H: part. 14

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Capítulo catorce

—Esto no es bueno, Norman —Seiah hablaba como si Kore o yo no estuviéramos presentes—. Mira, está usando ropa de Kore, de verdad, ¿estás segura de que Kore no te ha hecho nada malo, o ha intentado envenenarte con cloro o algo? —Era un poco gracioso ver esta escena, ya que ella se comportaba como si fuera mi madre.

—Todo está bien, Seiah —dije con una sonrisa calmada, Norman se quedó mirándome.

—Tengo que hablar algo serio con ustedes, chicas —Kore tenía una malteada en sus manos mientras miraba a Seiah y Norman—. Solo con ustedes —Ok, eso fue grosero, pero, de todos modos, me paré de aquel asiento y caminé hasta los bancos que se encontraban en el gran jardín del colegio, ya sabía que las cosas con Kore no cambiarían mucho, así que eso no significaba nada.

Caminé hasta uno de los bancos rojos que daban vista a la gran biblioteca; la brisa movía mi cabello y yo simplemente me limité a sentir la brisa fría que golpeaba mi cara, cerré los ojos al sentirla, el olor a Kore se instaló en mi respiración al tener puesta su ropa, no podía explicar por qué, pero olía tanto a ella que me sentía segura solo con eso.

—Hey —Sentí cómo alguien se sentaba a mi lado y abrí los ojos para encontrarme con el pelo rizado de Harry.

—Hola —Sonreí al verlo.

—¿Qué tal? ¿Por qué tan sola? —Su voz era suave y no sé por qué sentía que él quería algo más que una amistad conmigo.

La verdad, desde que nos conocimos, siempre ha sido muy atento y hasta cariñoso conmigo, por ejemplo, recuerdo que el día de la fiesta donde me encontré con Kore pensé que por lo menos intentaría besarme, pero yo solo me senté en una esquina a esperar que pasara el tiempo, él se me acercó y empezó a contarme cosas de cuando era pequeño y que cuando tenía cinco años se había depilado las cejas por completo porque le daba curiosidad el por qué su madre usaba aquel aparato para sus piernas, haciendo que yo riera a cada instante que estaba junto a él en ese corto tiempo.

—A veces necesitamos tiempo para nosotros mismos —dije con una sonrisa—, ¿no crees?

—¿Quieres que te deje sola? —preguntó mirándome con temor que yo dijera que sí, se veía tan tierno de esa manera: el cabello rizado, que había crecido más desde que lo conocí, ahora le llegaba a los hombros, sus ojos verdes, junto a unos cuantos tatuajes que se veían por sus brazos, y estaba segura de que tenía más en el resto de su cuerpo.

—No, claro que no —dije rápidamente y pude notar cómo se relajaba y sonreía—, ya he tenido suficiente tiempo para mí misma —Sonreí mirándolo.

—Este sábado es mi cumpleaños y...

—¿Quieres invitarme a tu fiesta? —intervine antes de que terminase.

—No, te quiero invitar a salir —Oh, eso no me lo esperaba—, tal vez suene extraño, pero quiero pasar mi día con alguien especial y, por una vez, hacer algo diferente que estar de fiesta en fiesta y esas cosas.

—¿Y tu madre? —pregunté ocultando una sonrisa—. Supongo que ella es muy especial para ti.

—Muy graciosa —dijo fingiendo una sonrisa, la cual me hizo reír.

—Supongo que no tengo ningún problema con eso.

¿O sí? Solo era una salida de amistad, ¿no? Bueno, eso esperaba porque en realidad él me agradaba demasiado como amigo y no quería dañar este comienzo de amistad que apenas llevaba algunos meses.

Él sonrió con mi respuesta, sus hoyuelos se hicieron presentes, haciendo que pareciera un niño de lo tierno que se veía, se paró de inmediato y me abrazó levantándome, no pude evitar sonreír por cuán cómico se veía.

Los secretos de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora