H: part. 11

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Capítulo once

—Esto no es un puto juego, Kore —dijo en voz baja y con frustración—, no puedes solo venir y besarme como si yo fuera un juego y luego decir que no te gustan las chicas o que simplemente fue un error o que tú...
—Yo ... —Empecé a hablar, pero no sabía qué decir.
—Exacto, tú —dijo tomando una profunda respiración notablemente molesta
—Tú no sabes qué es lo que quieres, pero sé que no soy yo y no me molesta saberlo, más bien estoy muy consciente de ello y por eso te pido que llevemos las cosas en paz, yo simplemente quiero que nos llevemos bien, que seamos amigas...
—Yo no puedo ser tu amiga.
La interrumpí cuando la campana que anunciaba el cambio de hora sonó e inmediatamente hice mi camino hasta la puerta sin mirarla.

«Hades»
Me quedé allí estática, viendo cómo Kore salía por la puerta hasta dejarme sola con tantos pensamientos, me molestaba tanto que ella solo hiciera lo que le viniera en gana y luego se arrepentía de sus actos haciéndome sentir tan estúpida.
Tomé mis cosas de la butaca que estaba ocupando y salí del aula de castigo donde no había nadie, caminé por el pasillo hasta mi próxima clase que era de literatura, y de verdad esperaba no encontrarme a Kore allí porque si no, mi cabeza iba a explotar, aunque estaba segura de que a esa hora le tocaba en mi misma aula, ya que su padre se encargó de que la mayoría de nuestras clases nos tocara juntas.
Entré, pero la profesora no había llegado aún, así que todos hablaban al mismo tiempo haciendo que mi dolor de cabeza incrementara, vi a Seiah sentada en una esquina y fui hasta allá a paso lento, sin mirar alrededor para no encontrarme a Kore mirarme o, simplemente, para no ver si estaba allí.
—Oye, ¿estás bien, Kar? —Seiah me llamó por el diminutivo de mi primer nombre ya que según ellas era más fácil y me "quedaba". Su mirada con preocupación me hizo suspirar en forma de cansancio.

—Sí, solo tengo dolor de cabeza —dije poniendo mis cosas debajo de la mesa en el pequeño compartimento.
—¿No será que Kore te hizo algo? —preguntó con curiosidad, o más bien afirmando su pregunta.
—Joder, SEIAH —exclamé soltando un suspiro—, es que siempre busca la manera de hacerme sentir tan estúpida —dije tomando mi cabello en las manos y halándolo hacia atrás.
—Pero ¿qué pasó, por lo...?
—Buenos días —La profesora entró al aula y todos hicieron silencio, incluyendo a Seiah quien solo me miró indicando que hablaríamos después, yo asentí—. Hoy vamos a hacer algo diferente para que todos y todas se integren al programa de clases que les he traído —Ella empezó a hablar, pero yo solo escuchaba sin prestar atención en silencio—. He visto que con sus compañeros que tienen al lado se llevan muy bien, aunque nunca los he visto en grupo, así que todos los que están sentados a la izquierda cambiarán de lugar con sus compañeros, que vendrán hasta aquí y tomarán uno de estos pequeños papeles, los cuales tienen el nombre de su próximo compañero para poder llenar estos formularios que les he traído, los que serán entregados como un informe en las próximas dos semanas, los grupos estarán formados de dos personas, aquí tengo los...
Kore entró por la puerta con cara de pocos amigos y todos la miramos, entró interrumpiendo lo que decía la maestra.
—Bonita hora de llegar, señorita Seyhan —dijo la profesora de manera sarcástica.
—Lo siento, estaba castigada —se defendió y cruzó miradas conmigo por una milésima de segundo, en la cual sentí que me paralizaba—, no volverá a pasar.
—Eso espero —dijo la mujer de mediana edad un tanto molesta—, y ya que anda llegando a estas horas, venga y tome uno de estos papeles para que conozca con quien le toca hacer el nuevo proyecto de literatura —le indicó extendiéndole un pequeño sobre, aparentemente lleno de papeles.
