26.Ven a buscarme por favor.

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Aún estaba intentando recomponerme de lo que acababa de oír, me separé un poco de sus brazos y lo miré de nuevo:

-. ¿Estás de broma verdad? –tartamudee.

-. Ya me gustaría pequeña, no sabes la cara que se le quedó a Kate. –se alborotó el cabello.

-. ¿Te das cuenta de lo que puede pasar? ¡Se lo puede contar a Diego! –exclamé sofocada.

-. No creo que lo haga, si lo hiciera es su palabra contra la mía. –levantó sus manos.

-. Esto es muy retorcido. –posé mis dedos en mis labios.

-. Aún podemos hacerlo más retorcido. –susurró mientras se acercaba a mí.

-. Max no hagas esto más difícil por favor. –me estiré hacia atrás quedando en el borde del sofá.

-. No te entiendo Helen.

-. ¿Qué no entiendes? ¿Qué en dos semanas me caso y le he sido infiel a Diego? ¿Qué tu confundas a Kate conmigo? ¿Es eso lo que no entiendes Max? –alcé la voz.

-. Lo que no entiendo es a que estás jugando. –se levantó del sofá y se cruzó de brazos-

-. ¿Yo? ¿Qué estás hablando Max? –me sentí atacada.

-. Te lo voy a decir claro Helen, o Diego o yo. –su mirada transmitía tensión.

No entendía nada, o quizás no quería hacerlo

Max acababa de hacerme elegir entre él o Diego.

-. Max que nos hayamos acostado una vez no quiere decir que seamos nada, además si lo hicimos fue porque me lo pediste, querías saber lo que sentía. –grité levantándome.

-. ¿Sabes el problema? Que yo si quiero ser algo en tu vida y sólo de pensar que en dos semanas será la boda me vuelvo loco. –gritó.

Creo que comencé  a sentirme en shock, Max me acababa de decir que quería ser algo en mi vida. Definitivamente comencé a sentirme mal, me sentía un ser despreciable, había jugado con Diego y ahora lo estaba haciendo con Max y lo peor de todo es que lo hacía por complacer a los demás y no a mí misma, si la situación dependiera de mí no me casaría, me fugaría de Manhattan de la mano de Max.

-. Max compréndeme, ya hemos hablado esto antes, lo nuestro es imposible. –una lágrima recorrió mi mejilla al escuchar el golpe que dio Max en la mesa, haciendo añicos el cristal.

-. ¡Lárgate Helen! sino quieres que te secuestre ahora mismo. –gritó con el puño lleno de sangre.

Me acerqué a él y tomé su puño empapado en sangre que caía de sus nudillos.

-. Déjame curarte antes por favor. –seguía llorando y casi no me salía la voz.

-. Vete Helen, no hagas que me arrepienta de nada. –me apartó de él y caminó hasta la puerta para luego abrirla.

Caminé hasta la puerta, llorando y con sangre de Max en mis manos, nos miramos por unos segundos, hasta que él apartó la mirada.

-. Que seas muy feliz con mi hermano. –dijo antes de cerrar la puerta cuando salí.

Eran las cinco de la tarde y había bastante gente por la calle paseando, me miraban con rostros serios y de forma extraña y la verdad, no era para menos, mi cara debería ser un espanto, la máscara de pestañas había formado en mi cara todo un mosaico y mis manos tenían sangre seca. Caminé durante más de una hora hasta que no pude más, me sentía agotada, me sentía rota. Tomé mi móvil y llame a Pat.

-. ¿Qué tal la charla Len? –contestó Pat.

-. Ven a buscarme por favor. –volví a romper en llanto.

No Pretendo EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora