H. part 24

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Capítulo veinticuatro

Hades.

Las lágrimas se resbalaban por mis mejillas y sus manos estaban por encima de mi hombro mientras él estaba detrás de mí. Todo estaba oscuro, pero aun así podía ver el color plateado de las cortinas de lo que parecía mi antiguo hogar, donde pasé los recuerdos más hermosos de mi vida, donde jugaba con mi padre después de que él llegaba de trabajar, donde mi madre preparaba la cena justo antes de leerme "El principito" cuando no podía dormir. Siempre será mi libro favorito, el único que reflejaba mi inocencia, la cual... ya se había extinto luego de ese horrible día.

—¿Cómo te llamas pequeña? —El hombre alto de ojos cafés profundos preguntó aún detrás de mí.

—Soy Karla —dije casi en un susurro, tenía miedo, aunque su voz era calmada y tenía una peculiar belleza, yo podía percibir la maldad detrás de lo que parecía un ángel—, ¿señor? —pregunté subiendo la cabeza para poder ver al hombre detrás de mí, el cual miró hacia abajo para poder verme y sonrió.

—¿Qué le hicieron a mi papi? —Aún las lágrimas estaban corriendo por mis mejillas, yo lo había visto todo, pero mi inocencia no me permitía ver más allá para darme cuenta.

—¿Este es tu papi? —preguntó señalando el cuerpo delante de nosotros y yo solo asentí—. Solo le haremos un regalito, pequeña.

—Karla —dijo el hombre tendido en el suelo con los ojos cerrados, o más bien que no podía abrir los ojos, mi padre—, escapa... amor... —Tosió, dejando salir un líquido rojo y feo por su boca—. Aléjate... —Otra vez tosió—. Hija vete... —Fue lo último que escuché cuando el hombre detrás de mí me subió en la mesa que había en el centro de la estancia.

Desde allí podía ver todo lo que estaba pasando, mi corazón estaba latiendo a un ritmo desenfrenado mientras que unos hombres encapuchados se acercaron a mi padre y empezaron a golpearlo sin control, con rabia y sin compasión en cada estocada.

Estaba asustada, todo parecía tan irreal. ¿Cómo podía estar yo allí presenciando eso? Apenas unos minutos atrás mi padre estaba en mi habitación leyéndome mi libro favorito, donde la rosa se volvía una en un millón.

Una lágrima se deslizaba por mi mejilla, dos lágrimas, tres, cuatro... Y de repente me estaba ahogando en un mar de lágrimas, me dolía el pecho, no podía creer todo aquello. El hombre malo se acercó hasta donde yo estaba y me miró fijamente mientras una sonrisa se escapaba de sus labios, empezando a esparcirse. Casi parecía una sonrisa digna de admirar por horas hasta que...

— ¿Lista para tu nueva vida, pequeña Karla?

Desperté.

Desperté con mi cara empapada de lágrimas y mi respiración fuera de control y lo primero que hice fue extender mi mano al cuerpo de Kore, pero no estaba, no había nadie a mi lado.

Aquellas imágenes seguían en mi mente como si todo estuviera presente aún, como si jamás fuera a salir de aquella pesadilla, como si cada vez él estuviera más cerca de mí, todo se empezaba a desmoronar lentamente con cada lágrima que se escapaba de mis ojos.

¿Alguna vez iba a escapar de esas pesadillas? ¡Maldita sea!

Me sentía perdida, estaba en la habitación de Kore, pero pronto ella iba a llegar y no quería que me viera de esa manera, no después de haber hecho el ridículo en frente de todos, ella me hacía daño. No, yo me hacía daño con ella.

Salí a toda prisa de allí y me fui a mi habitación, la cual estaba fría, casi sin vida... como yo en ese instante. Me senté en la cama y levanté mis rodillas para abrazarlas, por un momento, al cerrar mis ojos, por un simple instante, que duró menos de lo que yo hubiera querido, pensé que pudiera ser Kore quien estaba abrazándome y quien me decía que todo iba a estar bien, como siempre ella lo hacía.

Los secretos de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora