H: part. 2

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Capítulo dos

V
er a Hades ordenando todas sus cosas sola me hacía sentir de una manera extraña, no me gustaba ser de esa forma —tan insensible con ella—, yo no era así y ahora se estaba convir-
tiendo en algo muy común en mí. Pasé de largo hacia mi habitación y cerré la puerta tras de mí.
Mi cama estaba desordenada, pero eso no importaba, solo necesitaba dormir un poco, los días que seguían no iban a ser los más geniales con mi nueva hermanastra haciéndome compañía.
—Kore —La señora Azriel, o más bien ahora de Seyhan, estaba tocando mi puerta—, necesito pasar y pedirte un favor, princesa —En verdad era un amor esa señora, no sabía cómo explicar qué era lo que me hacía sentir tan a gusto al estar con ella.
—Lo que usted desee, pase por favor —dije gentilmente y ella entró segundos después.
—Ya sé que Hades y tú no se llevan muy bien —dijo con un tono triste—, pero no vengo a pedirte que te lleves bien con ella, solo te pido que por esta semana la dejes dormir contigo porque su habitación está hecha un completo desastre, así que no tiene donde dormir y...
—No se preocupe señora Azriel —No me agradaba Hades, la razón la desconocía, pero haría un gran esfuerzo por su mamá, solo por eso—. Hades puede quedarse aquí, y por lo de no agradarme, no se preocupe tampoco —No sabía qué mierda estaba diciendo, pero ¿qué se supone que debía hacer en esa situación? —. Por esta semana trataré de olvidar eso, además, es solo que no soy muy simpática y, pues, no la conozco.
Tal vez no debería decir cosas que no voy a cumplir.
—¿Segura que estás bien con que Hades se quede aquí?
Me quedé en silencio y moví mi cabeza en señal afirmativa. Obvio que no, pero lo iba a intentar...
O tal vez no, tal vez lo iba a disfrutar.
Luego de la charla con la señora Azriel, fui al baño, cepillé mis dientes y tomé una ducha con agua caliente, dejando que recorriera todo mi cuerpo. Al paso del agua tibia sobre mi piel, el cuerpo se iba desestresando, era la sensación que más me gustaba, en verdad.
Entré a mi habitación y sin pensarlo me quité la toalla, dejándola en algún sitio sin fijarme, mientras me movía no noté que había alguien más allí. Hades estaba parada frente al vestidor, Me miraba atentamente con unos ojos bien abiertos, me paralicé por un momento y pude sentirme pequeña ante su mirada expectante, pude sentir mis mejillas teñirse, pero no iba dejar que ella supiera que estaba avergonzada.
—¿Te debo algo o qué? —escupí y ella de inmediato bajó la mirada, sus mejillas se encendieron.
—Yo...
No dijo más y salió de la habitación, yo puse los ojos en blanco.
¿Acaso no sabía defenderse?
Busqué uno de mis pijamas en el armario, pero me fue casi imposible, ya que la ropa de Hades estaba junto a la mía y no sabía con claridad dónde buscar, una idea pasó por mi mente y pues dejé que fluyera.
Cambié de opinión y me puse ropa para salir de casa, algo que me abrigara bien porque estaba haciendo mucho frío; bajé las escaleras, vi a Hades y a su madre, estaban conversando de algo que no pude escuchar, sonreí para mí misma al recordar lo que le esperaba a la chiquilla que no sabía defenderse y salí, dejando que el frío golpeara mi rostro con suavidad.
Las calles de Vancouver eran casi desiertas por donde vivía, pero siempre había un lugar al cual podía ir a estas horas, la casa de mi novio quedaba a unas cuantas manzanas de la mía y, aunque no me gustara mucho caminar hasta allá, no me hacía bien estar tanto tiempo con Hades tan cerca, esa chica me hacía sentir extraña y eso no me agradaba.
A lo lejos vi las luces blancas de la casa de Kayn brillar y adelanté mis pasos para llegar más rápido, ya que el frío no me permitía respirar muy a gusto. Saqué una de mis manos del bolsillo y toqué la puerta unas cuantas veces para después ver al chico de mirada canela aparecer con una sonrisa al verme, me abrazó sin decir una sola palabra y me invitó a pasar.
—Me da mucho gusto tenerte aquí, nena —dijo y rodé los ojos, no me gustaba que me llamara de esa manera y él lo sabía, sonrió y besó mis labios.
—Odio que me llames así —dije separándome de él—, además no estoy de humor, Kayn —Me senté en el sofá de cuero negro que tenía en medio de la sala y me dispuse a mirar el techo.
—¿Pasa algo? —preguntó moviendo su bonito trasero hacia la cocina.
—Tengo una hermana —Suspiré audiblemente.
—¿Y eso es bueno o malo? —Se sentó a mi lado y me pasó una taza humeante de algo que parecía café.
—No me agrada —dije encogiéndome de hombros.
—¿Por qué no? —preguntó sorbiendo un poco de su café.
—No lo sé —Tomé un sorbo de mi café y él se encogió de hombros.
—Tal vez se lleven mejor de lo que esperas —dijo subiendo y bajando las cejas.
—Es una niña de mami —Rodé los ojos. Él me miraba muy atento—. La he tratado mal y ni siquiera se inmuta, espero que haber sacado toda su ropa de mi closet y dejarla en el piso haya ocasionado alguna reacción por su parte al menos —pensé esto último en voz alta y puse la taza en la pequeña mesa que estaba al frente del sofá.
—Interesante —Me tomó por la cintura y me colocó entre sus piernas para después ir por mis labios, le respondí, pero mi mente no paraba de pensar en cómo iba a ser mi vida ahora con estas dos nuevas personas en ella—. Kore, ¿sigues aquí? —Kayn movía una mano por mi rostro sacándome de mi trance.
—Lo siento, creo que tu café estaba demasiado malo —Sonrió y dio un corto beso a mis labios.
Kayn era el chico que todas querían, pero él solo me quería a mí y agradecía eso, era atento, amable, me escuchaba y al parecer me quería, no es que yo no lo quisiera, pero no sentía lo que se suponía que debía sentir cuando se está con la persona que se ama; sí me atraía, era guapo y tenía un cuerpo para morirse, además era muy popular en la escuela y eso me agradaba.
—Creo que debo irme —dije mientras lo abrazaba aún en su regazo—, papá no está y creo que es mejor que me vaya antes de que él venga a buscarme —Sonreí y él me sacó la lengua.
—Sabes que Mikell me ama —dijo con una sonrisa y yo rodé los ojos—. Apuesto a que si le llamo y le digo que te quedas a dormir conmigo, te deja —Tenía razón, pero yo quería estar en casa.
—Hice mucho en venir sin avisarte —Sonreí—, así que es hora de irme y me voy, estoy un poco cansada, la verdad quiero dormir —Hice una mueca al recordar que debía dormir con Hades, él lo notó y puso las cejas gachas en busca de alguna explicación—. Debo dormir con Hades por una o dos semanas —confesé rodando los ojos y él empezó a reír—. ¿De qué te ríes, estúpido? —Le di un zapé en el hombro y él fingió que le había dolido.
—Mejor te acompaño a casa —dijo con una sonrisa traviesa.
—¿Estás esperando que le haga algo verdad?
Negó.
—Estoy esperando que ella te haga algo —dijo subiendo y bajando las cejas de manera insinuante—, creo que le declaraste la guerra a tu hermanita y no voy a intervenir, así que te acompañaré —agregó con una sonrisa. Yo quería asesinarlo con la mirada.
—Se supone que eres mi novio —lo regañé y él empezó a reír.
—Solo quiero conocer a mi cuñada.
—Pues no la vas a conocer porque no es mi hermana y me voy sola —sentencié y salí rápido de su casa.
Caminé de regreso y la poca luz que había me permitía ver el vaho salir de mi boca, ya que estaba respirando por ella, me gustaba mucho ver ese humo casi congelado que exhalaba. Pocos minutos después llegué a casa y me quité el abrigo para calentarme con el calor de eso que yo llamaba mi hogar, la chimenea estaba encendida, así que no lo pensé dos veces y me senté al frente estirando las manos hacia el fuego.
