H: part. 21

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Capítulo veintiuno

No sé en qué momento me di cuenta de que todo se había quedado en silencio y, al parecer, ya la reunión familiar, o más bien la fiesta, había concluido, dejando todo calmado mientras en la habitación de Kore existía solo una pequeña y tenue luz que alcanzaba para que nos viéramos una a la otra sin dificultad.

Kore estaba al lado mío con una de sus manos rodeando mi cintura mientras su cabeza estaba escondida en mi cuello, lo que hizo que me despertara por lo incómoda que era esa posición para mí, así que me alejé un poco para poder ver su rostro y ponerme más cómoda a su lado.

—No te vayas, por favor —susurró tomándome más fuerte por la cintura y acercándome más a ella—. Quédate... —dijo aún con los ojos cerrados mientras yo solté una sonrisa al ver su expresión soñolienta mientras balbuceaba otras cosas que no pude escuchar bien.

—No me voy, Kore —le aseguré con una pequeña sonrisa—, solo estoy un poco incómoda y me estaba acomodando —Ella abrió los ojos, esta vez observándome por unos instantes—. ¿Qué? —pregunté mirándola, pero no me dio tiempo a reaccionar cuando se acercó y tomó mis labios en un beso que me dejó sorprendida al principio, pero que después empecé a continuar con el mismo deseo que ella desbordaba.

Sus labios aún sabían a vodka y aunque tal vez solo teníamos unas horas dormidas, sabía que ella aún estaba bajo los efectos del alcohol, pero eso no detenía lo que pasaba por su mente al tenerme cerca. Sus manos se agarraron de mi cintura con firmeza, como si ella tuviera el control absoluto sobre mí, haciendo que un suspiro se escapara de mis labios al sentir cómo me apretaba cada vez que nuestras lenguas se encontraban en aquel beso tan sensual y lleno de pasión.

La respiración de Kore se tornó más audible, igual que la mía, mientras mis labios seguían los suyos y, aunque todo estaba en completo silencio y en tranquilidad, yo sentía que pasaba una tormenta cada vez que su lengua rozaba la mía, haciéndome jadear una y otra vez. Kore empezó a recorrer la línea de mi mandíbula, dejando suaves besos mientras descendía por mi cuello, dejando besos mojados que me tenían en el borde del abismo que era ella.

—Joder, Hades —dijo separándose con lentitud de mí, mientras mordía mi labio inferior, dejándolo ir poco a poco, haciéndome suspirar—, no sabes cuánto me encantas —Llevó sus manos a mi cuello mientras acercaba su frente a la mía y me miraba a los ojos, ¡joder!, ¿por qué ella tenía que ser tan hermosa?—. ¿Qué me estás haciendo? —dijo con frustración en contra de mis labios.

—Kore —empecé a hablar, cosa que era realmente difícil teniéndola de esa manera frente a mí—, estás ebria —dije y su expresión tierna cambió, siendo sustituida por una sonrisa llena de cinismo y dejándome saber lo que ella quería.

—Tal vez lo esté, pero déjame llevarte a la dimensión en que estoy sin tomar una gota de alcohol, mi amor —dijo y luego me tomó de la cintura con fuerza, casi forzándome a ponerme en su regazo, y sin pensarlo más de lo que debía, entré mis manos en su cabello cuando ella tomó mis labios en un beso que no era rápido, pero estaba muy lejos de ser calmado.

Podría decir que ella me tenía a sus pies cuando estábamos de esta manera, no importaba si el mundo se estaba terminando allá fuera, porque el mío se estaba construyendo en sus labios junto a los míos.

Ella era la abeja reina y yo solo una simple y pequeña abeja obrera.

Kore empezó a besar la comisura de mis labios mientras subía dejando besos más suaves a su paso, hasta llegar al lóbulo de mi oreja donde mordió lento, haciendo que un gemido involuntario se escapara de mis labios al sentir sus dientes en esa zona.

—Kore... —Intenté hablar con normalidad, pero fallé soltando un gemido al pronunciar su nombre.

—Dime que quieres que te lleve a mi dimensión esta noche, Hades —susurró en mí odio, enviando descargas eléctricas a través de su voz ronca por todo mi cuerpo.

Los secretos de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora