Oliver
Sabía que tenía que volver al trabajo en un par de horas, para cubrir el turno de Frank, y aunque eso en sí mismo era un fastidio, me alegraba saber que Jenna estaba despierta, más de lo que esperaba. Verla pálida, adormecida y entubada en aquella cama de hospital había sido un escenario horrible, que esperaba no volver a presenciar en la vida.
El viento sopló fuertemente, mientras permanecía sentado en los escalones de madera fuera del bar, donde podía escuchar las charlas amortiguadas en el interior, debajo de la música, y suspiré exhausto, sacudiendo la cabeza con frustración, al desear haber estado ahí al momento en que ella abrió los ojos, y, al mismo tiempo, saber que la única compañía que esperaba era la de Alex. Pensar en como había llegado hasta ese punto no servía de nada, porque nada podía hacerse, y a pensar que jamás había existido algo entre los dos, se sentía como si acabaran de escupirme a la cara, porque, aunque no quisiera admitirlo, había algo entre ellos, lo había visto en él, y en la forma en la que hablaba de ella, como si se tratase de su disco favorito, o la última lata de cerveza. Eso, en el mundo de alguien tan errático y desinteresado como Alex Walker, solamente podía ser amor.
Y por otro lado estaba yo, el último orejón del tarro.
Pero por algún motivo todo lo que había ocurrido me había llevado junto donde estaba, fuera de la cueva. Más cerca de los lobos de lo que había estado en años, y las reacciones que habían tenido al verme no habían sido exactamente lo que esperaba, a excepción de Oz.
Inmediatamente después de pensar en eso, de nuevo tenía ese nudo que estaba estrujándome la garganta, al saber que por mí culpa Blake y Oz habían tenido una discusión, y a pesar de que le había visto en el muelle, junto a los demás, al parecer eso no había sido suficiente, porque desde entonces no había regresado. Sabía como era, cabezota, orgulloso, y estaba molesto, furioso con Blake por haberme dejado quedar; pero también era un sensiblero, y demasiado susceptible, y yo lo había lastimado.
No era un imbécil, era consciente que si Blake no me hubiese necesitado para descargar el ataque de ira que había estado conteniendo contra esa pandilla, me habría echado a la calle o algo peor, y eso era lo que me merecía. Pero por otro lado, si así hubiesen resultado las cosas, me preguntaba como Oz se hubiera comportado entonces.
Dejé caer la cabeza, mirando mi nombre tallado en la madera de una forma irregular, debajo de mí, produciéndome más dolor que un puñetazo.
-No puedes quedarte ahí todo el día, policía. Ahuyentas a los clientes.- La voz de Blake a mis espaldas me hizo sobresaltar, mientras se inclinaba con un quejido, para sentarse junto a mí.
-Ya me iba.- Dije, simplemente, mientras observaba de reojo el vendaje en su cabeza y el ojo morado que tenía, tratando de recordar la última vez que le había visto recibir una paliza.
Hacía demasiado tiempo de eso.
-¿Una cerveza?- Preguntó, tendiéndome la botella de su mano izquierda y negué con la cabeza.
-Son las seis de la tarde.
-Whisky entonces.- Resolvió, poniendo en mis manos el vaso que sostenía con la otra, como si de alguna forma esa fuera la mejor solución, y permaneció con la vista clavada en mí, esperando a que diera un sorbo, así que lo hice. -¿Como has estado?- Volvió a preguntar, después de que acabara con las muecas incómodas al saborear el horrible líquido amargo.
-Bien. He estado bien.- Respondí, después de toser un par de veces, y asintió lentamente, perdiendo la vista en algún lugar, mientras un silencio incómodo se elevaba entre los dos, poniéndome nervioso.
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Sin Códigos
General Fiction"El hombre es el lobo del hombre." -Thomas Hobbes. •Historia protegida y registrada en SafeCreative. Prohibida la copia total o parcial en cualquier medio.