Light my fire | The Vamps |

Epílogo

Violent Hill - Coldplay

*POV Bradley

-Te amo, Sam, te amo-le había dicho. A lo que ella me había respondido con un beso.

Lo había dicho porque era verdad. Amaba a esa chica.

A pesar de todas las cosas que me había hecho, todas esas extrañas actitudes que había tenido conmigo, me decidí a perdonarla.

Porque así era, haría cualquier cosa por ella.

Luego de la noche anterior, y su huida por la mañana, había quedado destruido.

Eran muchos los fallos en nuestra precaria relación.
Ambos nos habíamos lastimado el uno al otro, pero sin embargo, el sentimiento seguía intacto, y a mi parecer, más fuerte con cada paso que dábamos.

Le había pedido que se quedara esa noche conmigo, simplemente porque los días anteriores, en los que estuve sin ella, fueron una maldita tortura.

Fue cuando me di cuenta de cuán importante era, y cuánto la necesitaba.

¡Por Dios!
¿Quién en su sano juicio sigue a la chica que le gusta tan sólo por querer estar cerca?

Ese era yo, el idiota de Bradley Will Simpson.

Verla con ese idiota de Louis me hacia la sangre hervir. Incluso más que cuando tenía que verla con el decerebrado de McVey.

¿Por qué? Porque James era un pendejo más, igual que yo. Pero Louis... Louis era el chico malo.
A leguas se notaba que todas las chicas caían rendidas a sus pies, y Sam no parecía ser la excepción, y eso me asustaba.

Creo que me Sam me intereso desde la primera vez que la vi, desde la primera vez que me salvo en aquella fiesta.
Pero como buen idiota, había intentado -fallidamente- autoconvencerme de que estaba equivocado, que la chica indicada era Dess.

En fin, volviendo a mi -patética- persecución, cuando ella y Louis habían decidido salir.

Eso sí que fue un maldito dolor de trasero.

Entrar a ese lugar me costo mi mesada entera para sobornar a los guardias.
Pero poco me importaba.

Ya había tomado el auto de mi padre sin permiso, el castigo estaba asegurado.

La observe a la distancia. La verdad de mi "persecución" era que quería hablar con ella. Pero el momento nunca se daba. Louis era una garrapata. Una maldita garrapata.

Verla subir con el de la mano al piso de arriba me había hecho dudar, porque era obvio que no habían subido para jugar a las cartas.

Lejos de irme, me quedé y tomé un trago, nada fuerte, sólo algo para aumentar mi melancolía.

Pasé un largo rato así, hasta que que escuche sus voz.

Estaba fuera de sí.
Totalmente fuera de sí.

Mi corazón empezó a latir desesperado al verla de tal forma, y lo siguiente que hice fue atravesar el mar de gente e intentar perseguirla.

Maldije al tal Louis, y juré que si le había hecho algo, lo mataría.

Sam me sorprendió al subirse a la camioneta del chico y salir del lugar.
Rápidamente, me despabilé y fui tras de ella, o al menos lo intente.

Sus luces eran bajas, así que la perdí fácilmente, pero no me di por vencido y seguí buscándola.

Cuando vi la camioneta mal estacionada, a un costado del camino, frené de inmediato y corrí hasta ella.
Pero Sam no estaba allí.