Capítulo 62

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Apenas llegó a su habitación, cerró la puerta con llave y se tiró a la cama, lloro como hacía tiempo no lo hacía. Verlo removió todos los sentimientos que tenía dentro.
Recordó todo, las salidas con el, cuando se sentaban a pensar en su lugar favorito, los besos, los abrazos, sus momentos íntimos, la frase que tenían "Entramos juntos, salimos juntos", recordó cuando la cubría en las misiones, cuando se preocupaba por ella, cuando estuvo internada él no se separó de ella ni un minuto.
Lloro, lloro con dolor, como no lo había echo hasta ahora. Le dolió verlo con ella, sentía que se ahogaba y pensó que enloquecería, le dolía el pecho, pero esta ves no era su corazón, ésta ves era la angustia que había tomado lugar en su cuerpo. Se sintió débil, sus brazos se le habían aflojado pero aún así tenía una gran presión en sus hombros. Se pregunto ¿Por qué? ¿qué había echo mal?.
Lloro hasta que se quedó dormida.

-

Estacionó fuera de la gran mansión. Se sentía mal, muy mal de hecho. Sarah se tiro sobre el y comenzó a besar su cuello, él sólo miraba al frente.
-¿No entras? He comprado lencería sexy y quiero estrenarla contigo. -ronroneó sobre su cuello.
-Hoy no puedo Sarah, tengo trabajo que hacer.
-Oh vamos, luego te encargas, desde que has dejado a la otra no te has acostado conmigo, no quiero pensar que me estás evitando gatito. -dejo su cuello. Z rodó los ojos. De echo Si la estaba evitando, no se acostaría con ella, no con Alysse bajo su piel. La tomo de las mejillas y se obligó a besarla, tenía que disimular.
-Lo siento- dijo después de besarla- es sólo que tengo demasiado trabajo y estoy agobiado. Luego haremos lo que tenemos que hacer.- dijo soltandola.
-Está bien, me voy, tengo que hacerme manicura. Adiós gatito.- lo beso, un beso repulsivo para Z. Apenas bajo del auto Z aceleró, quería estar tranquilo un momento. Condujo a gran velocidad hasta su lugar en frente al lago, estacionó y bajo. Encendió un cigarrillo y se sentó en el césped, observo el atardecer. El lago reflejaba el cielo, estaba hermoso.
Pensó el Alysse, llegó a la conclusión de que no podría ya dar marcha atrás. La había cagado muchas veces y conociendo lo rencorosa que ella era, era imposible que lo perdonara. La amaba, con su alma, pero tenía que dejarla ir, le estaba haciendo daño aunque no se encontraba junto ella. Varias lágrimas cayeron de sus ojos, le costaba, le costaba pensar en que tendría que dejarla ser feliz sin el.
Su padre estaba obsesionado con el tema de Sarah, a él no le importaba como su hijo se sentía, sólo llamaba a su móvil y le daba ordenes. Él casi ya no iba a su casa. El padre de Sarah era difícil para negociar y por eso le costaba tanto.
Estaba bajo presión y eso lo estaba matando por dentro. Deseaba con su vida estar con Alysse, pero así no podía, maldijo a su padre, al dinero, a la mafia y a todos los negocios sucios en los que estaba envuelto.
Se levantó de repente y camino hacia su coche, arrancó y fue a un lugar que hacía tiempo no iba.
Entró, el lugar tenía muchos diseños encuadrados en las paredes.
- ¡Z! ¡Que sorpresa verte aquí amigo!- hablo un hombre con muchos tatuajes en el cuerpo.
-Hola Sebastián, ¿como has estado?
-Tranquilo trabajando, ¿tu?
-Digamos que bien.
-Me alegro chico, ¿que te trae por aquí?
-Quiero hacerme otro.
-Está bien, ahora tengo un turno libre, ¿puedes?
-Claro, ¿comenzamos ya?
-Si.
Z le indicó el lugar y lo que deseaba plasmar en su piel. El chico cumplió su deseo y le escribió esa frase en la piel.
Luego de terminado se miró en el gran espejo que había en el estudio. Y en ese lugar, prometió que no la olvidaría jamás, ella estaba grabada en su piel como ese tatuaje.
Se lo había echo en el pecho, abarcaba todo éste con sus enormes letras, comenzaba de una clavícula y terminaba en la otra en forma de un gran collar.

Sonrió con melancolía

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Sonrió con melancolía.
-Te quiero cariño.- susurró.
Pago y se fue.
Iría al gimnasio, hacia mucho que no entrenaba. Sus músculos estaban marcados pero no era por entrenar, había tenido crisis de rabia, golpeaba todo objeto que se le cruzaba y eso le llevaba mucha energía y fuerza.

-

Las horas habían pasado.
Alysse abrió los ojos y un gran dolor de cabeza la inundó por completo.
Dormirse llorando puede ser considerada una de las peores cosas del mundo. Significa que tu cuerpo no soporta tanto dolor y decide descansar por si sólo.
Se levantó y camino a su baño. Se observó en el espejo, su aspecto era horrible. Tenía los ojos hinchados, estaba algo transpirada y despeinada. Verse así causó que varias lágrimas cayeran por sus mejillas. Se quitó la ropa y se metió a la ducha.
El agua fría golpeaba su espalda con violencia pero a ella no le importó, lloro bajo ella.
No podía con tanto dolor.
Luego de casi media hora bajo el agua, no sentía su cuerpo, así que decidió salir.
Sus pies hormigueaban, de seguro los tenía dormidos.
Camino desnuda hacia la habitación nuevamente y se tiró en la cama. No quería bajar, no quería ver gente.
Miró el techo, las lágrimas habían cesado.
Esperaba dormirse nuevamente pero no pudo. Se levantó de la cama y se puso su albornoz. Buscó entre sus cosas, sabía que tenía oculta una cajetilla de cigarrillos por ahí. Cuando la encontró camino hacia la pequeña terraza que tenía en su habitación, se sentó en el suelo. Ya era de noche y podía ver la luna llena brillar con intensidad.
Colocó un cigarrillo entre sus dedos y lo observo. No debía hacerlo, pero necesitaba tranquilizarse.
Tomo el mechero y lo encendió. No lo puso en su boca, algo le decía que no lo haga. Cerro los ojos con fuerza y partió el cigarrillo en dos. Esa situación no podría con ella, confiaba en que sería lo suficiente fuerte como para no caer de nuevo.
Saco todos los cigarrillos de la cajetilla y los miró. Tomo otro y lo partió, repitió el acto con los demás. Sólo había quedado uno. Cuando lo fue a romper, un pensamiento llegó a su mente, los cigarrillos eran como su antigua relación, como su corazón, como sus sentimientos, todos terminaron rotos.
Rompió el último y suspiro. 
Junto todo y tiró todo al basurero. Se acostó en su cama nuevamente.
Cerró los ojos y recordó su medicación. Se paró nuevamente y camino hacia uno de los muebles. Sacó su medicación y fue a baño por agua, la tomo y se volvió a acostar.
Esa medicación la tranquilizaba así que cerró los ojos esperando el sueño que no demoró en llegar. Ya no quería pensar más en Z, lo quería olvidar. 

Encuentro fatal. TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora