7.Nadie se tiene que enterar.

7K 334 6
                                    

Aquella morena me estaba poniendo nerviosa en la cena, no paraba de manosear a Max y él que me tenía justo en frente me miraba por el rabillo del ojo.

Era la cena más incómoda que estaba teniendo en toda mi corta vida, ni los viejos verdes amigos de mi padre me incomodaban tanto. Lo peor fue cuando Alfonso habló:

-. ¡Qué contento estoy de que mis hijos tengan novia! Por fin abandonaran la mala vida.

-. Eso va a estar difícil papá.- Dijo Luís mirando a Max con y éste soltó una pequeña risa.

Sin darme cuenta estaba en una cena “familiar”. Los chicos hablaban entre sí, las respectivas “novias” se metían en la conversación oh, espera, aquella morena era la novia de Max.

Tras la cena salimos al jardín y estuvimos tomando un poco del alcohol, Alfonso y Diana ya se habían marchado a dormir, eran las doce de la noche.Tenía unas terribles ganas de hacer pis y me dirigí al baño. Diego se ofreció acompañarme, se lo agradecí pero prefería ir sola.

La casa era bastante grande, incluso más que la mía. Tras varias vueltas por un largo oscuro pasillo repleto de puertas, encontré un bendito baño. Minutos después abrí la puerta para salir del baño y caminé de vuelta por el pasillo. De una de las puertas entreabiertas salió Max y me tomó por el brazo.

-. ¿Qué tal la cena, cuñada? – Me acariciaba el brazo

-. Genial. – sonreí de la forma más falsa que había hecho nunca.

Max me empujó hacia él y cerró la puerta una vez dentro de una gran habitación con una tenue luz que provenía de dos pequeñas velas. Quedé atrapada entre su tonificado torso y la puerta.

-. ¿Qué haces? – fue lo único que supe decir.

-. Más bien… ¿qué quieres que te haga?

-. Que me dejes salir de aquí. – No era capaz de mirarlo a los ojos, sus ojos eran infinitamente preciosos y a su vez provocaban una mirada misteriosa.

-. Venga nena, tus labios me están pidiendo a gritos que los bese. – comenzó a acariciarme los labios con su pulgar, la otra mano dejaba caer su peso sobre la puerta.

Los nervios comenzaban a traicionarme, no logré articular palabra.

Me besó, sí. Nos besamos más bien. No pude evitar abrazarme a su cuello, perdí la noción del tiempo, no sabía dónde estaba, solo me dediqué a disfrutar de aquellos labios prohibidos.

Me agarró y subió mis piernas para que rodeara su cadera, el beso ya no era algo tierno y delicado… era salvaje y descontrolado. La temperatura comenzó a subir, me sobraba ropa.

Pero un ruido en el pasillo nos hizo despegarnos, el me soltó y con una mano tapó mi boca con los labios ligeramente hinchados. Volvimos a escuchar un sonido, procedía del baño. Max me soltó y me miró de nuevo.

-. ¿Qué hemos hecho?- me auto-pregunté a mi misma.

-. Nadie se tiene que enterar, cuando estemos de frente disimula que eres una amiga más.

Me besó de nuevo, esta vez de forma delicada y giró el pomo de la puerta para luego salir de la habitación.  No sé dónde me estaba metiendo, pero lo que acabábamos de hacer no estaba bien y como consecuencia me sentía culpable. Aunque, realmente yo no tenía nada con Diego fue él mismo y su familia quienes me habían auto-proclamado su novia oficial.

Minutos más tarde de la marcha de Max reaccioné y salí de la habitación. Comencé a caminar por el pasillo y el ruido de la puerta del baño me hizo girarme.

-. ¿Dónde te habías metido cielo? -. Diego caminó hacia mi.

-. Me había perdido, es muy grande la casa. – Mentí, sonreí como pude y bajamos de nuevo al jardín.

-. Diego, creo que me voy a ir ya…- le dije mientras cruzábamos la puerta del jardín.

-. ¿Por qué no te quedas a dormir conmigo? – me abrazó por la cintura.

Sentía la mirada de Max, que tenía a su zorra sentada en sus piernas con una copa de alcohol.

-. Será mejor que no Diego, no tengo esa confianza con tus padres para hacerlo. – Dije mientras lo soltaba de mi cintura. El rió.

-. Anne y Kate –la zorra de Max- se quedarán a dormir también.

Cuando pronunció el nombre de Kate no pude evitar mirarla, en ese momento Max y ella se estaban besando y Luís y Anne ya no estaban.

-. Avisaré a Lana para que avise a mis padres.

-. Tu padre ya sabes que dormirás aquí, se lo dije yo esta tarde mientras esperaba a que bajaras.- me interrumpió Diego.

Media hora después estaba en la habitación de Diego, Max y Kate ya se habían marchado a la habitación de Max y de Luis y Anne no supe nada más, simplemente desaparecieron.

Diego me prestó una camisa celeste a rallas y me cambié en el baño que tenía la habitación. Cuando salí él ya se había tumbado en la cama y me esperaba con una sonrisa.

Caminé hacia la cama y me tumbé lo más cerca posible del borde.

-. Buenas noches. –susurré.

El me abrazó por la espalda y comenzó a darme cortos besos en el cuello. Intentó lo que yo no quería que ocurriese, por lo que se ve pilló las indirectas rápidamente y poco después ambos dormíamos.

Un ruido me despertó, parecía un golpe. Me giré y vi a Diego durmiendo como un bebé, el ruido volvió a sonar. Provenía de la habitación del al lado, poco después logré escuchar jadeos y repetidos gemidos.

-. Hazlo más fuerte bebé.- Era la voz de Kate.

Max y ella estaban teniendo sexo y yo me estaba enterando de todo, me imaginé el cuerpo desnudo de Max y de vez en cuando se escuchaba un azote y sus gemidos, cosa que me lograron poner bastante cachonda. Por un momento imaginé que yo era la chica que estaba en su cama.

Me di con la mano en la frente para sacar esos sucios pensamientos de mi mente, Max era un cabrón, me había besado teniendo novia y aun sabiendo que yo y su hermano somos “novios” además, tenía sexo con la zorra de Kate a grito pelado.

---------------------------------------------

Me encantaría que por favor votaseis y me comentaseis si os gusta o no la historia.

Trataré de subir de dos a tres capítulos diarios no muy largos.

Besos.

No Pretendo EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora