Alex
El teléfono comenzó a sonar, una y otra vez, sin parar, pero no se trataba del mío. Abrí los ojos, recordando, de pronto, que seguía en la sala de Jenna, mientras ella se encontraba tendida sobre mí, durmiendo profundamente en mí pecho, sin siquiera preocuparse por el molesto sonido de fondo.
Con lentos movimientos alcancé el aparato de la mesa, mientras la foto de la mujer, aparecía en la pantalla. Volví a mirar a Jenna, y después a la pantalla una vez más, antes de descolgar.
— ¡Es casi medio día, no me digas que sigues durmiendo! — Chilló, del otro lado, sobre una ola de murmullos de fondo, y di un largo bostezo.
—Sí, de hecho. — Me limité a responder y un silencio se hizo del otro lado de la línea.
— ¿Quién es? ¿Dónde está Jenna? — Preguntó, con tono inseguro y volví la vista hacía ella, que comenzaba a desperezarse.
—No está disponible. — Dije, y se escuchó un bufido similar al de un animal del otro lado.
— ¡¿Dónde está?! — Volvió a gritar, y tuve que alejar el aparato de mi oreja, mientras ella finalmente abría los ojos, posiblemente al reconocer el chillido de su hermana.
—Está justo sobre mí.
— ¡Alex! — Se quejó, quitándome el aparato de la mano, justo a tiempo para oír el grito de espanto del otro lado. — ¿Em? — Preguntó, incorporándose, tratando de no perder el equilibrio entre los cojines. — ¡No! No es lo que piensas... bueno, ya. Sí, estoy con un tipo pero...— Suspiró, mientras se oía un largo murmullo del otro lado y me burlé. Ella me mostró el dedo medio. — ¿Sabes qué? Tienes razón, lo hice sin protección en tu cama. Te llamo después. — Comentó, hastiada, y arrojó el teléfono al otro extremo del sofá, dándome una mirada asesina. — ¿Crees que es divertido?
—Un poco, sí. Ya puedes salirte de encima. — Dije, mirando hacía sus piernas, todavía enroscadas entre las mías, y dio un salto como si estuviese sobre ácido, haciéndose una bola al otro lado.
— ¿Estábamos acurrucados? — Preguntó, inspeccionando que toda su ropa estuviese en orden, mientras se levantaba, ligeramente alarmada.
—Tú estabas acurrucándote, yo solo estaba debajo.
—Disfrutándolo...— Masculló, con el ceño fruncido, mientras me encogía de hombros, incorporándome poco a poco.
—La verdad es que prefiero estar arriba.
Ella puso los ojos en blanco, dándome un golpe con un cojín, en el brazo, al tiempo que desaparecía en el angosto pasillo, seguida por un azote de la puerta del baño. Cuando estuve solo, tomé el mi móvil.
Como lo esperaba, tenía una ola de llamadas perdidas de Blake, que decidí ignorar, y un mensaje de Chett, informándome sobre los últimos negocios concluidos de la noche anterior, y los pendientes para antes del viernes. Negué con la cabeza y volví a recostarme, mientras el gato me observaba desde la mesa, como si estuviese esperando que cerrara los ojos para saltarme a la yugular.
— ¿Qué? — Le dije, y el animal ladeó la cabeza, como si yo fuese un imbécil, y así me sentí.
Pensar en los pendientes, en el trabajo en general, me ponía ansioso, No podía sacarme de la cabeza el hecho de que ella supiera lo que hacíamos, y la reacción que Blake podría tener al enterarse, sin embargo, lo que más me llamaba la atención era que había mantenido la boca cerrada. Siendo sobrina de un oficial e incluso en sus charlas con Oliver, ella no había dicho nada, y aunque no sabía por cuánto tiempo se mantendría así, eso me asombraba. Pero eso significaba que el resto pensaría igual.
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Sin Códigos
General Fiction"El hombre es el lobo del hombre." -Thomas Hobbes. •Historia protegida y registrada en SafeCreative. Prohibida la copia total o parcial en cualquier medio.