Kore la miró sin entender nada, pero aun así introdujo una de sus manos y tomó un pequeño papel color blanco.
—Díganos con quien le ha tocado para apuntarlo en mi agenda —dijo ella mirando a Kore, quien estaba estática al leer el papel que estaba en sus manos.
—Mmmh es... —Parecía estar pensando si decirlo o no, levantó la mirada, la cual se cruzó con la mía—, Seiah Jane —dijo y solté un suspiro que no sabía que estaba conteniendo.
—¿Segura de eso? —preguntó la mujer mayor con curiosidad— Porque no recuerdo haber puesto a la señorita Hansen en esta lista —informó y tomó el papel de las manos de Kore—. Aquí está otro nombre, señorita Seyhan —dijo la mujer leyendo el papel—: Karla Hades Azriel.
¿En serio?
De treinta estudiantes que había en aquel curso, justamente yo tenía que salir en aquel jodido papel, ¿acaso ya no era suficiente tener que soportarla en el mismo curso, en la misma casa y, por supuesto, en la misma habitación, ahora también tenía que hacer grupo con ella?
De verdad alguien allá arriba no me soportaba o le encantaba hacerme la vida difícil.
—Oh, no me había fijado bien —Se limitó a decir.
—Bueno, tenga el formulario que, por cierto, es su nota del primer mes y vaya con su compañera —Aquí fue donde ella empezó a caminar hacia donde yo estaba, solo pude desviar la mirada.
—Sensacional —dijo sentándose a mi lado—, esto tiene que ser una maldita broma —hablaba en voz baja, como si se estuviera reclamando a sí misma porque esto pasara.
Yo solo ignoré el hecho de que ella estaba allí mientras tomaba el formulario que la profesora nos había dado para llenar.
Lo leí detenidamente, dándome cuenta de que nada se podía llenar sin que Kore estuviera presente, ya que pedía algunas cosas personales aclarando que no debía tener la misma letra.
—Mira —hablé después de leer el papel que tenía en las manos—, ya sé que no me soportas y toda esa mierda, pero de verdad me interesa tener buenas calificaciones y para llenar esto es necesario que ambas nos unamos obviando todo lo malo que ha pasado entre nosotras — Ella miraba hacia el frente sin prestarme atención.
—Bien —se limitó a decir sin mirarme.
Las siguientes horas pasaron rápido hasta el receso donde me encontré con las chicas. Estaban sentadas en la cafetería con algunos de los chicos de aquella fiesta de la cual solo recordaba fragmentos.
Me acerqué hasta donde ellas estaban porque Kore no estaba allí y no habría dramas innecesarios.
—¡Kar! —Norman me saludó con una tierna sonrisa—. ¿Has visto a Kore? —preguntó dejándome confundida.
—¿Kore estaba buscándome? —pregunté confundida.
—Sí, ella...
—Tenemos una conversación pendiente, Hades —dijo Seiah interrumpiendo a Norman, quien nos miró con detenimiento.
—Sí, SEIAH, ¿qué te parece ahora?
—¿Acaso yo puedo saber de qué hablan? —preguntó Norman con curiosidad.
—Lo de siempre —dije soltando un suspiro.
—Entonces me quedaré a ver en qué puedo ayudar, Kore debe parar con ese trato que te da, Kar —dijo ella pasando una mano con delicadeza por uno de mis hombros.
Les conté todo lo que había pasado con Kore en la mañana, ellas escuchaban con atención cada una de mis palabras, sentía que cada vez estaba más cerca de que Kore al fin me viera como una amiga o algo parecido, pero ella siempre se encargaba de hacer las cosas de la peor manera.
—Ya sé qué debemos hacer —anunció Seiah con una sonrisa.
—No le voy a hacer nada malo a Kore, Seiah —dije seriamente.
—No, por favor, Kar, ¿por quién me tomas? —dijo ella haciéndose la inocente—. Hablo de que deberías seducirla —Norman y yo la miramos como si hubiera perdido la cabeza.
—¿Y el plan B? —preguntó Norman con una sonrisa.
—¿En serio Seiah? —pregunté yo con ironía.
—Por favor, Hades —dijo ella rodando los ojos—, aquí las tres sabemos que te mueres por hacer tijeras con Kore desde que la viste, o por lo menos desde que te conozco, y para serte sincera ella te da unas miradas que ni siquiera Norman me las echa a mí.
—¿Ahh no? —interrumpió Norman con una sonrisa de seducción dirigida a Seiah.
—Por favor, Norman, estamos en algo serio ahora —dijo ella con una sonrisa.
—No sé, es cierto que Kore me gusta, pero no creo que esta sea la mejor manera de resolver las cosas —dije dudosa—, ¿qué pasa si se enamora?
—Por favor, Kar —Seiah rodó los ojos— es Kore de quien estamos hablando —dijo ella con una sonrisa, la cual se borró al decir las siguientes palabras—: ¿O temes por ti?
—Claro que no —contesté rápidamente mientras escuchaba la campana que anunciaba el final del receso—. Bueno, nos vemos en la salida chicas.
Las siguientes horas fueron super tranquilas, sin rastros de Kore, lo que en verdad agradecí, pero las palabras de Seiah rondaban en mi cabeza a cada instante, era como si algo me incitara a hacerlo, pero a la vez mi sentido común me decía que no debía hacerlo, que si hacia eso, las cosas no iban a salir bien.
Dejé de pensar en esas tonterías cuando las clases terminaron, dando por concluido el tiempo en el colegio, lo cual agradecía en el alma porque había sido en verdad un día intenso para mí.
Pero mi suerte no era la mejor porque cuando salí vi a Kore junto a aquel chico de Cabello negro, el cual la abrazaba por la cintura, no sabría explicar ese sentimiento que crecía en mi interior al verlos tan cerca.
¿Acaso estaba celosa? No, de ninguna manera.
Caminé hasta el auto de Kore, interrumpiendo el momento con su noviecito...
—¿Se te olvida que debemos ir hasta donde nuestro abuelo hermanita? —dije una vez estuve en frente de ellos.
La mirada de Kore se cruzó con la mía, haciéndome sentir extraña de nuevo, pero rápidamente vi enojo en su mirar y desvié la mirada.
—Nos vemos luego, preciosa —dijo él mientras la iba a besar, pero ella giró la cara haciendo que él le besara la mejilla.
—Hasta luego, bebé —respondió ella besando su mejilla y entrando al auto—. ¿Te vas a quedar o esperas que vaya a abrirte la puerta? —preguntó mirándome una vez estuvo dentro de su auto encendido.
Entré sin decir nada, sentándome en el asiento del copiloto, el auto de Kore olía a algún aromatizante de esos que te hacen desear quedarte allí toda una vida.
¿Qué se sentiría hacerlo con Kore en este auto? Saca esos pensamientos de tu cabeza, Hades.
—¿Sabes por lo menos el nombre de mi abuelo? —preguntó una vez llegamos a la gran mansión de color blanco con ventanas azules y pequeños toques de dorado.
Todo era tan hermoso que parecía como salido de un cuento de hadas en el que yo era una de esas dobles que solo pasan una vez por la pantalla.
—¿Señor Seyhan padre? —pregunté encogiéndome de hombros.
—Dejémoslo así entonces —dijo ella rodando los ojos y saliendo del auto e invitándome a que la siguiera con una seña.
—Al parecer lloverá mucho hoy.
Un hombre de edad un poco avanzada se nos acercó por detrás dándome un gran susto.
Miré el cielo, el cual estaba totalmente despejado, en lo que el señor se nos unió, Kore se acercó hasta él dándole un gran abrazo que duró varios segundos.
