H. Part. 44

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Capítulo Cuarenta y cuatro

Debería haber dormido todas esas horas antes de que el sol saliera, se suponía que eso haríamos, pero quién puede dormir cuando hay algo mucho más importante para hacer, además, había dormido casi todo el día, Hades sí parecía disfrutar de su siesta, incluso yo también lo estaba disfrutando al mirarla con tanta paz en el rostro.

Y pensar que toda esa paz de su rostro escondía tantas guerras, tantas lágrimas y tanto dolor, pero aun así ella seguía con su sonrisa, irradiando amor y esparciendo felicidad. Admirable, eso era ella.

La noche pareció muy corta, no hice nada la noche entera más que verla dormir, tenía miedo de tocarla y hacerla despertar, justo allí venían tantos recuerdos de ambas...

Pasado

—Hola, tú debes ser Kore, ¿no? —dijo con una sonrisa bastante amigable.

Pero claro, yo era una estúpida.

—Así es —dije mirándola de arriba a abajo por encima de mi hombro, dejando claro quién estaba por encima.

Como si todo fuera un puto juego para mí, qué inmadurez la mía, ¡Dios!

—Es un gusto, Mikel siempre me habla de ti —dijo mirando a mi padre, quien estaba sonriendo mientras nos miraba.

—Qué raro, porque a mí nunca me habló de ti —dije muy seria para hacerlo más creíble, obvio que tenía más de un mes hablando de ella, pero como siempre, mi idiotez no tenía límites—. ¿Cómo dices que te llamas? —Fue casi al instante de decir eso cuando su sonrisa se borró por completo y mi padre me miró un poco sorprendido y molesto, pero a mí no me importaba, quería dejar claro que ella no me agradaba y siendo cortés no lo iba a lograr.

—Kore... —Mi padre intervino, pero ella habló interrumpiendo lo que él iba a decir.

—Vale... —dijo, era extraño lo que sentí cuando ella mordió el interior de su mejilla para no empezar a llorar, era una sensible al parecer—, está bien, yo soy Hades, no te preocupes, diría que fue un placer, pero de tu parte claramente no lo es —Al decir esto miró a mi padre y se perdió por la puerta que iba al pasillo fuera de mi habitación.

Lo malo de los recuerdos es que siempre los recuerdas cuando todo es diferente a lo que viviste.

—¿Te crees muy graciosa, eh? —escupí y ella cambió de expresión, asustándose un poco, pero luego se recompuso y volvió a sonreír.

—Sigue metiéndote conmigo y verás que el hielo que esparcí por tu habitación no será capaz de apagar el fuego que va a quemar tu trasero —dijo soltándose de mi agarre con brusquedad.

De mi enemiga hasta ser el amor de mi vida, irónico, ¿no?

.......

—No entiendo —dijo observándome un tanto preocupada—. ¿Cómo te hace sentir?

—Es extraño, es como si sintiera que ella quiere un lugar que me corresponde a mí y no me cae bien, no sé qué me pasa con esa chica —Suspiré otra vez—, tal vez solo son celos y no lo acepto.

O tal vez, solo tal vez, sentía algo que era totalmente nuevo para mí y estaba asustada de eso. Amor.

.......

Seiah y ella se habían vuelto inseparables y mis celos incrementaban al ver a ambas caminar de un lado a otro por los pasillos o que estuvieran en su habitación haciendo tareas y esas cosas.

Hades en poco tiempo se había ganado su confianza porque cuando estaban conmigo, cada vez que ella salía al tema de conversación, simplemente decían lo genial que era o algo gracioso que Hades había dicho o que para ellas Hades era como una hermanita pequeña con la cual hacer cosas de chicas como ir a las tiendas, hacer bromas y ese tipo de cosas, no es que conmigo no hicieran esas cosas, pero me irritaba que también MIS amigas compartieran con ella.

Los secretos de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora