16.¿Quieres casarte conmigo?

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Tardé en reaccionar, mi espalda caía sobre la puerta y un escalofrío recorrió todo mi ser.

Max se volvió hacia mí de nuevo.

-. Dime todo lo que sepas, por favor. –supliqué.

-. No sé nada Helen, lo siento. –su teléfono sonó. -. Hola Kate –suspiró.

Me marché de allí sin decir adiós y me dirigí a la oficina de Diego, respiré hondo varias veces antes de entrar para disimular mi estado. Entré y allí estaba Diego retocando algunas fotos en su ordenador, cuando me vio me sonrió de forma tierna.

-. Hola mi amor, ¿qué tal tu primer día?

-. Bien – fue lo único que supe decir, aún mi mente estaba en la frase de Max.

-. Si querías trabajar me lo podrías haber dicho, podrías trabajar para mí y no para Max. –hizo una pausa. –además, tu padre me ha llamado y no se lo ha tomado nada bien.

-. Max me lo ofreció y me pareció buena idea, no sé qué tiene de malo que quiera trabajar. –resoplé.

-. ¿Cuándo te lo ofreció? Si no recuerdo mal, no nos hemos visto desde la cena.

-. Pues justo ese día. –mierda, ¿cómo le digo que su hermano vino a buscarme a casa a las dos de la madrugada y me obligó a salir?

-. Ah, no me dijiste nada. –arqueó una ceja.

-. No quería que se enterase mi padre, veo que os lleváis muy bien. –me senté en la silla frente a Diego.

-. Pues si la verdad, tu padre es muy buen hombre, quiere lo mejor para ti cariño.

-. Si quisiera lo mejor para mi podría dejarme decidir por mí misma y no obligarme a nada.

-. ¿Y a que te obliga?

A casarme contigo –pensé.

-. A no trabajar ni a estudiar, por ejemplo.

-. No te hace falta nada de eso mi amor, tienes todo lo que quieras y pronto viviremos juntos en una casa los dos solos ¿qué te parece?

Mal muy mal. –mi voz mental volvió a hablar.

-. ¿Vivir juntos? –tosí.

-. Quería habértelo dicho más adelante pero no me podía aguantar más – me sonrió. -. Esta noche saldremos a cenar ¿Te parece? Tengo algo importante que proponerte.

¿Algo más  importante que vivir juntos?

Eran las nueve de la noche y ya me encontraba en un lujoso restaurante con Diego, ya íbamos por el postre. La velada fue muy agradable, él siempre era muy caballero y cariñoso conmigo.

-. Mi amor -saca una preciosa caja de Tiffany & Co. – Ábrela.

Así lo hice, acaricié la preciosa caja con el pulso tembloroso, supuse lo que habría dentro. Saqué un anillo de compromiso y lo admiré por unos segundos.

-. ¿Quieres casarte conmigo? –Diego me cogió la mano.

Las lágrimas amenazaban con caer sobre mis mejillas de un momento a otro, no sabía que decir, me esperaba el momento, pero no supe cómo reaccionar, no sabía que decir.

-. Diego, es preciosa –tartamudee.

-. No tanto como tu mi amor. –se inclinó y me beso los labios. -¿Aceptas?

Tenía el corazón en un puño, sí o no, sí o no. Sabía que un simple Sí cambiaría mi vida por completo. Alcé la mirada y pude ver el brillo en sus ojos y su sonrisa.

-. Sí. –dije en un leve susurro.

Acababa de aceptar el matrimonio con Diego, no estaba segura de haberlo hecho, no quería decepcionar a mis padres ni hacerle daño a Diego, pero… yo tampoco quería hacerme daño.

Diego me besó y colocó el anillo de compromiso en mi dedo.

Horas más tardes compartíamos la misma cama de su habitación.

Me besaba sin pausa, sus labios recorrían cada centímetro de mi piel mientras se desprendía de nuestra ropa, jugó por un rato con mis pechos y un poco más tarde me penetró de forma delicada, con suavidad, con cariño. Me sentí un diamante en sus manos.

Tras haber llegado al clímax, me abrazó y me besó la frente.

-. Soy el hombre más feliz del mundo a tu lado.

Le abracé a modo de respuesta ya que no era capaz de articular palabra.

Minutos después supe que estaba dormido por su respiración, me aferré a la almohada y las lágrimas inundaron mis mejillas.

No Pretendo EnamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora