Alex
El agua helada se llevó los restos de porquería que tenía pegada al cuerpo, mientras maniobraba para moverme con dificultad dentro de la minúscula bañera que Oliver tenía en su apartamento.
No había tiempo que perder, ya demasiado había perdido intentando convencer al imbécil de Burnes que algo serio estaba pasando, y esperaba que no fuese igual con los demás.
Los trece, ellos tenían que ser. Los hijos de puta que nos habían atacado y hecho perder dinero la noche anterior, habían amenazado a Blake, y a todos, pero caer tan bajo como para llevarse a Jenna y sin pedir nada a cambio, era patético y tendrían que pagarla; pero eso después de que la encontrara.
El agua amarronada se escurría por la rendija, meintras terminaba de enjuagarme el cuerpo, pero la sensación de opresión en el pecho no se modificó. Me sentía nervioso, inquieto e inseguro. Un conjunto de emociones a las que no estaba acostumbrado, y que, sabía, eran peligrosas en conjunto.
Sentía como si me hubiesen arrebatado algo importante, y me costaba concentrarme en todo lo que tenía al rededor. Eso me confundía, y hacía que las palabras de Oliver volvieran a taladrarme la cabeza...
>>"Tú la amas"
La idea me revolvía el pensamiento, así que simplemente la deseché de momento. No podía perder la concentración, ni el control, y jamás me había sentido así, por lo que ignorarlo era la único que podía hacer, si no quería cometer errores. Tenía que hacerlo todo de la forma correcta, o algo podría ir mal, y entonces...
-¡Alex! Te traigo ropa limpia.- Oliver gritó al otro lado de la puerta, meintras cerraba la canilla y tomaba una toalla para colocármela en la cintura. -Ten. Seguro te quedan.- Tendió el conjunto de prendas entre nosotros, una vez que abrí la puerta y asentí, observando su uniforme.
La playera gris y el par de pantalones de combate eran completamente su estilo, pero me calzaban a la perfección. Todavía éramos de la misma talla. Así que acabando de secarme el rostro, abandoné el baño al tiempo que el animal se me colaba entre los pies de camino a la sala.
-¿Que tienes para el gato?- Le pregunté, agachándome hasta el suelo, para pasarle la mano por el lomo, mientras Burnes me daba la espalda, sentado en un pequeño escritorio observando un par de papeles.
-Jenna le da atún.- Comentó, sin apartar la vista de las carpetas y fotografías.
-Ya sé lo que ella le da.
-Hay un poco en los estantes de la cocina.- Señaló, sin molestarse en responder, al tiempo que me dirigía al lugar, para tomar una lata y dejarla en suelo. El animal se abalanzó sobre el recipiente como si no hubiese comido en semanas.
La tensión en el lugar era evidente. Yo estaba intranquilo, y el hecho que el se mantuviese tan sereno y metódico, me irritaba todavía más. Pero él la quería, y si eso era el impulso que necesitaba para que me ayudara, por mí perfecto. No tenía importancia.
-Vámonos.- Dije, calzándome los zapatos, y un par de gotas de mi cabello mojaron la madera del suelo.
-¿A donde?
-¿Eres retrasado? A la Cueva. Idearemos un plan, todos juntos.- Hablé, buscando mi móvil y las llaves de la camioneta, mientras el se volteaba con esa mirada de cachorro perdido que ponía siempre.
-Te esperaré aquí, tú dime que hacer.
-Estoy diciéndotelo. Mueve tu culo, ahora.- Le señalé, mientras me aproximaba, y se puso de pie.
-No.- Escupió, cruzándose de brazos y sentí que podría arrojarle todos los dientes si no inspiraba profundamente en ese instante.
-Mira, nos odias, lo pillo. Pero no me interesa. Así que haz un esfuerzo para contener tu desprecio y ven conmigo para que podamos sacar a Jenna del puto lugar donde la tienen.
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Sin Códigos
General Fiction"El hombre es el lobo del hombre." -Thomas Hobbes. •Historia protegida y registrada en SafeCreative. Prohibida la copia total o parcial en cualquier medio.