Capítulo veintiocho
Hacía mucho frío y sentía que las sábanas no me cubrían lo suficiente como para evitar que mis pies y algunas partes de mi cuerpo quedaran cubiertas y calientes por completo.
Abrí los ojos poco a poco, adaptándome a la tenue luz que invadía el espacio, suspiré al recordar todo lo que había pasado entre Kore y yo en esa pequeña y acogedora cabaña, la cual en ese momento estaba llena de velas, iluminando cada rincón, dándole un toque casi mágico a todo.
—Pensé que ibas a dormir hasta mañana —Kore llevaba una T-shirt que le quedaba grande con algo de pintura sobre él, y delante suyo materiales para pintar ¿acaso ella me estaba pintando?—. No te asustes, solo te vi tan hermosa entre las sábanas que no pude evitar inmortalizarte mediante mis manos —Sonrió mientras continuaba pasando sus manos por la pintura recién hecha.
—Espero no me hayas pintado desnuda, pervertida —dije a modo de broma sacándole una sonrisa.
—No necesito tenerte desnuda delante de mí para hacer eso —Sentí las mejillas arder con aquella declaración—, pero como soy tan celosa, no me gustaría que nadie más viera tu espectacular cuerpo el cual poseo sin que me pertenezca, no sería capaz, aunque quisiera —Empecé a levantarme de la cama.
—¿Puedo verlo? —pregunté cubriendo mi cuerpo con las sábanas mientras me levantaba.
—Por supuesto —habló sin despegar su mirada de la pintura mientras le daba los últimos toques—, ya está terminado —Sonrió.
Me acerqué con sigilo, poniéndome detrás suyos mientras ella seguía con la mirada en el dibujo en frente de ambas, me detuve a ver lo que sus manos habían creado, era espectacular aquel trabajo, me quedé sin palabras al ver mi expresión en aquel dibujo. No podía verme tan hermosa mientras dormía, pero si lucía así, en verdad debía dormir más a menudo, mi Cabello estaba alrededor de mis hombros mientras una de mis manos se encontraba al nivel de una de las mejillas, pero sin tocarla mientras mis ojos se mantenían cerrados y mi boca simulaba una pequeña y casi inexistente sonrisa que hacía que mi rostro se viera más relajado.
—¿Te gusta? —preguntó al parecer preocupada por mi silencio—. ¿Hay algo fuera de lo normal? —¿Desde cuándo Kore era tan insegura? Me encantaba.
—Hermoso... —susurré pasando mis manos por debajo de sus brazos y poniendo la cabeza en su cuello mientras ambas mirábamos lo que ella había hecho—. Nunca imaginé que tus manos pudieran ser mágicas —Ella sonrió, pero yo hablaba en serio.
—Solo estaba inspirada —dijo restándole importancia—. Tu eres quien tiene magia, mira lo que me hiciste hacer.
—¿Estás coqueteando conmigo acaso? —pregunté con una sonrisa divertida.
—¿Acaso no puedo? —Se giró dándome la cara y levantando una de sus cejas.
—Siempre y cuando yo lo permita —La tensión iba aumentando entre ambas y la verdad, aunque la idea de quedarme allí con Kore era más que tentadora, teníamos que irnos porque la noche ya había caído dejando todo calmado y a oscuras fuera de donde estábamos—. Deberíamos irnos ya —dije esquivando su mirada dirigiéndome hasta la ventana para ver cuán oscuro estaba.
—Eso no será posible —dijo ella detrás de mí sin preocupación alguna—. Ya está muy oscuro y puede que nos perdamos tratando de volver —dijo saliendo le la pequeña habitación—, te preparé algo para comer, puedes ponerte algo del armario que está allí —Miré a mi derecha encontrándome con un armario un poco más alto que yo—, ponte cómoda, quiero mostrarte algo —habló desde la cocina, pero como la cabaña no era tan grande podía escucharla sin problemas.
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Los secretos de Hades
RomanceEl odio en su estado puro y sin razones claras define la relación entre Hades y Kore; aquí nada será igual luego de colapsar en lo impensable: el amor. Kore cree saber lo que quiere. Hades sabe lo que quiere. Kore tiene una idea fija sobre Hades, pe...