—¿Cómo está mi nieta favorita? —preguntó él abrazando a Kore con ambas manos de igual manera.
—Está muy bien —dijo ella con una sonrisa—. Mira, ella es Hades...
—¡Pero es una muchacha muy bonita! —exclamó mirándome con una sonrisa y aproximándose para abrazarme—. Mi nueva nieta es muy hermosa —dijo una vez nos separamos.
—Gracias —dije con un leve rubor en las mejillas.
—Vamos, entren que ya va a llover y no quiero que mis dos nietas se resfríen —dijo con una sonrisa mientras nos habría la puerta de aquella gran casa.
—¡Kore! —Una mujer muy guapa y un poco mayor se aproximó a Kore para abrazarla—. ¿Tú debes ser la hermosa Hades de la que tanto habla Mikell? —dijo dirigiéndose a mí cuando se alejó de Kore—. Mucho gusto, yo soy la tía China, ya sabes, ¡tía la Guay! —dijo guiñándome un ojo, haciéndome sonreír.
—Mucho gusto —dije con una tímida sonrisa.
—Ven, te voy a pasear por toda la casa para que así conozcas a toda la familia y te sientas a gusto —dijo ella tomando una de mis manos con delicadeza.
En verdad estas personas eran muy hospitalarias y me agradaba que no fueran estirados u odiosos como cierta persona que conocía.
No sabía de dónde Kore había tomado ese carácter tan detestable.
Conocí a los tíos y primos de Kore que vivían allí, todos me recibieron con un abrazo cálido o una sonrisa, los cuales correspondí sin lugar a duda.
Las horas pasaron rápidamente entre anécdotas y chistes en aquella inmensa sala cuando se desató una lluvia torrencial, haciendo más fuerte el interminable frío de aquella tarde que se había oscurecido sobremanera, pero sin arruinar la hermosa reunión.
—No creo que puedan irse hasta que la lluvia pare —dijo el señor Seyhan padre mientras tomaba de su taza humeante; el chocolate caliente "preferido de Kore", como ellos lo llamaban.
—Mañana tenemos clases, espero que la lluvia pare pronto —dije con preocupación mientras veía la lluvia caer sin cesar por una de las ventanas.
—No te preocupes —dijo China, la tía de Kore—. Pueden ocupar la habitación de huéspedes y supongo que Kore tiene ropa que te sirve en esa misma habitación.
—No —dijimos Kore y yo al mismo tiempo, dándonos una rápida mirada—. Es que de verdad tenemos cosas importantes que hacer —siguió Kore explicándose.
—De ninguna manera dejaré que salgan de aquí con este clima tan malo, no, no y no —dijo el abuelo de Kore muy serio—. Le avisaré a María que les arregle la habitación de huéspedes para que se instalen y a Mikell para que sepa que pasarán la noche aquí.
Kore no dijo nada más y simplemente respiró profundo, asintiendo sin mirarme.
—Le agradezco su hospitalidad, muchas gracias —dije mirando al hombre de cabellos blancos.
—Por favor, hija —dijo él con una sonrisa—. Ya eres de la familia, ahora ve allá arriba y siéntete como en casa, me ha encantado conocerte, eres tan simpática como tu madre.
Asentí con una sonrisa, mirando a Kore por unos segundos sin decir nada. La señora China me invitó a seguirla para ir a la habitación de huéspedes, lo cual hice de inmediato, despidiéndome de todos en aquella sala con una sonrisa.

El agua tibia recorría toda mi piel desestresando cada músculo, mi cabello estaba en un moño desordenado para evitar mojarlo mientras me duchaba.
Por más que quería sacar todo lo que por mi mente pasaba en aquellos instantes, no sabía cómo hacerlo, ya que las palabras de Seiah seguían en mi cabeza, repitiéndose una y otra vez, haciendo un eco cada vez más fuerte.
Después de varios instantes cerré la ducha y salí de aquella bañera y fui a la habitación que quedaba al otro lado de la puerta. Cuando salí Kore estaba sentada en la esquina de la cama, mirando lo que parecía una foto sin percatarse de mi presencia mientras una idea pasó por mi mente.
No lo hagas Hades...
Solté la toalla, dejándola caer al piso y haciendo que la mirada de Kore se interpusiera con la mía para después recorrer mi cuerpo con su mirada, era increíble cómo con solo su mirada yo me calentaba  tanto.
Me quedé observando su reacción varios segundos para después empezar a caminar por la habitación en busca de un pijama.
En aquella habitación había un silencio sepulcral que solo se rompía con cada paso que yo daba, segura de que la mirada de Kore estaba muy atenta a mis movimientos, los cuales me empeñaba en hacer cada vez más sensuales como si estuviera a punto de hacerle un baile erótico.
Me puse el pijama sin ponerme ropa interior ya que era más cómodo y me sentía libre.
Kore estaba sentada con la mirada puesta en mí y los pies tendidos a lo largo de la cama, yo me hice camino para acostarme en el lado contrario, los shorts que tenía puestos como pijamas se hicieron aún más cortos cuando me acurruqué en la cama, pude sentir cómo se me levantaban.
Me moría de ganas de ver la cara de Kore en ese instante porque sabía que estaba mirando mi trasero casi expuesto ante sus ojos.
—Joder —gruñó levantándose de la cama y dirigiéndose al baño cerrando la puerta de un portazo.
Sonreí al ver lo que había logrado, ya que estaba segura de que ella se sentía bastante frustrada al verme de esa manera tan sensual solo a unos centímetros.
Me levanté de la cama con lentitud hasta llegar a la puerta del baño y tocarla suavemente una vez sin obtener una respuesta, pero fui insistente.
—¿Qué quieres? —preguntó y al parecer su tono no era de felicidad.
—Olvidé lavarme los dientes —dije con voz ronca, más de lo que esperaba.
—Puedes hacerlo cuando yo salga —dijo cortante del otro lado.
Tomé la manija de la puerta y para mi sorpresa no tenía seguro, así que la abrí haciéndome paso hasta el otro lado.
—¿No pudiste esperar? —No dije nada y empecé a acercarme ella con cautela mientras miraba sus profundos ojos verdes—. Hades ... —Empezó a decir, pero yo ya estaba muy cerca de ella, haciendo que sus palabras se cortaran.
Me encantaba saber que cuando me tenía así de cerca ni siquiera podía formular una palabra porque eso quería decir que yo causaba cosas en ella tanto como ella en mí.
—De verdad... —Empecé a hablar cerca de su boca y con voz ronca y mirando sus labios—, me encantaría besarte toda la noche hasta que dejes de odiarme, date la oportunidad de desquitarte todas esas ganas que me tienes...
Me acerqué y besé el lóbulo de su oreja lentamente, dejando que mi respiración chocara con su piel, la cual se erizó al contacto con mis dientes.

«Kore»
¡Esto tenía que ser una broma!
Me quedé en silencio solo escuchando la lluvia caer a pesar de tenerla tan cerca, respirando su mismo aire, entonces sentí cómo sus manos entraban en contacto con mi piel debajo de mi polera blanca, haciendo que cada fragmento de piel que ella tocaba  se erizara, enviando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo a través de sus toques.
Me sentía en un tipo de trance en el que cada vez me sentía más tentada a morder los labios de Hades y meterme entre sus piernas hasta hacerla gritar mi nombre una y otra vez.
—Solo acepta —dijo con voz ronca en mi oído—, nadie tiene que enterarse, solo tú y yo.
No podía negar que solo con su voz ella me enloquecía.
—No estoy segura, Hades —dije en un susurro mirando sus labios.
—Entonces, yo te voy a ayudar a que lo estés... —Empezó a acercarse y todo se volvió ella...

Los secretos de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora