Capítulo 49 - Gotas de Lluvia

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Ian Josh y Obregón fueron llevados a una cárcel en Dinamarca. No era tan malo como parecía, Obregón se imaginaba un lugar mucho más deprimente pero solo era la mitad de lo que por su cabeza pasaba, al menos las celdas estaban limpias, el muchacho y el detective compartirían una de estas. -¡Esto no se ve tan mal!- Exclamó el detective luego de acomodarse en una de las dos frías camas de metal que tenía la celda, una frente a la otra a cada extremo de la celda. -¡¿No?!- Exclamó el muchacho a gran voz -No sé cómo vivas tú, amigo pero, ¡Yo no estoy acostumbrado a una vida como esta!- El detective rió levemente y colocando sus brazos tras la cabeza cerró sus ojos -¡Muchacho!- Dijo con una leve risa -¡A penas aprendes lo duro que es que tu vida gire repentinamente!- Se levantó de su cama y caminó hacia Obregón -¡Mírame a mí!- Añadió -¡Acabo de volver al lugar del que tanto traté de huir!- El muchacho bajó la mirada retractándose de sus palabras –Lo lamento...- Añadió en voz baja -¡No te disculpes!- Exclamó el detective con optimismo –Sé que es duro pero, ¡Así es la vida!- La sonrisa del rostro del detective comenzó a decaer poco a poco -¡Mírame a mí!- Añadió nuevamente frunciendo poco a poco el ceño señalándose con ambas manos sobre su pecho -...Un asesino que de una manera incomprensible llegó tan alto...- Su sonrisa se borró por completo, Obregón notó la tristeza que habían en sus ojos –Jamás comprendí por que el cambio tan repentino- Añadió el detective -¡Un día simplemente me encuentro en la iglesia del padre Matiu llorando en su regazo y...- Se sentó en su cama nuevamente viéndose deprimido -...Y luego simplemente estaba cumpliendo mi sueño y ahora...- Agachó la cabeza y golpeó la fría cama de metal con rabia -¡Estoy de vuelta del lugar de donde me costó tanto trabajo salir!- Mantuvo la mirada baja sin dejar descubierto su rostro y luego de un largo silencio volvió su mirada hacia el muchacho y le sonrió -¡Pero así es la vida!- Exclamó con la misma sonrisa optimista que tenía desde el principio, Obregón le vio impresionado –Te admiro...- Dijo el muchacho luego de soltar un suspiro -¿Qué dices?- Preguntó el detective también sorprendido -¡Te admiro!- Exclamó el muchacho nuevamente -¡Eres un ejemplo a seguir! ¡A pesar de tantos problemas, tantas personas allá afuera que no creen en ti!...- Josh vio como el muchacho agachaba su mirada y apretaba sus puños como si sintiese una profunda rabia en su interior –...A pesar de todo eso...- Añadió luego de apretar sus dientes y soltar unas espesas lágrimas –Tu siempre sonríes... Quiero ser como tú- El detective se puso de pie y se sentó al lado del muchacho que estaba sentado sobre la cama que estaba del otro lado de la pequeña celda -¿Sabes por qué? Porque no hay mayor dicha en esta vida que sonreír siempre.- Le respondió al muchacho colocando la mano sobre su hombro –Te haría muy bien intentarlo- Añadió y le sonrió -¿Cómo puedo hacerlo?- Le preguntó Obregón -Yo no tengo la respuesta- Respondió Ian Josh –La tienes tú en tu interior- El muchacho volteó a ver a Josh, él le sonrió –Cada vez que decides afrontar a la vida por más que te golpee- Añadió –Cada vez que decides dejar una huella en este mundo antes de desaparecer. Como una gota de lluvia- Obregón le sonrió a Ian Josh viéndole a los ojos -¡Deja de verme así!- Exclamó el detective riendo de broma -¡Aún no me acostumbro a esos ojos de gato!- Ambos rieron y el muchacho sin decir más palabra alguna, soltó un fuerte abrazo al detective quien correspondió sonriendo un poco sorprendido –Creí que esto te incomodaba- Añadió, Obregón no respondió y no hizo más que desahogarse calmándose con la calidez que sintió al abrazar a quien se había vuelto uno de sus amigos más leales en su vida humana. Y así ambos pasaron la primera noche dentro de la fría celda, siendo solamente la primera de las demás que tendrían que pasar.

En el cielo, Matías siendo su forma en esencia, fue llevado con Los Principados de la Divina Puerta. Siendo estos quienes habían juzgado a Obregón por sus males para desterrarle del Reino de Los Cielos, eran estos quienes se encargaban de juzgar a cada ángel que rompiera la ley divina y quienes se encargaban de tomar la decisión sobre desterrarle del reino o simplemente degradarle de sus privilegios, su rango, sus virtudes o su posición. Matías, por su esencia y lo que en su corazón abundaba, había sido nombrado ángel guardián y por el propósito para el cual había sido creado se le había dado el poder del destino en sus manos. Sin embargo, este era un día triste para el cielo pues uno de los más respetados de los arcángeles sería juzgado por, según dijeron los Siete de las Siete Copas, haber deshonrado al cielo utilizando su poder de controlar el destino en la tierra para ser el fiel seguidor de uno de los Siete Grandes Demonios. Más esto no era verdad, sin embargo, no había porque replicar pues, ni si quiera el arcángel Miguel podía cuestionar las decisiones de los Siete ni mucho menos de los Principados de la Divina Puerta. La Divina Puerta era una enorme puerta dorada con una estrella que poseía un ojo en el centro grabada en ella, dentro de esta puerta estaba la Sala del Juicio Divino, aquí era juzgado todo ángel y a su vez toda alma terrenal, cada uno de estos era presentado en cuerpo presente o solamente en esencia según se diesen las circunstancias. Los principados eran seres celestiales que no poseían forma física alguna, más podían presentarse ante cada ser del cielo de las formas que deseasen, haciéndolo normalmente como formas humanas sin rostro ni piel alguna, como si estuviesen hechos de un fino y brillante cristal. Y así pues, la decisión sobre el Arcángel Guardián del Destino fue tomada entonces tras la divina puerta, siendo una decisión dolorosa para cada ángel y cada ser del cielo.

Corazón de Ángel (ETAPA FINAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora