Capítulo 73

3.7K 221 0
                                    

-Hijo, tienes una misión que hacer.- dijo tomando algo de whisky. Z mientras fumaba observaba a su padre, los dos estaban el despacho.- debes vigilar a uno de nuestros vendedores, creo que nos está traicionando.
-¿Donde se encuentra?
-Al norte
-¿Cuanto tiempo tendré que seguirlo?
-Hasta que tengas alguna pista que compruebe su traición.
-Si lo hago debo asesinarlo ¿o traerlo aquí?
-Asesinalo.
-Okey. -se levantó del sillón ejecutivo y camino a la puerta. Antes de salir su padre le llamó otra ves.
-Zack, tienes que dejar de vivir así.
-No hables de ese tema conmigo. -Me preocupo por ti. -dijo terminando su whisky.- Z volvió al despacho y tras de él golpeó fuertemente la puerta.
-Escúchame una cosa, a ti lo único que te preocupa es el dinero y los putos negocios sucios.- golpeó el escritorio con la palma de su mano.
-Eso no es verdad hijo.
-Deja de ser tan cabrón, me has cagado la puta vida, ya no te metas. -Camino hacia la puerta nuevamente y salió.
-Saludos a Sarah- sintió que su padre gritaba. Camino hacia una gran estantería que había en el living y saco una botella de whisky de ella. La abrió y la empinó en su boca. Se fue hacia su casa con la botella en la mano.
Hacia un año y medio que vivía en un gran apartamento en el centro de la cuidad junto a Sarah.
Condujo prácticamente ebrio, estacionó mal y subió por el ascensor, aún tenía la botella casi vacía en sus manos.
Abrió la puerta y entró tambaleandose. Sarah estaba reunida con dos de sus amigas. Z rodó los ojos al verlas. Siempre estaban ahí, eran mujeres que no hacían absolutamente nada de su vida.
-Váyanse de aquí- ordeno. Todas las mujeres le dirigieron la mirada.
-Cariño, trata bien a mis amigas, han venido a visitarnos.
-Claro que no, han venido a visitarte a ti, yo ni siquiera las conozco. Aparte, siempre están aquí, parecen garrapatas.- Sarah suspiro. Les dijo a sus amigas que se retirasen y ellas lo hicieron, ya estaban acostumbradas a este tipo de situaciones, Z siempre llegaba ebrio a su casa. Luego de que las mujeres se fueron Z camino hacia uno de los sillones, tiró al suelo todas las cosas de maquillaje que tenía ahí arriba Sarah y se sentó en él. Encendió el televisor y sintonizo un partido de fútbol americano.
Sarah se paró frente al televisor tapándole las vistas.
-¿Quieres quitarte? Me molestas.
-Tienes que dejar de llegar ebrio a la casa Zack.
-¿Sólo porque tu lo dices? Já.- se levantó y camino hacia una estantería que él mismo había puesto, de ella saco otra botella de whisky, la abrió y volvió a tomar.
-Deja de beber, ¡joder! -dijo Sarah tratando de quitarle la botella. Z la apartó fácilmente de su lado.- tienes que dejar de ser así, ya está Zack, debes seguir adelante, debemos seguir adelante. Yo no tengo la culpa de que Alysse no te ame. -Le dijo furiosa. Z abrió los ojos de par en par. Odiaba que se dirija a Alysse. Levantó la botella en el aire y la estampó contra la pared. Sarah soltó un grito del susto.
-No vuelvas a nombrarla. -dijo mirándola fijamente.- ¡No vuelvas a nombrarla en tu puta vida Sarah!- le gritó. Camino hacia la puerta principal y salió del apartamento.
Estaba aturdido y mareado condujo hacia su lugar para pensar, se sentó en el césped y observó el lago mientras fumaba un cigarrillo. Estaba llorando, otra ves.
-Parezco un jodido marica- hablo sólo mientras limpiaba sus lágrimas. Sentía un gran vacío en su interior, era un hombre sin ningún sentimiento ya. Extrañaba a Alysse, hasta pensó en estar obsesionado con ella. Los primeros seis meses fueron una locura, había contratado a muchísima gente que la rastree y la ubique, pero ninguno lo hizo. Esos seis meses había perdido completamente la cabeza, fue cuando comenzó a beber. Dejó a Sarah por un tiempo pero luego su padre lo presionó para que volviera con ella. Luego descubrió que el mismo hombre que lo engendró le había pagado a todos sus investigadores para que no le den información de Alysse, por eso nadie la encontraba.
Quiso buscar por su parte pero no podía concentrarse, las noches eran un infierno y los días no se quedaban atrás. Las ojeras ya formaban parte de su rostro, hacia tres años que estaban ahí, su cuerpo estaba débil, ya casi no entrenaba y la barba había crecido demasiado pero no tenía voluntad de rasurarla. Parecía un indigente. Se había hecho aún más tatuajes. Tenía casi toda su espalda oculta por ellos y gran parte de sus brazos.
Se levantó de su lugar y subió al coche, iría a estacionarse fuera de la casa de los Falcon, como lo hacia hace tres años. Nadie lo veía, estaba bien oculto. Necesitaba saber si había algún movimiento de Alysse.
Luego de llegar, espero, como siempre. En la casa casi nunca había tanto movimiento como ese día, lo que le pareció extraño. ¿Y si le había pasado algo a Alysse?, sacudió su cabeza para eliminar ese pensamiento de ella. Decidió seguir observando.
De repente una gran camioneta estacionó frente a la puerta, su corazón comenzó a latir fuerte.
Primero bajo el cabrón de Tom, luego Robert y por último... no podía ser... de seguro estaba alucinando. Cerró sus ojos fuerte y volvió a abrirlos pero ella seguía allí, maldijo al whisky por no tener sus cinco sentidos óptimos.
Tom la tomó por la cintura y le dio un gran beso, de esos que sólo él le daba hace tres años. Robert sólo sonreía mientras entraba a la casa.
Apretó el volante con sus manos, tanto que dolía. Ella estaba ahí, ella volvió a aparecer. El amor de su vida estaba besándose con otro, pero estaba ahí.
Pensó en bajar del auto, correr hacia ella y darle un gran abrazo para no soltarla nunca mas. Pero luego se dio cuenta de que sería una pésima idea, la última ves que le dirigió la palabra le dijo que lo odiaba.
La vio subir de un salto a la espalda de Tom, este caminaba lo que quedaba hasta la puerta dando vueltas, haciendo reír a Alysse. Esa risa tan blanca, tan perfecta, que logró cautivarlo en algún momento ahora lo estaba haciendo de nuevo, sólo que también le causaba un gran dolor.
Ellos entraron a la casa y ya no los vio. Limpio una lágrima que caía por su mejilla, no se había dado cuenta de que estaba llorando. Encendió el coche y salió pitando de ahí. Mientras, pensaba en algún plan para volver a hablar con ella sin que lo atacara.

Encuentro fatal. TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora