Capítulo cuatro
M
i padre seguía tocando la puerta y yo no sabía qué hacer, Hades estaba parada en frente de mí usando solo la ropa interior de la parte baja de su cuerpo.
—Creo que entraré —dijo y mis sentidos se agudizaron; sentí que iba a desmayarme.
—Kore está completamente dormida, Mikell —habló Hades mientras se ponía su polera y caminaba hasta la puerta.
—Creo que escuché algo aquí arriba —dijo del otro lado y Hades abrió un poco la puerta para que él pudiera ver solo su cara—, pero no te preocupes, supongo que solo es la lluvia.
¿Estaba lloviendo?
Ni siquiera había percibido el torrente de agua que venía del cielo, al parecer mis sentidos se redujeron a los gemidos de Hades.
—Entiendo —dijo Hades que ya no sabía qué más decir—. Tengo mucho sueño, que pase buena noche señor Seyhan.
—Está bien, también me iré a dormir —Mi padre se despidió y pude sentir cómo se daba la vuelta.
—Buenas noches —repitió Hades cerrando la puerta. Se dio la vuelta y yo aún estaba en trance por lo que acababa de pasar.
¿Ahora me gustaban las chicas?
¿Podré mirar a esta chica a los ojos otra vez y de la misma manera?
La respuesta era clara porque en ese momento ella me estaba mirando de la misma manera que lo hacía cuando estaba encima de mi regazo unos minutos atrás. Hades caminó hacia donde yo estaba sentada aún sin mi camiseta, pero no se sentó sobre mí otra vez, se limitó a mirarme de manera expectante.
La miré también, no sabía qué decir, simplemente no tenía palabras en ese momento. Me paré sin decir nada y me dirigí al baño, no sin antes tomar mi camiseta y ponérmela.«Hades»
Kore me miraba y podía ver un matiz de deseo en sus ojos, pero todavía parecía confundida por lo que había sucedido, lo noté y decidí sentarme a su lado, no sabía qué decir o hacer, así que me quedé en silencio, mirándola. Ella se paró de un momento a otro y entonces ya no sabía cómo sentirme, no se suponía que esto pasaría, no sabía qué hacer y no tenía con quien hablar tampoco, aunque mi madre supiera de mis preferencias sexuales, no podía contarle acerca de Kore, ya que era la hija de su ahora esposo y, por lo que mi madre me había contado, no sabía cómo lo tomaría él.
No quería que las cosas se salieran de control, la verdad no tenía mucho que hacer, ya que al final fue Kore quien me besó —bueno, con un poco de mi ayuda, pero ella tuvo la iniciativa—, yo solo me dejé llevar por ella y no estaba arrepentida.
Como no sabía qué más hacer, me acosté en la cama para seguir con mi siesta. Después de eso no sé qué pasó, solo la oscuridad y unos suaves labios que tocaban los míos, por momentos despertaba con esa sensación y una pequeña parte de mí esperaba que Kore estuviera conmigo en aquella habitación, pero no era así, Kore no regresó a dormir y eso me preocupó. Demasiado para mi gusto.
Los pequeños y débiles rayos del sol inundaron la habitación haciendo que abriera los ojos de manera perezosa, me los estrujé y caminé lentamente al baño, casi arrastrando los pies por el sueño, me lavé cara y cepillé mis dientes para después salir de allí hasta la habitación de Kore. Escuché unos pasos en la habitación y pude sentir cómo se me aceleró el corazón al pensar que había regresado, pero, para mi sorpresa y decepción, era mi madre quien estaba allí con el desayuno en las manos, lo puso en la mesita de noche que había en la habitación de Kore.
—Buenos días —Mi madre me sonrió y yo le devolví la sonrisa sin ganas, pero ella no lo notó y continuó hablando—. ¿Cómo amaneció mi princesa? —La sonrisa no se iba de su rostro, no sabía que me pasaba, solo sentía una gran decepción y una tristeza que me invadía.
—Muy bien, mamá, gracias —dije señalando lo que me había traído.
—¿Por qué esa cara? —preguntó con curiosidad.
—He dormido mal —respondí y tomé la bandeja de comida—. Voy a desayunar con ustedes, si ya no lo han hecho —dije caminado hacia la puerta.
Creo que aún tenía la esperanza de ver a Kore en la cocina, aunque creo que su orgullo heterosexual estaba herido, por eso salió de esa manera de la habitación, lo mejor sería olvidar lo que pasó, tal vez solo fue un error y yo no debía ilusionarme con la chica de ojos esmeralda.
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Los secretos de Hades
RomanceEl odio en su estado puro y sin razones claras define la relación entre Hades y Kore; aquí nada será igual luego de colapsar en lo impensable: el amor. Kore cree saber lo que quiere. Hades sabe lo que quiere. Kore tiene una idea fija sobre Hades, pe...