"No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas. No hay disfraz que pueda ocultar el amor donde lo hay ni fingirlo donde no lo hay."
La ceremonia comenzó con el típico sacerdote regordete que duerme hasta a las fieras más salvajes. Mientras todos parecían mostrar atención a lo que hablaba el sacerdote, yo mientras sentía miedo, miedo de seguir allí y de darle el sí quiero a Diego, atándome a él para todo la vida.
Llegó el momento más esperado por todos y más temido por mí, el sacerdote bendijo las alianzas de oro blanco y le entregó una de ellas a Diego:
-. Diego Brummer, ¿Quieres recibir a Helen Celotti como esposa, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y así amarla y respetarla todos los días de tu vida? -pregunta el sacerdote.
-. Sí, quiero. -contesta Diego esbozando una sonrisa y colocándome el anillo.
Levanté la mirada evitando los ojos de Diego, encontrándome con la fija mirada de Max a las espaldas de Diego. Nos miramos mientras el cura pronunciaba de nuevo la temida frase.
-. Helen Celotti ¿quieres recibir a Diego Brummer como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y así amarle y respetarle todos los días de tu vida?
Y fue entonces cuando pude leer los labios de Max que decían "te quiero" mientras negaba con la cabeza. Todos esperaban mi respuesta, esperaban el sí quiero.
Pero comencé a ver borroso, sentía la boca seca y un sudor frio me recorrió la espalda, se me comenzaron a quedar dormidas las manos, provocando la caída del ramo de rosas rojas mientras que murmullo de los invitados resonaba en mis oídos. Sentí los brazos de Diego sujetarme mientras el peso de mi cuerpo caía sobre él, desvaneciéndome por completo.
***
Lo que para cualquier mujer hubiese sido la peor boda de su vida, para mí fue la mejor sin duda.
Desperté en mi antigua habitación, aún sentía un dolor taladrador dentro de mi cabeza.
-. Por fin despiertas mi vida. -dice mi madre mientras besa mi frente.
-. ¿Qué ha pasado mamá? -pregunté extrañada.
-. Te desmayaste en la iglesia, vino la ambulancia y te trajo hasta casa. Dijeron que todo estaba bien, que probablemente hubiese sido por los nervios. Pero mañana mismo iremos al médico para que te haga un chequeo completo.
-. ¿Y la boda? -pregunté nerviosa.
-. Se ha suspendido mi vida, eso es lo menos importante ahora. Volverá a celebrarse cuando estés bien. -acaricia mi cabello.
-. ¿Y Diego? ¿Y papá? -me incorporé en la cama.
-. Están abajo cielo, pero es mejor que te quedes aquí y descanses.
-. No, ya me siento bien, será mejor que baje.
Quise bajar para enfrentarme a Diego con gente alrededor, no quería que viniera a verme y mi madre nos dejara a solas en mi habitación, me daba miedo su reacción.
Cuando me levanté de la cama me percaté que me habían quitado el traje y ahora llevaba un pijama con unos shorts negros y una camiseta de tiranta gris.
Bajé las escaleras de la mano de mi madre, podía oír la conversación entre mi padre y los señores Brummer.
Entré en el salón con miedo, con vergüenza.
-. ¡Cariño! ¿Estás bien? -pregunta Diego caminando hasta mí.
-. Sí, estoy mejor. -siento sus brazos alrededor de mi cintura.
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No Pretendo Enamorarte
Romance"Yo no pretendo enamorarte, no quiero que le pongas nombre a lo que hacemos por placer." Helen Celotti, hija única de padres millonarios con poco tiempo libre para su única hija. Tan sólo dieciocho años recién cumplidos, con un cuerpo envidiable par...