Jenna
La nublada mañana apenas iluminaba la habitación, gracias al enorme ventanal que ocupaba casi toda la pared, y las gotas de lluvia resbalaban por los vidrios manchados hasta desaparecer en los marcos de hierro herrumbrado. Miré al rededor, tratando de reconocer alguna cosa, sin obtener resultado,porque claro, la noche anterior ni siquiera me había preocupado en observar al rededor.
La habitación era un enorme espacio semi vacío, con simplemente una cama con edredón negro y una pantalla plana en la pared del otro lado. Junto a ella, había un armario abierto, con prendas desparramadas sin cuidado hasta un alfombra circular con patrones en gris y una bolsa de boxeo colgaba de un grueso gancho en medio del lugar. No había fotografías, ni decoraciones u otra cosa similar, sin embargo era fácil deducir que era la habitación de Alex, olía a él; tabaco, colonia, jabón mentolado, y sexo también.
Me incorporé lentamente. Tenía el cuerpo dolorido y me sentía entumecida, sin embargo, también estaba increíblemente relajada, por lo que, sin siquiera preguntarme donde estaba él ahora, al ver el espacio vacío junto a mí, o si hubiese alguien al rededor, simplemente me envolví entre las sábanas, y me dirigí al baño.
Al atravesar el pasillo se oyó con claridad una serie de gritos, risas y voces que se entremezclaban en un barullo ligeramente animado, al que definitivamente no estaba acostumbrada a esas horas de la mañana. Descalza, y dando un pequeño trotecito me encerré en el cuarto de baño, al otro lado del pasillo y suspiré mientras abría la canilla como si estuviese en mi propia casa.
El agua caliente creo una nube de vapor en el pequeño lugar con rapidez, mientras me metía debajo y dejaba salir un sonido de placer, mientras sentía el calor impactar contra mi cuerpo. Me dolía la entrepierna, y la espalda, sin embargo era ligeramente agradable aquella sensación. De pronto las imágenes de la noche anterior invadieron mi cerebro inevitablemente, el sonido de la respiración de Alex contra mi cuello y la sensación de su cuerpo rozando el mío. No había sido una noche romántica, ni mucho menos, pero sin duda había sido el mejor sexo de mi vida, aunque no pensaba hace hacérselo saber, y aunque mentiría si dijera que no lo quería, no podía evitar pensar como debía de actuar ahora.
Fingir que nada había ocurrido siempre había sido una habilidad de la que me enorgullecía. Tenía una increíble capacidad para enterrar ciertos sucesos tan profundo en mi memoria, que casi me convencía a mi misma de haberlos olvidado, pero Alex no parecía del tipo negador, o cualquiera de los lobos, que para entonces ya habrían adivinado de sobra que yo estaba allí, y él porqué.
Negué con la cabeza, escurriendo los restos de acondicionador, mientras tomaba la toalla que colgaba en la pared y la olía con disimulo, como si alguien estuviese viéndome. Al solamente percibir el olor a limpio, me envolví en ella, observándome en el pequeño espejo de tocador. Todavía lucía exhausta, con las visibles bolsas debajo de mis ojos, a las que ya me había acostumbrado, pero tenía aquel rubor en las mejillas, y la inconfundible mueca de bien follada que no me había lucir en un largo tiempo.
—¡Eh, muñeca, es un baño para todos! ¡Date prisa o tendré que descargar en el fregadero!— La puerta tembló, mientras Oz le daba fuertes golpetones y me hizo sobresaltar, apurándome a tomar todas mis cosas y hacerlas un bollo para después abrir la puerta y encontrarme con sus enormes ojos azules, observándome con diversión.
—Buenos días.— Comentó simplemente antes de ingresar al baño, al tiempo que yo salía, e intentando evitar que mi rostro emulara a un tomate, me apresuré a la habitación de la que había venido.
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Sin Códigos
General Fiction"El hombre es el lobo del hombre." -Thomas Hobbes. •Historia protegida y registrada en SafeCreative. Prohibida la copia total o parcial en cualquier medio.