KAGEYAMA 3

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         Y como tantas veces antes, la bola se fue hacia el otro lado. Como si deseara que alguien estubiera a allí, para hacer el punto. Acabar con todo. Pero nadie estaba, y nadie estaría allí. Era un sitio... El peor de todos. Y la peor bola que podía colocar, el peor pase. El más difícil.

         Estaba rendido, no por el cansancio si no porque habíamos perdido. Habíamos perdido y ya no podría entrar en el equipo y perdería un año. Un año sin jugar a voley.

          Me giré para ver el balón caer, llegó un momento en que parecía hasta rutinario. El sonido del balón botando tras de mí. Una y otra vez. Y me giré para ver como perdíamos el set.
Y lo odio por eso, y siempre lo haré. Lo odio por hacer que me quedara esa cara de bobo. Sin darme cuenta sonreí, me alegré y me asusté a la vez. Voló desde el fondo de la pista y lo consiguió. Un punto, EL punto que nos hizo empatar. Había conseguido salvarlo, nadie, nadie había podido. Por eso no estaba en el Aoba Jōsai, por eso no me habían cogido, por ser demasiado competitivo ( desde mi punto de vista no es malo) y porque los jugadores se tenían que acostumbrar a mi y no al revés. Pero ese pelirrojo, una pelota demasiado rápida, demasiado para él.

El pavellón se quedó en silencio, todo el mundo lo miraba y ni él sabía que había pasado. Provocó el silencio y en un momento lo hace desaparecer.
-Buena bola, un poco rápida, pero estaba bien.- Levanta el pulgar y sonríe. Nunca olvidaré esa sonrisa.

            Saco, saco al chico ese del pelo negro y un punto más para nosotros y lo hago otra vez

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           Saco, saco al chico ese del pelo negro y un punto más para nosotros y lo hago otra vez. Esta vez la recibe, en un momento la bola se encuentra en nuestro campo. Lo miro y él me ve. Instintivo puro, eso fue, los dedos se me fueron hacia atrás y... No llegó al balón. Consiguió pasarla que nadie sabe como lo hizo. Y en ese momento me arrepentí. Y ahora, ahora que lo vuelvo a ver después del partido, mientras estiro y Daichi coge nuestras aplicaciones para entrar. No me arrepiento. Es un chico un tanto extraño.

          Lo miro sin saber que pensar. No entiendo como alguien como él pudo hacer algo así. No intento sonreír, mi madre dice que tengo una sonrisa muy bonita, pero creo que nunca la ha visto. Se gira y me mira, aparto la mirada de él y de reojo sé que me observa ¿Qué debe estar pensando de mí?

           Me pongo el uniforme rojo del instituto y cojo la mochila para irme, me encuentro delante de la puerta cuando alguien me llama. Hinata con su bicicleta, la cual es más grande que él, se acerca a mí y me sonríe, abre la boca para decir algo pero yo soy más rápido.
-¿No es demasiado grande esa bicicleta para ti?
Y me voy.

          Y ese día, ese día cambia mi vida, me la cambió para siempre.

And His Smile Is So Fucking Cute |Hinata y Kageyama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora