H: part. 3

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Capítulo tres

Podía sentir humo caliente salirme de la nariz al ver a Hades en frente de mí con una sonrisa de niña buena. Ni siquiera me dirigía la mirada, y era mejor que no lo hiciera porque, de lo contrario, le arrancaría los Cabellos y luego se los daría de comer, o mejor aún, la ahorcaría con los mismos.
—Kore, ¿estás bien?
Mi padre me veía muy atento, de seguro mi cara de pocos amigos estaba completamente roja y la mirada que le daba a Hades no era la más amigable que digamos.
—Solo tengo un poco de hambre —...De venganza.
—Hice hotcakes —La fulminé con la mirada y ella se limitó a sonreír mientras mi padre hablaba animadamente con la madre de ella—. ¿Estás bien, hermanita? ¿Quieres que te sirva el desayuno? — Sus palabras salían tan dulce que me envenenaba escucharla.
—Quiero servir tu cabeza entre mis manos —dije lo suficientemente bajo para que solo ella lo escuchara—. Me las vas a pagar — añadí entre dientes recordando que el trasero todavía me dolía.
—Que simpática eres —dijo en voz alta para que nuestros padres la escucharan—. Más vale que te sirva el desayuno antes que se enfríe y te dé más hambre —Con una enorme sonrisa se dio la vuelta hacia la cocina, a donde la seguí.
Una vez allí nuestros padres no podían vernos, así que la tomé del brazo y la acerqué más a mí, mirándola desafiante.
—¿Te crees muy graciosa, ¿eh? —escupí y ella cambió de expresión, asustándose un poco, pero luego se recompuso y volvió a sonreír.
—Sigue metiéndote conmigo y verás que el hielo que esparcí por tu habitación no será capaz de apagar el fuego que va a quemar tu trasero —amenazó soltándose de mi agarre con brusquedad.
—Eres una... —Me sorprendió el abrazo que me dio y quedé paralizada por unos momentos cuando su aroma a rosas se instaló en mis fosas nasales—. ¡¿Qué te pasa?! —La empujé y ella miraba detrás de mí con una sonrisa.
—Hola Mikell —La sonrisa de su rostro no se iba.
—Hey —Sonrió también—. Ya veo que tú y mi Kore están haciendo las pases —Posó una de sus manos en mi hombro y lo apretó con suavidad—, me alegra que se estén llevando mejor hija, ya sabes que nos vamos en dos días y, la verdad, no quería irme y dejarlas tan separadas —Hades lo abrazó de lado y él la colocó al otro lado de su costado—. En una semana entran al colegio, chicas, hicimos todo lo posible por ponerlas en las mismas aulas —Inmediatamente rodé los ojos y Hades me dio una mirada nada amigable, pero mi padre no se dio cuenta de eso y continuó hablando—, así que es bueno que mis niñas sean amigas ahora —Nos abrazó a ambas y luego salió de la cocina.
—No creas que esto se quedará así —Me limité a salir y subí a mi habitación que todavía estaba llena de agua fría.
Crucé para ir a buscar alguna ropa y dirigirme al baño a tomar una ducha tibia y cambiarme allí mismo. Me cepillé los dientes y lavé mi Cabello para después ir a secar todo lo que la peli negra había hecho, busqué todos los utensilios para que mi habitación estuviera seca otra vez; ya casi terminaba.
—No tenemos que ser enemigas, Kore —La escuché suspirar y me giré para quedar en frente suyo.
—No, no tenemos que serlo —Sonreí al ver su cara—, pero no quiero ser tu amiga, Hades, no eres santo de mi devoción y la verdad es que no te soporto —Ella me veía a los ojos con curiosidad y un matiz de tristeza.
—Entonces... —Se detuvo, quizá pensando lo que diría—, ¿quieres pelear conmigo? —Sonreí.
—Quiero que me dejes en paz —Señalé la puerta.
—Pues te guste o no, ahora me quedaré aquí y voy a dormir —Me pasó por un lado y empezó a quitarse la ropa y a ponerse un pijama para después acostarse en mi cama y de mi lado.
—Ese es mi lado —reclamé, pero ella ni siquiera se inmutó y cerró los ojos.
Salí de la habitación con pasos firmes y bajé las escaleras para ir a la puerta y salir de la casa a tomar un poco de aire, y a planear mi próximo ataque antes de que Hades me volviera loca. Caminé por la acera, la niebla era cada vez menos espesa, pero aun así se me dificultaba ver con claridad.
Decidí pararme en el café donde trabajaba mi amiga Norman en vacaciones y calentarme un poco, el lugar era todo de madera con un estilo caribeño, solo se servía café y algún que otro desayuno.
—Pero miren a quién tenemos aquí —escuché a Norman detrás de mí y rápidamente me giré y le di un abrazo, el cual ella correspondió—. Me acabo de enterar que regresas a Vancouver luego de varias semanas y que tienes familia nueva, por lo que dice la gente —Su tono era de reproche, pero sabía que no estaba molesta.
—Lo siento en verdad —Suspiré—, ni siquiera yo sabía que tenía una hermanastra —dije y ella se sorprendió al escuchar esto último.
—Eso no lo sabía —dijo y me invitó a sentar en una de las mesas del lugar—. ¿Y cómo es ella? —quiso saber, pero yo rodé los ojos. —No quiero hablar de eso —Desvié la mirada—, mejor dame un café bien caliente —Sonreí y ella sonrió, se encogió de hombros y fue por mi café.
—No creas que no me vas a hablar de ella —dijo cuando regresó pasándome el café y sentándose en frente de mí.
—Ya la conocerás —suspiré—, va a ir a la misma escuela que nosotras —Hice una mueca de disgusto—, y también puede ser que a nuestro salón.
—Mmm —Me miraba como si me estuviera estudiando—. ¿Qué hay de malo en eso?
—No lo sé —Tomé de mi café, pero al estar caliente me quemé, así que lo alejé rápido de mi boca—, ese es el problema mani, ella me hace sentir extraña.
—No entiendo —dijo observándome un tanto preocupada—. ¿Cómo te hace sentir?
—Es extraño, es como si sintiera que ella quiere un lugar que me corresponde a mí y no me cae bien, no sé qué me pasa con esa chica —Suspiré otra vez—, tal vez solo son celos y no lo acepto.
— Ya lo creo, pero también creo que hay algo más por ahí, Kore —dijo parándose de su asiento—; piensa lo que te digo y trata de conocerla un poco más, porque si no, las cosas irán más allá.
—¿A qué te refieres con qué más allá, Norman? —pregunté, pero ella solo me guiñó un ojo y siguió trabajando.

Los secretos de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora