiesta de bienvenida pensando en él e intentando no llorar.La fiesta fue eso, un pequeño "pica-pica" donde se podría encontrar todo tipo de comida. Tenía que ser un momento feliz, pero pensar que justo donde yo estaba hacía un par de días, él me había rechazado, hacía que mi corazón se fuera rompiendo poco a poco más de lo que ya estaba. Un brazo me rodeó los hombros, esa forma de actuar y su olor, era Oikawa. No sabía si estaba listo para tener una conversación con él.
— Tobio, no te preocupes, ¿vale? Todo corazón roto acaba cicatrizando. Solo necesitas tiempo y distracción.- Me hizo girar para ver a todos los que estaban allí conmigo, celebrando mi bienvenida.- Aquí tienes gente que te quiere, te conocen de hace poco, pero te has ganado un lugar en su corazón.- Me puso un dedo en el pecho, justo en mi corazón y se me erizó la piel. Allí me había tocado él.
— Me dijo que siguiera mis sueños.- Miré al suelo y en voz baja.
— Kageyama, no he luchado por esto para que ahora te rindas por un chico. Si no sabe ver lo que tiene delante, él se lo pierde.- Suspiré. Oikawa tenía razón.[pasado un tiempo]
El Aoba me había cambiado. Ahora tenía redes sociales donde colgaba fotos, videos, textos... algunos mejores que otros. Rápidamente empezaron a aumentar los seguidores, los me gusta, los retweets o los favs. Se sentía bien ver a toda esa gente pendiente de mi. Iba por el colegio y la gente me saludaba. Chicas venían a pedirme el número y yo me ruborizaba, hasta que llegó un punto donde parecía rutinario. Lo que todavía me costaba era cuando venían chicos y me lo pedían, había algo que me hacía sentir algo raro.
A pesar de ser de primero, tenía más amigos de otros cursos más mayores y era la envidia de muchos de mi curso o superiores. Al fin y al cabo, era al único que invitaban a las fiestas. Luego era yo el encargado de compartirlo con el resto. Así pues, cada sábado llegaba más tarde a casa, cada vez me iba a dormir más tarde y me levantaba después de la hora de comer con grandes dolores de cabeza que según Suwa se llamaba resaca. Era menor sí, no podía beber, pero al fin y al cabo uno hace lo necesario para poder encajar. En el Aoba me olvidaba de quien era yo, de todo lo que rodaba al Tobio Kageyama antiguo. Ese que no tenía amigos, que estaba siempre enfadado, que todos odiaban, que él odiaba. El rey solitario estaba allí. En cambio en este nuevo equipo, todo era diferente, me había integrado como si nadie me conociera de antes.
El club de cine reproducía películas una vez por semana en el gran campus. Allí íbamos siempre con el grupo de Suwa, el cual me había añadido a su grupo de chat. Allí comíamos palomitas con refrescos de cualquier sabor y nos sentábamos en el césped junto a los otros estudiantes.
Cuando teníamos partido, el pabellón se llenaba y gente llamaba mi nombre. Estaba lleno de gloria, no pensaba que nada pudiera sacarme de allí. Estaba en la cima y lo tenía todo a pesar de ser de primer año, aunque si que había una cosa que me faltaba y hacía ver que no. Vivía en una burbuja que cada vez se estaba convirtiendo en mi modo de vida. No me había parado a pensar si a mi madre le molestaba, pero mi padre parecía estar más por casa, así ella ya no estaba tan sola.Pero hoy me encontraba sentado en un sofá, después de pasarme horas bailando y hablando con gente que no conocía. No sabía que llevaba ese poncho que alguien desconocido me había servido, pero estaba bueno y hacía rato que había perdido la cuenta de cuantas veces lo había rellenado. Hubo un momento en que todo daba vueltas. Mi móvil no paraba de vibrar, me llegaban notificaciones de toda la gente de esa fiesta que me estaba siguiendo en cualquier sitio posible. Me hice una foto y puse simplemente 4 palabras como pie de foto. <<Sigo esperando tu respuesta>>. 100 likes me llegaron justo al momento y empezaría a subir hasta los 1.000, si no los superaban. Esa sensación sentaba bien, pero durante unas horas. Luego volvía a sentir un vacío. Ojalá entre todos esos comentarios encontrara la respuesta. <<No me importa si me rechazas, solo quiero saber, para poder dejarte ir y empezar de nuevo.>>
Mi móvil salió volando de mis manos, miré hacia arriba tranquilamente. Nada me preocupaba, podrían robármelo que yo seguiría sentado en ese sofá.
— Alguien tiene que estar lejos de esto.- Solté un suave "Oikawa" fastidiado, quería mi móvil de vuelta.- te estás poniendo sentimental y en dos días te vas a arrepentir y los dos lo sabemos.- Mi cabeza se movió de un lado para otro. Sabía que mañana me iba a arrepentir, pero en ese momento lo necesitaba. Oikawa suspiró y me lo devolvió. Cuando cogí el móvil, de fondo vi a una mata naranja moverse. Me levanté rápidamente y fui detrás de ella, apartando a la gente y andando lo más recto que podía. Salió al jardín, seguí la mata que se movía. Cuando estaba en un rincón alejada de la gente, me acerqué rápido y le cogí la mano. Giré a aquella persona y clavé mis labios sobre los suyos, a pesar de tardar un poco, el beso fue correspondido. Hinata sabía tan bien, era una mezcla de chocolate con fresa y algo parecido al alcohol con un poco de tabaco. Me extrañó que supiera distinguir ese sabor si nunca lo había probado, el del alcohol ya no estaba tan seguro; llevaba en mi órgano desde la primera vez que salí y a pesar que era menor, me lo servían. Creía que había bebido demasiado hoy, más que de costumbre. Me separé para coger aire y solté en un suspiro: Hinata. Sonreí.
De repente noté una mano encima de mi mejilla. Abrí los ojos perplejos. Esa mata naranja era el pelo recogido de una chica, la cual parecía muy enfadada. Me miró otra vez y se fue más al fondo del jardín donde se encontró con otro chico.
Me dejé caer al suelo, me arrastré y me apoyé en el árbol. Suspiré fuertemente, estaba cansado, pero el alcohol seguía en mis venas.
Cogí el móvil y miré la hora, eran las 4:26 am. Era hora de volver a casa.
Entre en la app para decirle a Suwa que volvía a la habitación y también a Oikawa.
Esa mata naranja seguía en mi cabeza, ese sabor... quería saber como sabía el propietario de la mata naranja que me traía loco desde el día que me fui del Karasuno.
Entre los contactos busqué a Hinata y le mandé un mensaje, que cuando me levantara con toda la resaca, me moriría. Me enterraría debajo de ese mismo árbol y me quedaría allí por mucho tiempo.
En la foto de perfil, salía él sonriendo. Acaricié la foto. Entré en todas las redes sociales y empecé a buscarle, a seguirle y a mirar todas sus fotos. Joder, le echaba de menos.Hoy he ido al salón del Manga y había un montón de cosas de Haikyuu y estaba tan contenta que he decidido subir el capítulo. Nos vemos el viernes que viene 🙋🏽♀️
Pd: he puesto una canción que pensé que podría estar bien. Me la ponía para inspirarme. Si queréis que cada capítulo ponga una, me lo decís.
Ahora sí, adios!!
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And His Smile Is So Fucking Cute |Hinata y Kageyama|
Fiksi PenggemarVoley, su pasión. Su pasión, su competitividad. Su competitividad, su unión. Su unión, su fuerza. Su fuerza, su triunfo.