Jenna
Sus labios atraparon a los míos, con una avidez que me tomó por sorpresa, con tanta rapidez que pude oír el palpitar desbocado de mi corazón en mi cabeza, al tiempo que el calor que su piel desprendía comenzaba a erizarme el vello del cuerpo.
El tiempo pareció detenerse un instante a mí alrededor, mientras saboreaba el beso de Alex Walker, que era exactamente como lo había imaginado: apasionado, feroz, desesperado. Su boca se unía a la mía con una temeridad única, casi como si tuviese la necesidad de ello. Instintivamente le rodeé el cuello con mis brazos, mientras intensificaba el contacto entre nosotros, como si, de repente, la que estuviera necesitándolo fuera yo.
Su cuerpo era duro, y desprendía un aroma a cerveza, tabaco y menta, que creaban una combinación casi adictiva. Me tomó la cintura, y presionó mis caderas contra las suyas. Una descarga eléctrica me recorrió la espalda, junto con el subidón de temperatura que estaba experimentando. Mi cuerpo se sentía caliente, alerta, y su tacto parecía provocar una respuesta automática de mi parte.
La intensidad que él mismo desprendía, su seguridad, y la energía abrazadora que portaba, parecieron reflejadas en el beso, al tiempo que su lengua se abría paso en mi boca, sacudiendo algo en mi interior, que, como respuesta, provocó que revolviera su cabello ligeramente, mientras le daba un mordisco en el labio inferior, que le hizo soltar un corto gemido, ronco y tan excitante, que me hizo retroceder, por inercia, al recordar de repente que estábamos en un lugar público.
No sabía que era lo que acaba de ocurrir, ni como había ocurrido, pero tenía la cabeza tan revuelta que no era capaz de generar una explicación por mi misma.
Mis brazos se desenredaron de su cuello, cuando abrí los ojos. Mi respiración era agitada, y mis labios palpitaban de una forma agradable. Sus manos aún continuaban en mis caderas, y su agarre todavía era firme, pero su mueca era algo que nunca había visto antes en él.
Alex me miró, con aquella mezcla de intriga y libido, que a través de esos ojos verdísimos era fácil de percibir, y la sensación de vacío se intensificó, como si solamente estuviésemos los dos. Su pecho subía y bajaba, y sus ojos estaban bien abiertos, expectantes, como si todavía tratase de descifrar algo que lo tenía desesperado, y ante la incertidumbre que reflejaba, me sonrojé. No sonrió, pero por alguna razón parecía conforme, con la ceja partida elevada, como si estuviese retándome a hacer algo más, en una mueca expectante, que me impacientaba.
No hice nada.
Intentaba rebuscar en mi mente algo que decir, alguna explicación o lo que fuese, pero no salió nada. Todavía no podía creerme que terminara por besar a Alex, incluso después de toda la reflexión que había hecho, dejando en claro lo perjudicial que eso podía resultar.
Bajo las luces moradas y verdes, era increíblemente atractivo, y aunque la marca en su rostro le diera un aspecto amenazante, la combinación de sus facciones y el porte con el que se movía, como si fuera el dueño del universo, le hacían sobresalir del resto del mundo.
No sé cuánto tiempo estuve mirándolo, pero el simplemente se limitó a hacer lo mismo conmigo, recorriendo cada esquina de mi rostro, sin disimulo alguno, como si estuviese retratándome en su cabeza. Mis labios todavía escocían, pero era agradable, y no pude evitar sonreír ligeramente al ver como su labio inferior se enrojecía poco a poco, también.
Estaba confundida, y ligeramente alterada por el beso repentino, pero lo más extraño es que, por primera vez en mucho tiempo, una oleada de tranquilidad me rodeó, junto a él, y aunque era innegable, el deseo de repetirlo, en ambos por igual, quise mantener esa sensación tranquilizadora por tanto tiempo como me fuese posible.
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Sin Códigos
General Fiction"El hombre es el lobo del hombre." -Thomas Hobbes. •Historia protegida y registrada en SafeCreative. Prohibida la copia total o parcial en cualquier medio.