Pasé varios minutos frente a la ardiente llama y me extrañó que no hubiera nadie hablando o que estuviera todo en un peculiar silencio.
Fui a la cocina y no vi a nadie, así que me dirigí a la habitación de papá y lo que escuché fue... ¡Mikell!
¿Eran gemidos?
Me separé rápido de su puerta un tanto asqueada y corrí por las escaleras sin hacer demasiado ruido —de veras que no iba a ver a la señora Azriel de la misma manera ahora—. Pasé por la habitación de Hades y la vi allí de espaldas sentada en el piso, seguí mi camino y entré a mi habitación.
Me quité la ropa y, esta vez, sí me puse el pijama de rayas que tanto me gustaba, el armario estaba arreglado, mejor que como estaba antes, rodé los ojos casi por inercia.
Me giré hacía la cama, pero antes de acostarme pude divisar en el buró una pequeña nota con una envidiable caligrafía.
"Tal vez no deberías meterte conmigo, no me conoces y no sabes de lo que soy capaz".
Una sonrisa se me dibujó en los labios al ver que la niña buena, después de todo, no era tan angelical, o al menos iba a intentar defenderse.
Me empezaba a agradar su manera de pensar.
Me desplomé en el lado derecho de la cama, aunque no sabía qué hora era, quedé profundamente dormida casi al instante, no había comido nada, pero no era muy importante, mi sueño se redujo a oscuridad y amnesia, desperté luego desconcertada y con la boca seca, eran apenas las tres de la madrugada cuando fui por un vaso de agua a la cocina. Al regresar a la habitación me encontré con un cuerpo justo al lado de donde yo dormía, me asusté al momento, hasta que caí en cuanta que Hades me acompañaría por un tiempo.
Me quedé como boba observando cómo su pecho y respiración se conectaban en sintonía, tenía la boca ligeramente abierta y me sorprendió pensar que se veía tierna de esa manera, sacudí la cabeza como si eso fuera a alejar el pensamiento y me acosté de nuevo después de dejar el vaso en el buró.

Sentía mucho frío, sentía que el cuerpo se me estremecía por aquella sensación de que me iba a congelar en cualquier momento, me desperté y pude ver el reloj a lo lejos anunciando que eran las 10:00 a.m., Hades ya no estaba y agradecía eso; me dispuse a levantarme, pero al pisar el suelo di un grito, ya que este estaba muy frío, así que solo me quedó subirme de nuevo a la cama. Justo al lado de mi almohada había otra nota de color rojo que me dio una pizca de curiosidad y la tomé.
"Buenos días hermanita, me tomé la libertad de hacer algunos cambios en tu habitación, espero te guste el hielo."
Miré el suelo y estaba lleno de hielo todo el puto cuarto; había una capa de hielo, y ninguna de mis sandalias aparecían, hasta que las vi, estratégicamente apiladas, en frente de la puerta, el frío era una mierda, empezaba a botar humo por la boca y las manos ya se me tornaban más blancas de lo normal, con suma rapidez me dirigí a la puerta haciendo una mueca de dolor con cada trozo de hielo que sentía que se me clavaba en los pies. No tuve mucha suerte porque en un muy mal movimiento resbalé y caí sobre mi trasero, causando que hiciera una mueca de dolor al sentir cómo se me clavaban en la parte baja también.
Me levanté con furia y caminé sobre el hielo sin importarme nada más que el hecho de encontrar a Hades y hacerle pagar. Caminé hasta las escaleras y las bajé, no muy rápido por el dolor, y cuando lo hice no encontré más que otra nota con la letra de mi padre en ella.
"Volvemos en un rato cariño, fuimos por algunas cosas para la luna de miel".
Mi furia no disminuía y podía sentir la sangre hervir dentro de mis venas, Hades me las iba a pagar, pero lo mejor era esperar a que mis padres estuvieran en su luna de miel para vengarme.
Ya vas a conocer a Kore Seyhan hermanita...

Los secretos de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora